Por Rosendo Fraga.
El triunfo de Gabriel Boric en la elección presidencial chilena no fue sorpresivo, pero sí lo fue la diferencia a su favor de casi 12 puntos. Como en otras oportunidades, y no sólo en Chile, las encuestas no pudieron anticipar el resultado. En forma coincidente, habían informado de un “empate técnico” o leve ventaja para el candidato de la izquierda de uno o dos puntos, no el aplastante triunfo que se dio. Es un resultado coherente con las protestas de 2019, el referéndum que aprobó la convocatoria a la Constituyente y la elección de sus miembros, pero no lo fue tanto con la primera vuelta. El claro triunfo de Boric en la segunda vuelta no se traduce en la realidad parlamentaria, que se corresponde con la primera vuelta. Se trató de la elección más polarizada desde el restablecimiento de la democracia en Chile. Puede irse incluso más atrás, ya que la elección del dirigente socialista Salvador Allende en 1970, se dio con un electorado dividido en tres fuerzas, y en la que la democracia cristiana, el voto del centro, fue el fiel de la balanza. Pero la política chilena de 2021 encuentra pocas referencias en la precedente. Boric, electo por una fuerza de izquierda nueva que se referencia en las protestas y el Partido Comunista, es muy diferente a la Concertación, coalición de centroizquierda integrada por socialistas, democristianos y otras fuerzas. Pese a ello, Michelle Bachelet -la dirigente socialista que gobernó en dos periodos presidenciales- apoyó públicamente el voto por Boric. A su vez, la fuerza de derecha que postuló a José Antonio Kast no recogía los dirigentes de centroderecha que gobernaron en los dos periodos presidenciales de Sebastián Piñera.
El fraccionamiento en el Congreso aparece como el primer problema político de Gabriel Boric y resolverla será la clave de su gobernabilidad. Ha quedado un Congreso muy fraccionado. Chile Podemos Más, la coalición del candidato de centroderecha Sebastián Sichel que representó al oficialismo de Piñera, fue la primera fuerza por la cantidad de legisladores obtenidos: 53 diputados y 12 senadores. La segunda fue Nuevo Pacto Social, que reunió a sectores de la ex Concertación y apoyó la candidatura de Yasna Provoste, que obtuvo 37 diputados y 8 senadores. El tercero, Apruebo Dignidad, la fuerza que postuló a Gabriel Boric y está integrada por el Partido Comunista y Frente Amplio, obtuvo 37 diputados y 4 senadores. El Frente Social Cristiano, integrado por los dos partidos que postularon a José Antonio Kast (Partido Conservador Cristiano y Partido Republicano), alcanzó 15 diputados y un senador. El Partido de la Gente, que presentó la candidatura de Franco Parisi -un empresario que hizo campaña desde Estados Unidos, no pisó Chile y salió tercero en la primera vuelta-, no obtuvo ningún senador, pero sí 6 diputados. Las demás fuerzas tuvieron 7 diputados y 2 senadores. No sólo aparece la inevitable incongruencia entre la primera vuelta, que define los legisladores, y la segunda, que polariza al electorado, sino que también el resultado de la primera discrepa con los resultados parlamentarios y los presidenciales.
El Parlamento fraccionado se proyecta como un problema relevante para la estabilidad política en América del Sur. Durante 2021, fueron electos antes que Boric y también en segunda vuelta, Guillermo Lasso en Ecuador y Pedro Castillo en Perú. El primero tiene aproximadamente la quinta parte de los legisladores. Antes de cumplir un año de gobierno, se encuentra en dificultades políticas, sociales y económicas. Lasso es un empresario de centroderecha que venía incursionando en la política, pese a lo cual no ha logrado una coalición permanente que lo sostenga. A su vez, el dirigente de izquierda y maestro rural Pedro Castillo, fue electo en Perú. Proviene de un partido (Perú Libre) que hoy no llega a un tercio de la legislatura unicameral. Al mismo tiempo, esta fuerza se encuentra dividida entre el sector que cuestiona al Presidente por haber flexibilizado sus posiciones de campaña, encabezado por Vladimir Cerrón, y el que se mantiene leal a Castillo. Al cumplir los cuatro meses de gestión sufrió el primer intento de destitución a través del Congreso. Si bien no tuvo éxito, la ofensiva opositora liderada por Keiko Fujimori, se va a repetir mediante esta vía. Ahora, en el caso chileno, se da una situación semejante. La fuerza que postuló a Boric, que salió segunda en la primera vuelta de la presidencial, es la tercera por cantidad de legisladores obtenidos. A su vez, la que obtuvo más es la que apoyó al candidato respaldado por Sebastián Piñera (Sichel), que en la primera vuelta quedó en cuarto lugar. Yasna Prevoste, que en dicha elección quedó en quinto lugar, por cantidad de legisladores obtuvo el segundo. Franco Parisi, que se postuló por el Partido de la Gente, quedó tercero en la elección de primera vuelta, y quinto por la cantidad de legisladores obtenidos.
Pero el resultado de la elección chilena también ha tenido un fuerte impacto regional. El triunfo de Boric en segunda vuelta por 12 puntos, ha sido rotundo y alienta a la izquierda latinoamericana de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2022 en Colombia y Brasil. Pero también fortalece a las dictaduras (Cuba, Venezuela y Nicaragua), que ven un escenario regional más favorable para resistir con éxito las presiones hacia la democratización que provienen de Europa y Estados Unidos. En la elección presidencial colombiana que se realiza en mayo, el candidato de la izquierda y ex guerrillero, Gustavo Petro, hace más de un año que se mantiene en el primer lugar en las encuestas, mientras que el centroderecha todavía no ha logrado polarizar con otro candidato. En el caso de Brasil, los sondeos muestran que el ex Presidente Lula, que busca como candidato a Vicepresidente a un político proveniente del centroderecha (Geraldo Alkmin), tiene una ventaja superior a los 20 puntos sobre su principal rival, el Presidente Jair Bolsonaro, que va por su reelección. La derrota de Kast en Chile implica un retroceso para las fuerzas políticas de la “nueva derecha”, que apuestan a polarizar electoralmente con la izquierda. Pero en las fuerzas que respaldan a Kast predomina la idea de que éste ha tenido un éxito en su carrera política que le permite proyectarse como el primer líder de la oposición, y ya pensar en una nueva postulación para dentro de cuatro años.
En conclusión: el triunfo de Gabriel Boric no fue sorpresivo (la mayoría de las encuestas daban un virtual empate), pero sí lo fue la diferencia de 12 puntos que obtuvo sobre el candidato de la derecha, José Antonio Kast; la alta fragmentación parlamentaria será el principal problema político del nuevo Presidente chileno y resolverla la clave de su gobernabilidad; este problema viene creando dificultades para gobernar en los otros dos Presidentes electos en 2021 en América del Sur: Pedro Castillo en Perú y Guillermo Lasso en Ecuador; por último, el triunfo de Boric es considerado una victoria por los candidatos de centroizquierda en la región (Lula y Petro) y las dictaduras, que ven un escenario favorable para resistir las presiones de EEUU y Europa.