Por Rosendo Fraga.
La toma de posición de Occidente frente a la invasión rusa a Ucrania, ha sido homogénea y contundente, como no sucedía desde la época de la Guerra Fría. Esta actitud se ha hecho evidente tanto en la OTAN como en la Unión Europea. La alianza militar occidental estuvo en el origen del conflicto y que Ucrania no pasara a formar parte de la OTAN ha sido su desencadenante. Esta alianza militar mantuvo firme su postura de no negar el ingreso a ella de cualquier país europeo que lo solicite, y la mantiene hasta hoy. La Unión Europea ha tenido un rol decisivo en lo político para unificar su posición. Tras algunas dudas iniciales en países como Hungría y Croacia, los 30 que la integran tomaron una posición firme en rechazo de la invasión y aceptaron sumarse a las sanciones económicas decididas por Washington y Bruselas. Las diferencias que se plantearon durante la primera quincena de febrero con Washington y Londres, anunciando una inminente invasión -que finalmente se concretó-, y Berlín, París y Roma planteando sus dudas sobre ello, fueron superadas una vez iniciadas las acciones bélicas. Problemas conflictivos como las diferentes posturas respecto a la suspensión de la compra de petróleo y gas a Rusia, han sido superadas, aceptando los diferentes intereses. En esta crisis ha ido tomando forma un mecanismo fáctico en la toma de decisiones, denominado el “Quintet”: Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. En este grupo están los cinco países más importantes de la OTAN, y al mismo tiempo los cuatro más grandes de la UE. Del G7 quedan fuera del Quintet Canadá, que integra la alianza militar occidental, y Japón, el aliado extra-OTAN más importante de Washington.
El 2 de marzo tuvo lugar en Naciones Unidas la Asamblea -integrada por todos los países miembros de la organización- para votar el proyecto que exigía el retiro inmediato de las tropas rusas en Ucrania. Los votos a favor fueron 141, las abstenciones 35 y en contra sólo 5. Este pequeño grupo estuvo integrado por Rusia, Bielorrusia, Siria y Eritrea, más Corea del Norte. Pero las abstenciones encubren un significado político. Es que ser neutral o equidistante en una votación de este tipo implica, en los hechos, una actitud favorable hacia Rusia. De esta forma votaron China, India y Sudáfrica, tres países que con Rusia y Brasil integran el llamado grupo BRICS de las potencias emergentes. También se abstuvieron Bangladesh y Pakistán -que posee el arma nuclear-, dos países medianos pero relevantes en el sur de Asia. Ninguno de los cinco con el arma nuclear de Eurasia votó por la retirada militar de Rusia en Ucrania. Países de Asia Central, que son aliados de Moscú, como Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, optaron por la abstención, como también hicieron Mongolia y Armenia. En África lo hicieron Argelia -segundo exportador de gas a Europa después de Rusia-, Angola, Burundi, la República Centroafricana, Madagascar, Guinea Ecuatorial, Malí -que recientemente salió de la órbita francesa para pasar a la rusa-, Sudán, Sudán del Sur y Senegal. Votaron por la abstención también Irak e Irán. De América Latina lo hicieron cuatro países que vienen actuando como aliados de Rusia en esta región (a los que se ha sumado recientemente El Salvador): Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua.
El 3 de marzo se votó en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, un proyecto para investigar crímenes de lesa humanidad de Rusia en Ucrania. Este Consejo está integrado por 47 miembros de la organización internacional y hoy está presidido por Argentina. La declaración fue aprobada por 32 votos a favor. Se registraron dos votos en contra, que fueron los de Rusia y Eritrea -que en la Asamblea habían votado contra la condena a Rusia-. Las abstenciones fueron 13, entre ellas las de China, India y Pakistán, tres potencias nucleares de Asia que también se abstuvieron en la votación de la Asamblea. Parece claro que los países del grupo BRICS con su neutralidad, están asumiendo una postura favorable hacia Rusia: no la condenan políticamente y no se suman a las sanciones económicas. Brasil -el quinto BRICS- ha votado contra Rusia diplomáticamente, pero el Presidente Jair Bolsonaro, además de visitar Moscú en la segunda quincena de febrero, una vez producida la invasión, ha hecho enfáticas declaraciones en favor de Putin. Hasta ahí, puede decirse que aparecen dos posiciones definidas en las potencias. La del G7, que son las siete economías más desarrolladas y con sistema de democracia liberal, que condenan a Rusia políticamente, mientras que Japón, el único país no occidental que lo integra, se sumó con pocos días de demora a las sanciones económicas. Del otro lado, las potencias emergentes del grupo BRICS -que tendrán su reunión anual este año en China en fecha a determinar- eluden condenar a Rusia y participar en las sanciones económicas.
Simultáneamente, se votó en la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) una declaración respecto al ataque y toma de la central nuclear más importante de Europa por parte de Rusia. Nuevamente fue aprobada en forma mayoritaria con 27 votos a favor, 2 en contra (China y Rusia) y 5 abstenciones: India, Pakistán, Sudáfrica, Senegal y Vietnam. Otra vez se confirma lo que evidenciaron las votaciones en la Asamblea y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU: las potencias emergentes del BRICS y los países de Eurasia que tienen armas nucleares eluden condenar a Rusia. El Grupo de Shanghai, que busca coordinar el poder estratégico de Asia, está integrado por China, Rusia, India, Pakistán, Irán (próximo a incorporarse como miembro pleno) y cuatro países de Asia Central (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán). Su cumbre anual tendrá lugar el 15 y 16 de septiembre en Samarcanda (Uzbekistán). La adhesión a las sanciones económicas contra Rusia muestra un mapa preciso. Los países de la OTAN y de la Unión Europea se suman con una excepción: la compra de energía a Rusia. En Asia adhieren los aliados de Estados Unidos: Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur, mientras que en el Índico lo hacen Australia y Nueva Zelanda, también aliados de Washington y Londres en esa parte del mundo. Pero no adhieren a las sanciones el amplio continente asiático, en particular el sur y centro del continente, y el Oriente Medio y Próximo. En África no se registran adhesiones a las sanciones, y lo mismo sucede en América Latina. Los intentos de Estados Unidos de comprar petróleo en Arabia Saudita, Irán y Venezuela, se realizan después que la OPEP se ha negado a aumentar la producción para bajar los precios del petróleo.
En conclusión: la posición de la OTAN y la Unión Europea en contra de Rusia en la guerra de Ucrania, ha sido sólida y contundente; en la votación de la Asamblea de Naciones Unidas condenando la invasión, si bien hubo una amplia mayoría de votos positivos, las tres potencias nucleares, China, India y Pakistán, se abstuvieron; en la que tuvo lugar en el Consejo de Derechos Humanos de la UN, para investigar delitos de lesa humanidad en Ucrania por parte de Rusia, sucedió otro tanto: dichos países volvieron a abstenerse; por último, respecto a la declaración de la OIEA sobre la central nuclear ucraniana, también se impuso el voto positivo, pero votaron en contra China y Rusia, y se abstuvieron Pakistán, Vietnam y Sudáfrica, entre otros.