Conflicto de Milei con los líderes de la región

Por Rosendo Fraga.

La relación del presidente argentino con sus colegas de la región entró en crisis en la segunda quincena de marzo. Con el presidente colombiano Gustavo Petro, el proceso de distanciamiento ya se dio en el mes de febrero. El presidente argentino había calificado públicamente a su colega colombiano de “terrorista asesino”. Sin rectificación por parte de Milei, Petro retiró a su embajador en Argentina. El pasado del presidente colombiano registra su pasaje por grupos guerrilleros como el M-19, que después se disolvió y se volcó a la política. A quienes siguen los movimientos de Milei en el campo internacional, la calificación que usó respecto a Petro puede parecer sorprendente e incluso fuera del lenguaje normal de la diplomacia. Pero, en alguna medida, se trata de un presidente “hiperactivo” en las redes sociales que no sólo está trasladando su lenguaje a la acción política, sino que incluso empieza a influir en sus expresiones en el campo diplomático. La idea de que Petro es un “comunista” con pasado terrorista no es una impronta circunstancial de Milei: es consecuencia de su visión político-ideológica. En los últimos días de marzo, Milei volvió a reiterar este tipo de ataques contra Petro, que estuvo cerca de romper las relaciones diplomáticas, un hecho sin precedentes entre los dos países, que ayudados por su falta de frontera común en América del Sur, carecieron de los conflictos que han tenido otros países limítrofes. Aun la canciller argentina, Diana Mondino, que suele atenuar las declaraciones de Milei, eludió la calificación de “asesino”, pero mantuvo la de “ex terrorista”. Pero en los últimos días de marzo, las partes acordaron evitar la escalada del conflicto y el embajador colombiano en Buenos Aires volvió a su destino.

Al mismo tiempo se desataba un conflicto diplomático entre Argentina y México, al calificar Milei de “ignorante” al presidente de este país, Andrés López Obrador. La reacción del presidente argentino se debió a que su par mexicano, que enfrenta una elección presidencial el próximo 2 de julio, dijo no entender cómo el pueblo argentino había votado por un hombre como Milei. La canciller mexicana propuso a su presidente no sólo retirar al embajador, sino incluso interrumpir las relaciones diplomáticas bilaterales. Pero López Obrador decidió evitar que el conflicto escale, en una actitud coincidente con la de Petro. Su argumento explícito fue evitar que la irrupción de un presidente como Milei en el ámbito regional proyecte una imagen de división, conflicto y antagonismo en una región que, pese a sus diferencias, ha logrado contener sus conflictos, como las diferencias por el proceso electoral venezolano, el conflicto de soberanía en Esequibo entre Guyana y Venezuela, o la crisis humanitaria de Haití, frente a la cual la región parece haberse desentendido. Pero para López Obrador, su prioridad de política exterior es su relación con Washington, que ha incorporado una visión norteamericana a su política exterior y sus intereses geopolíticos, por lo cual los tres países que firmaron el acuerdo del NAFTA en los años noventa -hoy denominado CAFTA- integran una misma región (Canadá, Estados Unidos y México). López Obrador quiso evitar que pudiera interpretarse que Milei representa la alianza con Estados Unidos en América Latina y México el antagonismo. Para ello decidió evitar que este conflicto diplomático derivara a la campaña electoral que su candidata, Claudia Sheinbaum, tiene ganada en los hechos por la amplia diferencia que mantiene respecto a la principal candidata de la oposición.

