Por Rosendo Fraga.
El 13 de febrero, la OTAN reconoció que no está en capacidad de reponer las municiones suministradas a Ucrania al ritmo necesario. Sólo como ejemplo, la artillería ucraniana está disparando diez mil proyectiles por día. El Secretario General de la alianza, el noruego Jens Stoltenberg, dijo que “el ritmo actual del gasto en municiones de Ucrania es muchas veces mayor que nuestro ritmo actual de producción” y agregó que “esto pone a nuestras industrias de defensa bajo presión”. Confirmó así la información aparecida en la prensa estadounidense en diciembre, informando que los arsenales de reserva de la OTAN ya no tenían material suficiente para seguir abasteciendo a las fuerzas ucranianas al ritmo actual. Stoltenberg dijo también que “hemos sido conscientes de esto durante algún tiempo y hemos comenzado a hacer cosas, no estamos apenas sentados sin hacer nada”. La realidad es que la industria militar occidental no ha logrado ampliar su línea de producción con la rapidez requerida frente al intenso consumo de munición y material. También dijo que “estamos en una carrera logística”, añadiendo que “capacidades esenciales, como municiones, combustibles y piezas de repuesto, deben llegar a Ucrania antes de que Rusia tome la iniciativa. La velocidad salvará vidas”, coincidiendo en esto con el pedido del presidente ucraniano. El problema de fondo es que la alianza militar había dado prioridad a la preparación para escenarios bélicos como los de Afganistán e Irak en el corto plazo y el de China en el largo. No estaba previsto como escenario probable una gran guerra europea en lo inmediato. Esto, más allá de la discusión respecto hasta qué nivel de armamento la OTAN está dispuesta a proporcionar a Ucrania.
Al día siguiente, el martes 14, se reunió en Bruselas el “grupo de contacto” de la OTAN para coordinar a nivel de ministros de Defensa, el envío a Ucrania de los tanques comprometidos. Normalmente, este grupo se reúne mensualmente en la base aérea estadounidense de Ramstein, en Alemania. El 20 de enero se realizó la reunión anterior de este grupo integrado por los países de la OTAN y casi veinte aliados de diferentes partes del mundo, sin lograr resolver la decisión de entregar tanques modernos a las fuerzas ucranianas. Esta decisión fue adoptada a nivel político por los Jefes de Gobierno pocos días después. Pero no está resultando una operación fácil de concretar. El mismo Stoltenberg dijo tras la reunión que “mi prioridad principal es que el compromiso de los aliados para administrar blindados, vehículos de infantería y tanques, se concrete lo antes posible porque cada día cuenta”. Hasta ahora, el Reino Unido ha confirmado la entrega de catorce tanques Challenger, aunque sin fecha precisa. Alemania, Dinamarca y Países Bajos confirmaron en conjunto la entrega de cien tanques Leopard I -no es el modelo más moderno-, pero no está definida la ruta de llegada a Ucrania. España analiza aportar cinco tanques que están en revisión -una medida más bien simbólica- y Polonia y los países bálticos, que fueron los primeros en anunciar la entrega de tanques a Ucrania, ahora muestran cierta demora en concretar. No va a ser fácil cumplir rápidamente la entrega de los centenares de tanques que el presidente Zelensky requiere con urgencia. En cuanto a los aviones F-16 requeridos por Ucrania, no hay decisión y Zelensky ha aceptado que en esta etapa la asistencia se concrete en los tanques mencionados, municiones y misiles.
Mientras tanto, el conflicto escala en distintas áreas. El servicio de inteligencia noruego, en un documento de setenta y dos páginas, sostuvo que Rusia ha desplegado en su flota del Mar Báltico, armamento táctico nuclear por primera vez en los últimos treinta años. Los buques de guerra de la Flota del Norte de Rusia en la época soviética, navegaban normalmente con este tipo de armamento, que está desplegado tanto en submarinos como en buques. Se refiere a armamento táctico nuclear que sería utilizado con un alcance limitado. El documento sostiene que las capacidades submarinas y cibernéticas y las armas antisatélite rusas, podrían amenazar tanto a Noruega como a la OTAN en su conjunto. También afirma que no puede descartarse que una acción bélica sobre Noruega derive en un conflicto más amplio que implique a la alianza atlántica y los Estados Unidos. El documento fue hecho público el martes 14 de febrero, el mismo día en el cual la presidente de Moldavia, Maia Sandu, acusó a Moscú de conspirar para derrocar a su gobierno, que es pro-europeo. El enclave de Transnistria, donde viven medio millón de moldavos de habla rusa, se ha declarado un país independiente y cuenta con mil quinientos soldados rusos y depósitos de armas de la época soviética. Moldavia, al igual que Ucrania, ha solicitado su admisión a la Unión Europea. En un gesto más bien simbólico, Estados Unidos informó que está considerando la posibilidad de enviar a Ucrania cinco mil rifles de asalto, siete mil granadas y un millón seiscientos mil cartuchos de armas individuales de origen iraní, que fueron capturados cuando estaban en tránsito para los rebeldes pro-iraníes de Yemén.
Hablando ante el Parlamento Europeo, el jefe de la diplomacia de la UE, el español Josep Borrell, sostuvo que la guerra se definirá entre la primavera y el verano boreal. Esto significa, como referencia, entre el 21 de marzo y el 21 de septiembre de 2023. Es una idea diferente a la del Jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Mark Milley, que el 20 de enero dijo en Ramstein que no era probable un final del conflicto durante el año en curso. Borrell requirió acelerar el envío de armas a Ucrania para frenar una posible ofensiva rusa en el corto plazo en la zona del Donbass, donde se libran intensos combates con las tropas ucranianas retrocediendo. Zelensky ha dicho que la situación en dicha región es extremadamente grave. Los servicios de inteligencia ucranianos argumentan que Putin busca alcanzar un objetivo resonante en los próximos días, como sería la toma de Bahamut, pero también estas argumentaciones pueden haber estado motivadas para acelerar decisiones, como el envío de tanques. Ucrania ha lanzado una convocatoria de reclutamiento destinada a integrar sus batallones de asalto de las unidades paramilitares (Guardia Nacional), y las autoridades dicen haber logrado diecisiete mil reclutas en una semana. En cuanto a los cazas multipropósito requeridos por Ucrania, se ha decidido que no serán suministrados en el corto plazo. Los Jefes de Gobierno del Reino Unido, Francia y Alemania han expresado la disposición a analizar el pedido, pero han eludido cualquier tipo de compromiso. El tema además estuvo ausente en la reunión del “grupo de contacto” de Bruselas. Sólo se registraron hechos aislados, como el ofrecimiento de Eslovaquia de entregar a Ucrania aviones Mig-19 de la época soviética, que no había proporcionado al inicio del conflicto, como fue requerido por la OTAN.
En conclusión: el Secretario General de la OTAN reconoció que la industria militar occidental no está en capacidad de suministrar las municiones requeridas por Ucrania; en la reunión del “grupo de contacto” de la alianza atlántica para Ucrania, se confirmó el envío de tanques, pero también las dificultades para reunirlos y enviarlos rápidamente; al mismo tiempo, el informe noruego sobre la presencia de armamento nuclear táctico en la flota rusa del norte, confirma los riesgos de escalada que se incrementan; por último, el jefe de la diplomacia europea sostuvo que la guerra puede resolverse entre marzo y septiembre, exhortando a aumentar y acelerar la entrega de armamentos y municiones a Ucrania.