HISTORIA DE LA HISTORIOGRAFÍA: Desde sus orígenes hasta el estado actual de la ciencia histórica
Julio Horacio Rubé
Editorial Eter, Buenos Aires, Argentina, 2021
Reseña de Rosendo Fraga
Este libro escrito por Julio Rubé es la culminación de su intensa actividad como historiador, desde la cual ha realizado numerosos y valiosos aportes bibliográficos.
Es su culminación tanto por la extensión, como por el objeto de investigación. Analiza en profundidad la Historia de la Historiografía, desde la mirada del historiador experimentado, que le permite haber vivido la utilidad de marcos y herramientas teóricas.
Es interesante constatar la vigencia de los historiadores clásicos. El segundo del mundo griego pre-cristiano que analiza es Tucídides, quien es hoy frecuentemente citado por los especialistas en relaciones internacionales. En la descripción de la pugna entre EEUU y China por la hegemonía se suele citar el llamado “Teorema de Tucídides”, quien relató y explicó la Guerra del Peloponeso, pero desde su perspectiva ateniense.
Explicaba que cuando se producía un conflicto entre una potencia emergente y otra dominante, se hacía inevitable la guerra para definir la supremacía. Analistas contemporáneos, aplicando esta tesis, sostienen que desde mediados del segundo milenio, este tipo de conflictos se han planteado en 16 oportunidades, 13 de las cuales se definieron por la vía militar.
Desde la perspectiva del análisis político contemporáneo, Rubé cita un caso paradigmático: el de Francis Fukuyama en 1990, cuando planteó su tesis del “fin de la historia”. Para este destacado cientista político estadounidense (esa es su especialidad), la combinación de democracia con libre mercado que emerge como la fórmula triunfante tras la caída del comunismo, era el estadío más alto del desarrollo humano y político.
Fukuyama pensaba que se iba a extender por todo el mundo, llevando a una situación global en la cual los conflictos interestatales iban a ser evitados o controlados por estructuras multilaterales, como Naciones Unidas en lo político y el Fondo Monetario Internacional en lo económico. La primera Guerra del Golfo en 1991 pareció confirmar esta tesis, pero una década más tarde, el atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono mostró que no era cierta.
Se puso en evidencia así una suerte de “revancha” de la historia, sobre quienes habían pretendido negarla como una ciencia que estudia el devenir de los tiempos, en función de un estadío superior y permanente en el cual Fukuyama no discrepaba demasiado con el estadío final de la visión marxista.
Este libro revisa historiadores, escuelas y metodologías, en una visión predominantemente occidental, desde Heródoto hasta nuestros días. Reconoce la vigencia de la biografía, pero también de la autobiografía de los propios historiadores, como Eric Hobsbawn en libros como “Tiempos interesantes”.
En este marco, el libro permite analizar la evolución de la historiografía argentina, desde los primeros trabajos de Dean Funes escritos sobre el final del movimiento emancipador, y las diversas corrientes ideológicas que se inician en el Siglo XIX con diferencias, a principios del XX con debates y luego con disputas.
Nuevas formas de investigar y escribir historia, como la llamada “Historia global”, son analizadas, así como la especificidad de la historia militar, algo que el autor bien conoce.
La mayoría de los líderes políticos han hecho de la interpretación de la historia un elemento central de su visión y su modo de acción, y eso agrega una trascendencia a la historia en su proyección. En el Siglo XX, quizás Churchill haya sido el líder político que se sirvió más de la historia para su acción y reflexión, y que además de político, militar, periodista y estadista, era historiador. Su extensa “Historia de los pueblos de habla inglesa” es una evidencia de ello.
Creo que este muy buen libro del historiador Julio Rubé tiene para abordar, en futuras ediciones, el tema del impacto de las nuevas tecnologías sobre el estudio de la historia. Entre fines del Siglo XX y principios del XXI, se constata una falencia: la ausencia de las cartas, fidedigna fuente del estudio de la historia desde los griegos, que prácticamente han dejado de existir. Ellas eran un elemento vital para conocer lo que Pérez Amuchástegui denominaba la “intencionalidad” del protagonista, que podía encontrarse en las escritas privadamente. Los mails las han sustituido, pero sólo parcialmente. Temas como el big data y la inteligencia artificial plantean nuevas perspectivas, con sus ventajas y desventajas.
Queda también para analizar la historiografía comparada entre Oriente y Occidente. En el Siglo XXI es un desafío muy importante para Occidente entender y comprender a Oriente, que da a la historia un rol más relevante en la articulación de su pensamiento. El proyecto geopolítico más importante de China se denomina la Nueva Ruta de la Seda, buscando hace un milenio atrás el sentido y fundamento de una estrategia clave para su proyección como potencia global en el Siglo XXI. Todos los planes del gobierno chino de reforma social, predominio militar y hasta la carrera espacial, llevan denominaciones extraídas de la mitología y la historia china.
Pero la esencia de la historia seguirá siendo el conocimiento del pasado y la capacidad de transmitirlo hacia el futuro, y eso deja en claro este trabajo de Rubé.
En mi opinión, fue el mencionado Churchill quien dio una visión utilitaria de la historia desde su lugar de líder político, cuando dijo: “Cuanto más atrás miremos en el pasado, más adelante veremos en el porvenir”, y creo que este libro de Rubé pareciera estar escrito con este propósito, al comenzar hace 25 siglos su relato de la evolución de la historiografía occidental.