Simultáneamente, Lula pareciera mantenerse ajeno a estas controversias, recibiendo la visita de Emmanuel Macron. Cuando Milei asumió el pasado 10 de diciembre, había calificado al presidente brasileño de “comunista”, un apelativo que suelen usar tanto Trump como Bolsonaro respecto a sus adversarios políticos internos y externos. Al mismo tiempo, invitaba al ex presidente Jair Bolsonaro a que asistiera a su ceremonia de asunción, asumiendo que ello iba a impedir la presencia del actual presidente brasileño. Las relaciones entre Lula y Milei han sido frías, pero el presidente brasileño parece dispuesto a eludir una escalada de conflicto. La visita de Macron tuvo tres objetivos. Por un lado, la política medioambiental y su aplicación al Amazonas, que Francia quiere mantener como una reserva mundial al margen de cualquier explotación económica. Esta situación no sólo es rechazada por Lula, sino también por su antecesor, y podría decirse que es una tradición de Brasil: defender que el Amazonas es un ámbito de pleno ejercicio de la soberanía brasileña. Macron buscó atenuar este conflicto. En segundo término, buscó subrayar la alianza estratégica entre Brasilia y París. Los dos países tienen un acuerdo para la construcción de submarinos, para la cual se ha construido un astillero en proximidades de Río de Janeiro que ya tiene avanzada la construcción del tercer submarino del tipo Scorpene. Se trata de tres submarinos convencionales pero modernos. El cuarto sumergible es a propulsión nuclear y ello permitiría a Brasil entrar en calidad de actor global en el ámbito estratégico militar. El punto que se vincula con la Argentina es la definición de Macron de que el tratado Unión Europea-Mercosur ha dejado de ser útil tal como fue negociado a fines de la década anterior. Esto no generó un rechazo del presidente brasileño. Lula siguió desde la Amazonia y Río de Janeiro las alternativas de los conflictos entre sus colegas de la región. Cabe señalar que paralelamente se han deteriorado las relaciones del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con sus colegas de Brasil y Colombia, que han rechazado la manipulación de las candidaturas opositoras realizadas por el venezolano, posición compartida por López Obrador, aunque menos explícitamente, y desde ya por Milei.

El presidente argentino se ha instalado como el líder de una corriente de centroderecha o simplemente de derecha, alineada con Estados Unidos en la región. Argentina es el cuarto país en población de América Latina detrás de Brasil, México y Colombia. La relación de Milei con ellos (Lula, López Obrador y Petro) no es buena, y los hechos lo comprueban y manifiestan. El lenguaje que introduce Milei en la diplomacia, proveniente de las redes sociales, ha sido el desencadenante de conflictos con apelaciones a sus colegas de “comunista”, “terrorista” y “asesino” que les ha prodigado. Es algo que Milei no va a modificar -a lo sumo podrá moderar-, porque deriva de su personalidad, que es lo más difícil de cambiar en los líderes políticos. Es claro que el presidente argentino seguirá manteniendo una postura ambigua respecto a la Administración Biden, con la cual coincide en su agenda internacional en conflictos como Ucrania, Gaza y Taiwán, pero que difiere en su ideología política, como lo pone de manifiesto su apoyo abierto a la candidatura de Donald Trump. Para el presidente argentino, que gane uno u otro candidato en Estados Unidos representan escenarios muy distintos en los próximos años. Para la región también lo que suceda electoralmente en Brasil será importante. Si en la elección de medio mandato que tiene lugar en octubre se imponen los candidatos de Jair Bolsonaro a nivel municipal, eso comenzará a plantear que su candidatura presidencial no es imposible para 2026 con su esposa Michelle como candidata alternativa si la prohibición judicial a presentarse siguiera vigente para el ex presidente.

En conclusión: la relación de Milei con los presidentes de la región entró en crisis en los últimos días de marzo, con conflictos abiertos con Petro y López Obrador, y subyacentes con Lula; Milei calificó de “terrorista asesino” a su colega colombiano, algo que ya había hecho en febrero, pero esta vez produjo el retiro del embajador colombiano antes de que Petro decidiera desescalar el conflicto;  frente a una crítica del presidente mexicano, Milei respondió calificándolo de “ignorante”, pero ante la propuesta de retirar al embajador en Buenos Aires, López Obrador decidió evitar una escalada; al mismo tiempo, Lula recibía en Brasil al presidente francés, siguiendo con atención el duelo entre los presidentes de la región, pero avanzando en un liderazgo de hecho en cuanto a la negociación UE-Mercosur.

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