¿Cuánto importan los tanques para Ucrania?

Por Rosendo Fraga.

La reunión del “grupo de contacto” de la OTAN para Ucrania tuvo lugar cuatro días antes de cumplirse el onceavo mes de la invasión rusa y en un momento crítico del conflicto. Este grupo está integrado por los 30 miembros plenos de la OTAN, más sus aliados frente al conflicto de Ucrania en Europa (Finlandia, Suecia, Austria, Bosnia y Kosovo), África (Marruecos y Túnez), Medio Oriente (Qatar, Jordania e Israel), Asia (Japón y Corea del Sur) y Oceanía (Australia y Nueva Zelanda). En total alcanzan casi medio centenar de países. La reunión se realiza desde mayo de 2022 en forma mensual a nivel de ministros de Defensa, con la participación del Jefe del Pentágono, el general Lloyd Austin, en la base aérea estadounidense en la ciudad alemana de Ramstein. El objetivo es coordinar los esfuerzos militares en apoyo de Ucrania. Si bien ha tenido una eficacia relativa -al cumplir once meses la invasión rusa en territorio ucraniano va ampliando sus cometidos-, la guerra se extiende cronológica y territorialmente más allá de lo previsto. El agotamiento de las reservas de arsenales de los países de la OTAN es un problema creciente. Tan es así que el Comando Sur de los Estados Unidos solicitó a los países de América Latina que “donen” su material militar de origen ruso a Ucrania para posteriormente recibir material estadounidense de reemplazo. Latinoamérica es el área que se ha mostrado más ajena al conflicto, tanto en lo político como en lo diplomático y militar. El primer presidente que respondió públicamente fue el colombiano Gustavo Petro, quien rechazó la posibilidad, diciendo que no iba a tomar ninguna decisión que prolongara la guerra en Europa. Cabe señalar que Colombia participó en un par de reuniones del grupo de Ramstein, antes de la asunción de Petro.

El tema central y específico que se discutió en la reunión fue el envío a Ucrania de tanques Leopard II de fabricación alemana, sobre lo que hubo discusiones y disidencias. Es el requerimiento más urgente que ha planteado el presidente Zelenzky en las últimas semanas. Argumenta que para rechazar la contraofensiva rusa de la primavera boreal, es clave contar con los tanques más modernos y poderosos. Este tanque es considerado el que tiene mayores capacidades, excepto el Abrams I estadounidense. En el mundo están en servicio 3.500 Leopards, de los cuales 2.000 se encuentran en las fuerzas de la OTAN. Sería además el tanque que pueden aportar con más facilidad los países de la alianza occidental y que además tiene su centro de fabricación próximo al teatro de operaciones del conflicto. Para Alemania es un problema político que originó la renuncia de su ministra de Defensa. La opinión pública alemana está dividida. Hay quienes argumentan que Berlín quiere evitar una escalada militar que agrave su relación con Rusia. Con una visión histórica, algunos dirigentes alemanes temen la imagen de tanques alemanes y rusos combatiendo en el mismo lugar en el que lo hicieron en la Segunda Guerra Mundial. En 1943, en Kursk, se libró la batalla de tanques más importante de la historia. Se enfrentaron miles de tanques alemanes y rusos. Tras una larga y dura batalla, en la cual fueron destruidos 400 de Alemania y 700 de Rusia, las fuerzas de Moscú se impusieron claramente. Fue el inicio de la derrota alemana que finalizaría dos años después. Esta es la imagen contra la cual lucha la Alemania moderna desde hace casi ocho décadas. 

