Pinedo y Prebisch: Vida, obra y gestión de dos economistas argentinos
Juan Carlos de Pablo
Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, 2022
Reseña de Rosendo Fraga
Este nuevo libro de Juan Carlos de Pablo aborda dos figuras centrales del pensamiento y la acción de la economía argentina: Federico Pinedo (1895-1971) y Raúl Federico Prebisch (1901-1986).
Más allá de la reconocida capacidad del autor tanto en el análisis como en la divulgación económica, ha aportado una abundante y valiosa bibliografía sobre la historia de la economía y los economistas no sólo en nuestro país, sino del mundo.
De Pablo siempre pone prioridad en el análisis a lo que llama “proceso decisorio”, es decir, la forma cómo se toman las decisiones y el proceso para llegar a ellas.
Los dos personajes elegidos tuvieron un rol importante en la toma de decisiones en un momento crítico para la economía global y local, como fue la crisis de los años 30.
Como reconoce de Pablo, ambos economistas habían trabajado juntos, se respetaban y aceptaban sus diferencias ideológicas y doctrinarias.
Vinculado a ellos se genera un triángulo con el economista John Maynard Keynes, hoy reconocido como la figura del pensamiento económico más relevante y quien más pudo haber influido en las políticas que se adoptaron para salir de dicha crisis.
El autor explica cómo los pensamientos, proyectos y propuestas de estas tres figuras, en esos años, fueron varias y valiosas, pero ninguno de ellos las consideró como un dogma a la solución de todos los problemas y en todos los tiempos. Con ello alerta sobre el riesgo de tomar una medida aislada que un hombre inteligente adoptó en una circunstancia determinada, para transformarla en ley del comportamiento hacia el futuro.
De Pablo conoció a Prebisch y lo trató personalmente. Valora en él su inteligencia, agudeza y realismo, recordando sus impresiones personales como estudiante y su participación en épocas de Alfonsín como periodista en una reunión donde Prebisch presentó propuestas diferentes a las que intentaba impulsaba entonces el ministro de Economía, Bernardo Grinspun.
Con Pinedo no llegó a tratarse personalmente. Pero indagó sobre él y transcribe las opiniones sobre su abuelo que le dio su nieto, el ex senador nacional Federico Pinedo.
Respecto a los años 30, de Pablo aporta datos sobre la recesión y recuperación económica que resultan interesantes desde el punto de vista político para el análisis de los años 30. Toma las economías del G7 -las siete economías más desarrolladas con sistema político democrático-liberal- y muestra cómo a lo largo de esa década, el crecimiento de Japón, Alemania e Italia había sido mayor que el alcanzado por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Canadá. Esta es una de las causas que generó en esos años admiración por regímenes totalitarios, de la cual estuvieron claramente al margen tanto Pinedo como Prebisch, como lógicamente también lo estuvo Keynes.
El Pinedo hombre de gobierno es el que actúa como ministro de Hacienda del General Agustín P. Justo, cuyo periodo de gobierno fue de 1932 a 1938. Pinedo fue luego ministro dos veces, aunque fueron fugaces. Fue el segundo en ocupar la cartera de Hacienda en el gobierno constitucional del General Justo. De los tres ministros que tuvo el Presidente en su periodo de gobierno, fue sin duda el más inteligente y transformador.
La elección de Pinedo por Justo es una manifestación de la toma de decisiones por parte del entonces Presidente. Justo, un militar de carrera que había sido ministro de Guerra de Alvear, políticamente un radical antipersonalista y también ingeniero civil, elige para el área económica a un dirigente del ala pragmática del socialismo, conocida como “socialismo independiente”, como era Pinedo entonces. No era la primera personalidad de ese partido que convocaba a su Gabinete. Su primer ministro de Agricultura y Ganadería, Antonio Di Tomaso, también pertenecía a esta fuerza política.
La coalición que lideraba Justo se denominaba “La Concordancia” y estaba también integrada por conservadores y radicales antipersonalistas. Se trataba de un Presidente que no temía rodearse de gente inteligente -su canciller durante todo el periodo fue Carlos Saaverda Lamas, el primer Premio Nobel de América Latina, al lograr la paz entre Paraguay y Bolivia en la “Guerra del Chaco”-. La designación de Pinedo como ministro de Hacienda fue una manifestación de la preferencia de Justo por rodearse de gente inteligente.
Prebisch ya había sido funcionario en el área económica en el gobierno de Alvear. Pinedo adoptó frente a él la misma actitud de Justo: no tuvo temor de tener bajo sus órdenes a un hombre inteligente.
Siguiendo la metodología de de Pablo, pienso que esa es la conclusión más importante para lo que él llama el proceso decisorio: no temer a la inteligencia.
Hay quienes sostienen que en la Argentina de los años 30 llevó a la práctica las teorías de Keynes, aún con mayor rigor que la propia Gran Bretaña. Pero ni el Presidente, el ministro ni el economista lo hicieron por razones ideológicas, sino por observaciones de la realidad que le sugería el camino.
Pienso que este libro de Juan Carlos de Pablo permite analizar por un lado el triángulo de estas tres figuras económicas (Keynes-Pinedo-Prebisch), y por el otro uno de articulación política (Justo-Pinedo-Prebisch).
Sin lugar a dudas este libro, como es una característica en las obras de Juan Carlos de Pablo, sabe combinar el conocimiento con la divulgación, pero además pone el foco en un momento relevante para analizar un caso de “proceso decisorio” en una situación crítica, como fueron los años 30.