Por Rosendo Fraga.
En Estados Unidos, la economía presenta dificultades, la política se polariza y la guerra de Ucrania comienza a generar diferencias. La baja del crecimiento y la incertidumbre financiera aparecen como los dos temas centrales en lo económico. El crecimiento se ha frenado y comienza a proyectarse a menos del 2% para el año en curso. La debilidad de los bancos regionales proyecta el riesgo de una crisis más extendida, impulsando fusiones para evitar que caigan más entidades financieras. Las autoridades monetarias continuarán aumentando la tasa de interés, buscando asegurarse contra mayor inflación. No es un buen escenario para el oficialismo frente a la elección presidencial de noviembre de 2024. Respecto a esto, las candidaturas de Biden por los demócratas y de Trump por los republicanos, ya han sido lanzadas. Se trata del binomio que en promedio tiene la mayor edad de toda la historia estadounidense. Desde un punto de vista político, se plantea una competencia entre un moderado del partido demócrata y un extremista del republicano. La campaña comienza polarizando aún más en lo ideológico entre los valores progresistas y los conservadores. Pero hasta ahora no se ha dado el fraccionamiento de la estructura política que se manifiesta ya en Europa y América Latina. En cuanto a la guerra de Ucrania, avanza en el partido republicano una actitud crítica contra el apoyo irrestricto al esfuerzo militar ucraniano. Esto lleva a plantear que un eventual triunfo republicano puede modificar el apoyo militar al gobierno de Zelensky para enfrentar a Rusia. En lo estratégico, Washington aparece librando una guerra con Rusia a través de Ucrania y aumentando la tensión frente a China en temas como Taiwán.
En cuanto a China, tiene una perspectiva económica más positiva, el Gobierno ha dominado las protestas frente a las medidas contra el Covid y en lo militar no aumenta el ritmo de crecimiento de su gasto. Se proyecta un aumento del 5% del PBI para 2023, muy superior al de Estados Unidos. La potencia asiática recupera su tasa de crecimiento de país emergente frente a las potencias occidentales, cuya actividad económica es menor. La crisis financiera y del mercado inmobiliario parece haber quedado atrás. Las empresas tecnológicas han realizado un ajuste que ha resultado de menor costo económico que el tenido por Estados Unidos. Se han levantado las restricciones por el Covid y ello ha contribuido al retorno a tasas de crecimiento más altas. Las protestas sociales contra dichas restricciones han sido contenidas por el régimen. En lo militar, el informe del SIPRI presentado en abril sobre gasto militar, da cuenta que Estados Unidos destina a defensa tres veces más que el monto de China y un porcentaje del PBI que es el doble. El predominio estadounidense en lo militar es indiscutible. Pero China va acortando distancia, aunque lentamente. Se propone ser la potencia militar regional a finales de la presente década, alcanzar la condición de potencia continental -en toda Asia- a finales de la década de los treinta, y llegar a ser potencia militar global con capacidad de disputar dicho rol a Estados Unidos hacia 2050. Esto tendría lugar al conmemorarse el 100 aniversario de la creación de la República Popular China. Respecto a Ucrania, Beijing ha sabido obtener ventajas económicas, como un principio de desdolarización en Asia, y un rol como actor diplomático entre Rusia y Ucrania.
En cuanto a Rusia, no parece tener capacidad de definir la guerra a su favor, pero tampoco enfrenta un escenario de derrota, cuando está previsto que este año la economía crezca el 1%. A fines de abril, el presidente ucraniano dijo que había que prepararse para que la guerra dure “años o décadas”. Como ha dicho el Jefe del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos, el general Mark Milley, ninguna de las dos partes están en condiciones militares de ganar la guerra en los próximos meses. El diálogo telefónico entre Zelensky y Xi fue un gesto de independencia del primero frente a las potencias de la OTAN, que descalificaron la propuesta china para la paz. La caída del PBI ruso durante el primer año de la guerra fue del 2%, pero este año ya es positivo y alcanza el 1%. La estructura productiva se ha adecuado a las sanciones económicas, desarrollando una capacidad de desarrollo autónomo, sobre todo en el campo industrial. En lo estratégico, a medida que se prolonga la guerra, la dependencia de China se hace mayor. Que este país y la India no se hayan sumado a las sanciones económicas impuestas por los países occidentales, es clave para el funcionamiento de la economía rusa. El liderazgo de Putin parece firme, al cumplirse los quince meses de la invasión a Ucrania. La tolerancia de la población frente a la prolongación de la guerra probablemente no se altere en los próximos meses. Las restricciones al acceso a la tecnología tiene un costo, en particular hacia el futuro.
En cuanto a la Unión Europea, mantiene firme el apoyo a Ucrania, aunque comienzan a plantearse algunas disidencias, mientras que la economía crecería sólo 0,4%. Formalmente, la mayoría de los países de la OTAN pertenecen al mismo tiempo a la Unión Europea, como Alemania, Francia, Italia y España. También lo es el Reino Unido, que ya no forma parte de la UE. La economía se está frenando y el crecimiento sería muy bajo, incluso menor al de Rusia. La primera economía europea, que es Alemania, podría llegar a tener crecimiento negativo durante el año en curso. Los sistemas de partidos en el continente sufren a la vez un incremento de la polarización, con un fraccionamiento de las estructuras políticas. El presidente francés, que se ve amenazado por las protestas sociales contra el aumento de la edad jubilatoria, es el que ha asumido una actitud pública diferenciada de Estados Unidos. Durante la visita a China realizada en abril, planteó públicamente que Europa no tiene que hacer un “seguidismo” automático en el conflicto de Washington con Beijing. Lo hizo al mismo tiempo que destacó la necesidad de que Europa desarrolle un sistema de defensa propio, al margen de la OTAN y en paralelo a ella. Francia es el único país de la Unión Europea que tiene el arma nuclear. Tiene intereses propios en África, donde en el pasado tuvo un amplio imperio colonial y se provee de uranio para su industria atómica, en países como Mali y Níger. Dicho continente es un ámbito en el cual Europa mantiene cierta capacidad para disputar la influencia regional con Estados Unidos, China y Rusia.
En conclusión: Estados Unidos mantiene firme el apoyo de la OTAN a Ucrania, pero la economía se está desacelerando y la polarización política Biden-Trump comienza a plantear problemas de gobernabilidad; la economía china ha empezado a recuperarse y el Gobierno logró dominar las protestas contra las restricciones por el Covid, mientras que la guerra de Ucrania le ha generado ventajas económicas y diplomáticas; Rusia enfrenta una guerra prolongada, sin posibilidad de definirla en el corto plazo, pero también sin riesgo de perderla, con una economía que comienza a crecer pese a las sanciones económicas que sufre; por último, Europa se mantiene alineada con Estados Unidos en la guerra de Ucrania, pero Francia ha comenzado a esbozar una línea independiente, mientras la economía europea se desacelera y puede entrar en recesión.