El conflicto por el envío de tanques a Ucrania se zanjó el 24 de enero, cuatro días después de la reunión de Ramstein, cuando el nuevo ministro de Defensa alemán confirmó la entrega de tanques a Ucrania. También autorizó a que los otros países que los tienen puedan hacerlo, restricción impuesta en sus contratos de venta. Alemania logró que Estados Unidos se comprometa a entregar a Ucrania sus tanques Abrams I, con la intención de compartir la decisión frente a Rusia. Berlín dispuso que se preparen 14 tanques de sus reservas para entregar a Kiev en las próximas semanas. Es la misma cantidad que ya anunciaron que entregarían Polonia, Lituania y Finlandia. Por su parte, el Reino Unido había dicho que ponía a disposición también 14 tanques Challenger en su versión más moderna. Ucrania aspira a contar con 100 tanques Leopard II en servicio pleno para el 21 de marzo, fecha en la que comienza la primavera boreal. Por su parte, diversas autoridades rusas, como Putin, y siguiendo por el vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional, el canciller, el presidente de la Duma, el Jefe del Estado Mayor Conjunto y el vocero del Kremlin, se expresaron coincidentemente contra el envío de tanques Leopard II a Ucrania. Vertieron afirmaciones respecto a que era una decisión que marcaba una escalada grave en el conflicto, que sólo iba a prolongarlo más tiempo, que podía llevar a una catástrofe global y que Rusia, antes que perder, no descartaba el uso del arma nuclear. Respecto a los tanques Leopard II de 60 toneladas, el mensaje fue simplemente que “serán destruidos”. 

Pero en la reunión de Ramstein tuvieron relevancia las declaraciones públicas realizadas por el Jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Mark Milley, sobre la prolongación del conflicto. Afirmó en forma tajante que “desde un punto de vista militar, es muy difícil o casi imposible que Ucrania pueda expulsar a las fuerzas rusas de cada centímetro ocupado por Rusia”. Subrayó la afirmación, diciendo: “Lo que creo que puede pasar es que el ejército ucraniano esboce una defensa continua en el frente que impida que Putin siga tomando territorio”. Agregó que “ya no hay posibilidades de que la guerra termine en el campo de batalla. Para mí, como en muchas otras guerras del pasado, terminará en una especie de mesa de negociación. Y tanto Rusia como Ucrania van a tener que ceder algo” (es la idea que viene expresando públicamente Henry Kissinger desde mayo). En noviembre -una semana antes de la Cumbre del G20-, en forma pública planteó la misma idea, fundamentándola con una información precisa: que tanto Rusia como Ucrania habían tenido, entre muertos y heridos, 100.000 bajas cada una en la guerra. De acuerdo a la población, esto implicaría que Ucrania está soportando 3,5 veces más muertos per cápita que Rusia. Un mes más tarde, a fines de diciembre, el Secretario de Defensa británico, Ben Wallace -quien ocupa el cargo desde antes de la invasión y ha revisado diariamente los partes públicos de la inteligencia británica sobre la guerra-, manifestó exactamente lo mismo, que Rusia había tenido 100.000 bajas en el conflicto entre muertos, heridos y desertores. Sorprendentemente, antes de cumplirse 48 horas de la reunión de Ramstein, el Jefe del Estado Mayor noruego, Erik Kristoffersen, dijo a la televisión local, aunque sin precisar fuentes, que “las pérdidas rusas se acercan a los 180.000 soldados muertos o heridos”, una diferencia sustancial con lo expresado por Milley y Wallace. Respecto a las pérdidas ucranianas, dijo que “van más allá probablemente de 100.000 muertos o heridos”, algo similar a lo dicho por el Jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense en noviembre. En esa misma línea, el 24 de enero -cuatro días después de Ramstein y a once meses de la invasión- fuentes de inteligencia estadounidense innominadas hicieron público que “Rusia sufrió 188.000 bajas” en lo que va del conflicto. Reforzaron la información diciendo que Milley, en una entrevista con el diario inglés The Sun, había dicho que Rusia había tenido una “enorme cantidad de bajas”. Estas notorias inconsistencias probablemente oculten diferencias más profundas dentro de la OTAN sobre la conducción de la guerra.

En conclusión: la reunión mensual del “grupo de contacto” de la OTAN para coordinar el apoyo militar a Ucrania se realizó próximo a cumplirse el onceavo mes de la invasión; en la reunión el tema central fue la discusión sobre el envío o no a Ucrania de los tanques alemanes Leopard II; finalmente, después de la reunión, Alemania decidió la entrega de los tanques y Estados Unidos aceptó proveer los propios, aunque sin fecha precisa; por último, las diferencias sobre las bajas rusas en el conflicto dadas públicamente en el ámbito de la OTAN, posiblemente revelan desavenencias en la conducción de la guerra.

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