Coincidencia de Cumbres asiáticas en Kazajstán

Por Rosendo Fraga.

El 14 de octubre se realizó en Astaná, capital de Kazajistán, la cumbre anual de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) que lidera Rusia, en un momento particular creado por la guerra de Ucrania. Se trata de una estructura que intenta reconstituir la Unión Soviética, puesta en marcha por Putin hace más de una década. Además de Rusia y Kazajstán, la integran Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Kirguistán, Moldavia, Turkmenistán, Tayikistán y Uzbekistán. Putin planteó que la paz puede alcanzarse, aunque no dio precisiones al respecto. Algunos de los países de la CEI, como Bielorrusia, están actuando como aliados militares de Moscú en el conflicto de Ucrania. Cabe señalar que en forma paralela a esta cumbre, casi 10.000 hombres de las Fuerzas Armadas rusas fueron desplegados en Bielorrusia, en una operación militar binacional entre ambos países, a 90 kilómetros de Kiev, planteando la amenaza de un ataque ruso-bielorruso desde el norte. Ucrania dejó de participar desde hace casi una década en esta organización. Moldavia forma parte, pero decidió este año no concurrir. El Presidente ruso agradeció a los países asistentes por los esfuerzos que realizan para llevar su comercio internacional a sus monedas nacionales. Se firmó un acuerdo para la lucha contra el terrorismo y los extremismos para el periodo 2023-2025. También uno para fomentar la difusión de la lengua rusa. Tanto Armenia como Azerbaiyán, hoy enfrentados por la guerra de Nagorno-Karabaj, participaron de la reunión, y Putin aprovechó para contestarle al Presidente francés, Emmanuel Macron, quien lo acusó recientemente de interferir entre ambos países.

En la misma ciudad y en paralelo, se realizó la cumbre de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), que aspira a transformarse en un actor internacional que represente al continente. Esta es la 30° cumbre de esta organización, creada en forma casi inmediata a la disolución de la Unión Soviética. En alguna medida parece una estructura paralela a la del Grupo de Shanghai. Este organismo, cuya cumbre anual se realizó en septiembre y en la misma capital kazaja, está integrado por China, Rusia, India, Mongolia, Pakistán e Irán, todos integrantes también del CICA, al igual que Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. Pero forman parte del CICA sin pertenecer al Grupo de Shanghai ni al CEI, Afganistán, Bangladesh, Sri Lanka, Vietnam, Camboya, Tailandia e Irak. De las monarquías del Golfo integran el CICA Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Bahrein. Pero también lo integran, aunque parezca curioso, Israel (un aliado de Estados Unidos en el Cercano Oriente), Palestina y Jordania. Todavía más llamativo es la participación de Corea del Sur, país que alberga una base militar estadounidense en su propio territorio, con decenas de miles de hombres, y la de Egipto, pese a pertenecer a África. Turquía también lo integra, en una muestra más de su eficaz versatilidad diplomática. Si bien Putin no logró grandes avances diplomáticos en esta cumbre, su reunión con Erdogan para analizar las posibilidades de las gestiones de paz con Ucrania, fue un logro concreto para el líder ruso.

El futuro del CICA estuvo en discusión, aunque sin llegar a ninguna resolución concreta, pero poniendo en evidencia un sentimiento “asiático” en gestación. En sus inicios, esta organización fue concebida como un intento de crear una alternativa a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europea (OSCE), la cual fue gestada por la Unión Europea y buscó expandirse a las ex repúblicas soviéticas, incorporando a las tres repúblicas bálticas, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán. La Rusia de Yeltsin también formó parte. La década pasada hubo cierto impulso de este último país tendiente a transformar al CICA en una suerte de “G20 de Asia”. Pero en este momento, la situación creada por la guerra de Ucrania ha comenzado a plantear la posibilidad de que se transforme en una estructura nacional que compita con las Naciones Unidas, si se concreta lo reclamado por Zelensky al comienzo de octubre: que se quite a Rusia el derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Es una alternativa de difícil cumplimiento, pero que no deja de constituir una amenaza para Putin. 

El Presidente de Kazajstán, Kasim-Yomart Tokaev, aspira a constituirse en un líder regional de Asia Central, que realice una acción diplomática de equilibrio entre Beijing y Moscú. Llegó al poder en 2019, sustituyendo a Nursultán Nazarbáyev, un jerarca de la época soviética que asumió la Presidencia en 1990 y que se mantuvo tres décadas en el poder, y renunció presionado por protestas callejeras. Cabe señalar que en 1992, Nazarbáyev fue un firme impulsor para la creación del CICA. Tokaev ha tenido un éxito diplomático al ser Astaná la sede de tres cumbres relevantes para Asia este año: la del Grupo de Shanghai en septiembre y las del CEI y el CICA en octubre. El 20 de noviembre, el Presidente kazajo enfrenta elecciones presidenciales, cuya victoria comenzaría a proyectarlo como el nuevo líder del país. Tokaev destacó que se encuentran articuladas con el CICA, la OTSC -la “OTAN rusa” que integran cinco ex repúblicas soviéticas junto con Moscú-, la Unión Euroasiática y Turkmenistán y Bielorrusa. Respecto a Afganistán, Putin reclamó que Estados Unidos libere las reservas del país, que están incautadas en entidades estadounidenses. El Presidente uzbeko, Mirziyoyev, propuso la formación de una mesa de negociación internacional para el problema afgano. Por su parte, el Presidente bielorruso, el aliado más firme de Moscú, advirtió sobre el riesgo de una tercera guerra mundial.

En conclusión: la cumbre de la Comunidad de Estados Independientes se constituyó en un esfuerzo de Putin para mostrar el apoyo que mantiene en las ex repúblicas soviéticas afines; la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), mostró el intento de generar, a partir de una organización de 29 países, una nueva expresión del poder asiático; pero esta iniciativa se yuxtapone con el Grupo de Shanghai, reunido un mes antes en la misma capital kazaja, e integrado también por China, India, Rusia y Pakistán; por último, con estas tres cumbres que tuvieron lugar en la capital de Kazajstán, su Presidente trata de transformarse en un líder regional de Asia Central.

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