Por Rosendo Fraga.
Al cumplirse un año de la invasión a Ucrania, Estados Unidos redobló la apuesta, tanto frente a Rusia como ante China. La doctrina estadounidense califica a la primera como “amenaza” y a la segunda “desafío”. El Secretario de Estado, Anthony Blinken, en las últimas semanas ha expresado que su gobierno tiene información de que China habría decidido proveer de armas a Rusia, ante su situación apremiante en su provisión de municiones y de insumos tecnológicos para sus sistemas avanzados. Hasta el momento, China se ha limitado a proveer insumos que son utilizados en la fabricación de armamentos, pero no entrega armas letales. Para la visión estadounidense, la potencia asiática se apresta a cruzar una “línea roja”. El punto central es que Washington escala ambos conflictos simultáneamente. Problemas como la tensión entre Japón y China, los que genera Corea del Norte con sus lanzamientos experimentales en el Mar de China, generando una amenaza tanto para Japón como Corea del Sur, y el conflicto de la libre navegabilidad y la soberanía en el Mar del Sur de China, constituyen un arco de tensión peligroso. Según el SIPRI (el centro especializado en gasto militar que está en Estocolmo), lo que Estados Unidos gasta en defensa es casi tres veces lo de China. Washington tiene ventaja militar sobre la potencia asiática. Pero mantiene un despliegue global, mientras que China sólo regional, lo que le permite concentrar más rápida y eficazmente sus fuerzas.
En cuanto a Europa, mantiene firme su alianza con Estados Unidos frente a Rusia. No se ha generado ningún conflicto relevante dentro de la UE y se han superado los problemas económicos que genera la disminución de las compras de energía a Rusia. La decisión política de mantener el suministro de municiones y entregar armamento más moderno a Ucrania se mantiene sin cambios. Pero la continuación de la guerra en un nivel no esperado y un tiempo mayor al estimado, está creando en el continente europeo dificultades para realizar esta asistencia en el tiempo requerido por el presidente Zelensky. La munición de artillería enviada a Kiev es insuficiente y se mantendrá en el corto plazo. El envío de tanques modernos, que entregan sólo por decenas media docena de países, encuentra crecientes dificultades logísticas para que los blindados lleguen rápidamente a Ucrania. Pero los ministros de Defensa de la Unión Europea se reúnen en Bruselas para intentar acelerar la provisión militar a Ucrania. El pedido de Zelensky para recibir cazas modernos multipropósito se encuentra sin decisión por ahora. Alemania plantea la situación más problemática, aunque evita ponerla en evidencia. El amargo legado que le generó la Segunda Guerra Mundial la hace reacia a participar del esfuerzo militar. La primera economía de Europa, a su vez, enfrenta dificultades para concretar la duplicación de su gasto militar en términos de PBI dispuesta tras la invasión rusa. La controversia surgida por la autoría del atentado contra el gasoducto submarino Nord Stream, que une Rusia con Alemania, ha generado recelos y sospechas. La denuncia de que Estados Unidos es el responsable la realizó un medio de prensa occidental y medios de inteligencia estadounidense la atribuyen a un grupo extremista ucraniano.
Por su parte China responde con dureza a Estados Unidos, advirtiendo que las dos potencias marchan “sobre un peligroso camino de confrontación”. Coincidiendo con el primer aniversario de la guerra, Beijing presentó su “plan de paz” de 12 puntos para el conflicto, que fue recibido con atención -aunque sin aceptación de Rusia y Ucrania- y generó el rechazo por parte de Washington y Bruselas. El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, manifestó su intención de visitar Taiwán, como lo hiciera en agosto del año pasado su predecesora, Nancy Pelosi, produciendo una escalada en el conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán. El nuevo canciller de China sostuvo que “si Estados Unidos no pisa el freno, y continúa acelerando por el camino equivocado, nada evitará el descarrilamiento y seguramente habrá conflicto y confrontación” y agregó que “tal competencia es una apuesta temeraria, donde lo que está en juego son los intereses fundamentales de los dos pueblos, e incluso el futuro de la humanidad”. Al mismo tiempo, se realizó la Asamblea Popular -el máximo órgano político del Partido Comunista Chino-, que convalidó la reelección del presidente Xi para un tercer mandato, lo que no sucedía desde el periodo de Mao. La economía se recupera tras el cierre para contener la pandemia y el gasto militar aumenta significativamente, pero sin dejar de ser cerca de un tercio del estadounidense. En este marco, China tratará de impedir que Rusia sea vencida militarmente, a la vez que puede beneficiarse de una economía rusa más débil y dependiente.
Rusia muestra una histórica resiliencia ante los conflictos bélicos y Putin apuesta a que el tiempo jugará a su favor. Una encuesta realizada por una reconocida empresa rusa -considerada independiente en Occidente-, da cuenta de que el apoyo de la población a la guerra es el 82% al cumplirse un año del conflicto. Las pérdidas rusas son muy altas, pero las ucranianas son todavía mayores. Respecto a las bajas durante el primer año de guerra, las cifras son muy diferentes y controvertidas. Pero es claro que sobre la población, las sufridas por Ucrania son entre 3 y 4 veces las de Rusia. El PBI ruso ha caído entre el 2 y 3%, pero el de Ucrania lo ha hecho entre 30 y 35%. Cerca de un millón de rusos han abandonado el país, la mayoría de ellos de la población más cualificada. Los emigrantes ucranianos alcanzan los 7 millones, más 6 millones que han abandonado sus hogares. La infraestructura rusa no ha sido dañada; la de Ucrania está prácticamente destruida. El esfuerzo militar ruso tiene notorias dificultades y recurre a modernizar material militar de la Guerra Fría que estaba en depósito, frente a las crecientes necesidades, pero los países de la OTAN también las tienen para producir y coordinar. La resolución de la Asamblea de la ONU exigiendo el retiro de las tropas rusas, que fue aprobada por 141 votos, sólo 7 en contra y 38 abstenciones, puso en evidencia que en esta última posición se encuentra un núcleo de países asiáticos que evitan siempre condenar a Rusia: China, India y Pakistán, que tienen armas nucleares, están entre ellos. Cada vez le resulta más difícil a Moscú adquirir elementos de tecnología moderna como los chips y los conflictos entre las Fuerzas Armadas y los mercenarios son crecientes. Pero por ahora la estabilidad de Putin no tiene riesgos por delante.
En conclusión: al cumplirse un año de la invasión rusa a Ucrania, Estados Unidos mantiene firme su apoyo a este país y al mismo tiempo escala peligrosamente la tensión con China; ésta responde con dureza, planteando que la situación implica grandes riesgos no sólo para las dos potencias, sino para toda la humanidad, al mismo tiempo que el presidente Xi es reelecto para un tercer mandato; Europa mantiene su apoyo a la causa ucraniana y su alianza militar con Estados Unidos, pero sufre tensiones como las que se generan con Alemania; por último, la resiliencia histórica de Rusia ante la guerra lleva a Putin a estimar que el tiempo juega a su favor, pero problemas como la falta de tecnología y los enfrentamientos entre las FFAA y los mercenarios son crecientes.