Por Rosendo Fraga.
La influencia de China en la región es una preocupación creciente en el área latinoamericana del Departamento de Estado. El Salvador está girando aceleradamente hacia la órbita de la potencia asiática. Al mismo tiempo, busca profundizar relaciones con Rusia y con Irán. La motivación política es una respuesta a las crecientes críticas que el Gobierno estadounidense realiza al Presidente Nayib Bukele. Los cuestionamientos también se plantean a su decisión de hacer de las criptomonedas un sistema con aval estatal. Para la diplomacia estadounidense de la región, se trata de un Presidente autoritario que avanza sobre las instituciones y que negocia con el crimen organizado. Al mismo tiempo, la nueva Presidenta de Honduras, Xiomara Castro, busca avanzar en la relación con China en el marco de su línea “progresista”. La representación diplomática de esta potencia en su asunción fue relevante. En cuanto a Nicaragua, también avanza en la misma dirección. Estos dos países, hasta las recientes elecciones en ambos, reconocían a Taiwán en desmedro de la China continental. Ahora eso está cambiando. La inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing tuvo la presencia de ocho Jefes de Gobierno. De éstos, dos fueron latinoamericanos: el de Argentina, Alberto Fernández, y el de Ecuador, Guillermo Lasso. Cabe señalar que este último es el único de centroderecha en América Latina que fue electo en 2021.
La crisis en torno a Ucrania llega a la región por el interés que en el campo de la seguridad y en el político está demostrando Putin. La idea de tener una presencia militar permanente ha sido ratificada. Ello no quiere decir que se vaya a implementar, pero en el “patio trasero” de Estados Unidos es una amenaza. Cuba, Venezuela y Nicaragua han manifestado que, como naciones soberanas, podrían aceptar dicha presencia. En alguna medida, se trata de un “contra-argumento” al de la OTAN, de que los países soberanos de Europa tienen el derecho de incorporarse a dicha Alianza. El Presidente argentino, Alberto Fernández, se entrevistó con Putin en Moscú el jueves 3 de febrero. Que en un momento de fuerte tensión con la OTAN, el Presidente ruso haya recibido al de Argentina, confirma la prioridad relativa que está otorgando a la región. Su colega argentino fue claro: pidió apoyo a Rusia para “independizarse” de Estados Unidos y del FMI, y se ofreció como “puerta de entrada” para Moscú en América Latina. Cabe señalar que Argentina disputa con Colombia ser el tercer PBI de la región. Concretamente, Fernández pidió a Putin apoyo financiero mediante la transferencia de derechos especiales de giro (DEG) para evitar un default con el organismo internacional. La diplomacia rusa ha invitado al Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a visitar Rusia en la segunda quincena de este mes. Se trata de un Presidente latinoamericano de derecha y que fue aliado de Trump, pero que ahora es fuertemente criticado por el Departamento de Estado por su política de medio ambiente y su tendencia al autoritarismo. El motivo formal de la visita del Presidente brasileño a Moscú es el Grupo BRICS, que reúne a las potencias emergentes: los dos países mencionados, más China, India y Sudáfrica. Se trata de un grupo de países que no critican el régimen político de los otros. Cabe señalar que el Presidente argentino, tanto en Moscú como en Beijing, pidió apoyo para incorporarse a este grupo.
En este contexto, la presencia y la influencia de Estados Unidos en América Latina se está debilitando. La realidad es que Washington tiene una política negativa. Expresa qué es lo que “no se puede hacer” con China y Rusia, pero no presenta propuestas alternativas ni diferentes de envergadura. El Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Mauricio Claver-Carone -el funcionario más importante de Trump para América Latina-, ha dicho en enero que nunca esta entidad financiera regional prestó tanto dinero: 31.000 millones de dólares. Esto es cierto, pero nada más que en su reciente viaje a Beijing, el Presidente argentino firmó inversiones por 23.700 millones de dólares. En la visión estadounidense, la central nuclear que por 8.300 millones de dólares firmó Argentina para adquirirla de China, es un punto crítico para Estados Unidos. Es el país de la región con mayor desarrollo nuclear, e incluso exporta pequeños reactores que se usan para investigación y salud. Ahora construirá su cuarta central (Atucha III) con tecnología china, que así realiza su mayor emprendimiento en esta tecnología tan sensible en América Latina. Frente a la crisis de seguridad internacional entre la OTAN y Moscú desatada por Ucrania, China y Rusia están demostrando una mayor importancia por la región que Estados Unidos, aunque se trate de su área de influencia geográfica.
Mientras tanto, el giro hacia la izquierda en las elecciones presidenciales de la región es una tendencia coincidente con la influencia creciente de China y Rusia. La elección presidencial de Costa Rica puede ser una excepción, ya que el segundo candidato que compite en la segunda vuelta el 6 de abril (Rodrigo Chaves Robles) es un economista que estudió en Harvard y que ha sido funcionario del Banco Mundial, mientras que el primero es un político tradicional, José María Figueres, quien puede ser considerado como “centrista”, y el tercer lugar lo ocupó Fabricio Alvarado, que es un pastor evangélico. En cuanto a Colombia, cuya primera vuelta presidencial se realiza en abril y la segunda en mayo, el candidato de la izquierda, Gustavo Petro, se mantiene en el primer lugar de las encuestas. Acaba de visitar Europa Occidental con la intención de moderar su imagen, siendo recibido por los gobiernos de Alemania, España y por el papa. Respecto a Brasil, los sondeos siguen registrando que el ex Presidente Lula ganaría en primera vuelta. También trata de captar los votos de centro, buscando tender puentes con las Fuerzas Armadas y tranquilizar a empresarios e inversores. Pero tanto Lula como Petro tienen una posición más distante de Estados Unidos y más cercana a China y Rusia, que sus posibles predecesores (Bolsonaro y Duque). Es así como, tras un año de gobierno del Presidente Biden, la región no sólo está más lejos de América Latina que con Trump, sino también que lo que sucedía con Obama.
En conclusión: China aumenta su presencia e influencia en la región y Estados Unidos sólo atina a responder con una política negativa: qué es lo que no se puede hacer con Beijing; América Latina tiene importancia relativa para Rusia en sus crisis con la OTAN, porque se trata del llamado “patio trasero” de Estados Unidos, es decir, su área de influencia geográfica; la tendencia electoral de América Latina hacia la izquierda favorece las relaciones con China y Rusia, y las debilita con Estados Unidos; por último, la política regional del Presidente Biden ha registrado en los hechos un alejamiento de la región mayor del que tuvieron Trump y Obama.