Por Rosendo Fraga.
El 15 de noviembre tuvo lugar la primera Cumbre virtual entre el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el de China, Xi Jinping. El encuentro se desarrolló al cumplirse el primer año de gobierno del titular del Ejecutivo estadounidense. Fue precedida por dos llamadas telefónicas que tuvieron lugar durante ese lapso. El primer año de Biden en el poder mostró una tensión creciente con la potencia asiática. La expectativa de que estableciera una mejor relación entre Washington y Beijing de la que tuvo su predecesor, Donald Trump, se fue diluyendo. Los conflictos comerciales se mantuvieron, la pugna por el predominio tecnológico se intensificó y el cuestionamiento estadounidense acusando a China por violaciones a los derechos humanos en su propio territorio -Hong Kong y Xinjiang-, se hicieron más fuertes. La idea de Biden de reconstituir la alianza occidental (Estados Unidos, Europa y sus aliados regionales), frente a las potencias autoritarias como China y Rusia, acentuaron la distancia. La Cumbre de los países democráticos que realiza el gobierno norteamericano el 9 y 10 de diciembre, es la manifestación más relevante de esta política. Participan más de 100 países y están excluidos China y Rusia. La decisión de Estados Unidos y sus aliados de no tener presencia diplomática en los Juegos Olímpicos de Beijing, confirmó esta política. A lo largo de 2021 se intensificó la tensión en el Indo-Pacífico. La reunión de los países del Grupo QUAD (Estados Unidos, Australia, India y Japón) y la conformación de la Alianza AUKUS (Estados Unidos, Australia y el Reino Unido), mostraron la pugna geopolítica creciente entre Washington-Beijing en la región. El acuerdo para que Australia suspenda la compra de submarinos convencionales franceses para adquirir estadounidenses a propulsión nuclear, fue considerado un hecho hostil por el gobierno chino.
El diálogo entre Biden y Xi, que se extendió durante tres horas, tuvo un tema específico central: Taiwán. Esta isla históricamente formó parte de China, pero las fuerzas nacionalistas que lideraba Chiang Kai Shek al ser derrotadas por los comunistas, se refugiaron en la isla, constituyendo un país disidente, que alcanzó un alto desarrollo económico asociado a Estados Unidos. El gobierno de Nixon reconoció al gobierno comunista de China como el único legitimado. Pese a ello, siguió dando una garantía de seguridad a Taiwán, en el caso de que fuera agredida por la China continental. A lo largo de 2021, creció la tensión militar en torno a Taiwán. Tuvieron lugar ejercicios navales en el estrecho de Taiwán -que separa la isla del continente-, de los que participaron buques de Estados Unidos y países aliados, como el Reino Unido y Australia. Por su parte, la aviación china realizó numerosas misiones de sus aviones de combate, violando la “zona de protección” declarada unilateralmente por Taiwán. China se plantea la reunificación con la isla en la segunda mitad de esta década. Considera que es parte de su territorio como objetivo prioritario. El problema político es que el modelo utilizado en Hong Kong de “un país y dos sistemas” -que se proponía para la isla-, hoy se encuentra en crisis. Por su parte, el ministro de Defensa taiwanés ha dicho que a partir de 2026 China estaría en condiciones de intentar la reunificación por la fuerza. La presencia de misiones legislativas y militares de Estados Unidos y sus aliados en Taiwán, han contribuido a escalar la tensión.
El 7 de diciembre, el Presidente Putin mantuvo una Cumbre virtual con su colega estadounidense. A mediados de año habían tenido un encuentro presencial en Ginebra, que apuntó a bajar las tensiones que se habían generado en los primeros meses de gobierno demócrata estadounidense. En el caso de Rusia, la relación con Washington parece ser peor con Biden que con Trump. No se trata de diferencias comerciales, sino de intereses estratégicos en conflicto. Rusia no es una potencia económica ni comercial, pero lo es en el terreno militar. Es considerada la tercera potencia en este campo. Europa del Este (Central y Oriental) y las ex repúblicas soviéticas, son el ámbito geográfico de la pugna entre la OTAN -la alianza militar de Estados Unidos y la mayoría de los países europeos- con Rusia y sus aliados. Europa se debate entre avanzar en una mayor integración militar con Estados Unidos o constituir una estructura de defensa propia. La dependencia europea del gas ruso condiciona en el corto y mediano plazo la relación entre el viejo continente y la potencia euroasiática. El retiro estadounidense de Afganistán implica también el debilitamiento de la influencia de Washington en los cinco países de Asia Central. Rusia tiene un gasto militar menor al de Francia o Gran Bretaña, pero articula una capacidad de acción militar superior a la de ellas. Quizás sea el país con mayor aptitud para actuar en la llamada “guerra híbrida”, que combina fuerzas regulares con milicias, fuerzas regulares encubiertas y la acción en el campo cibernético.
Pero el tema central de la Cumbre Biden-Putin fue Ucrania, centro de disputa entre Rusia y la OTAN. Se trata del país más grande de los 14 que formaron parte de la Unión Soviética. Impedir que este país se incorpore a la OTAN es un objetivo prioritario para Moscú, que en 2008 fue a la guerra en Georgia para evitar esta posibilidad. En el gobierno de Yeltsin, las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) se incorporaron a la OTAN. Con la llegada de Putin al poder cambió esta política, y Rusia se planteó impedir que la OTAN llegara a sus fronteras. La ocupación de la península de Crimea, que formaba parte de Ucrania hasta 2014, y el impulso de Moscú a la secesión en el este de este último país, generaron el conflicto entre la OTAN y Rusia más importante desde la disolución de la URSS. En 2021, buques de Estados Unidos y sus aliados europeos realizaron ejercicios militares en el Mar Negro -en el cual se encuentra la península de Crimea-, que fueron denunciados como hostiles por el gobierno de Moscú. Pero fue el conflicto en torno a Bielorrusia (su Presidente, Lukashenko, es un firme aliado de Rusia) lo que Europa y Estados Unidos consideraron un nuevo tipo de guerra híbrida. El gobierno bielorruso, que había traído a migrantes iraquíes, sirios y yemeníes de Medio Oriente, los empujó a entrar en Europa, vía la frontera con Polonia, y produjo un conflicto que se proyectó a toda Europa. La OTAN respaldó a Varsovia y también lo hizo la Unión Europea, pese a sus diferencias con el Presidente polaco. Pero fue el despliegue de tropas rusas en la frontera con Ucrania lo que escaló la tensión militar. Moscú tiene desplegados más de 100.000 hombres en ella, los que podrían ascender en poco tiempo a 180.000. La inteligencia estadounidense ha informado que en el primer trimestre del año próximo, podría darse la ocupación de las zonas prorrusas de Ucrania por parte de fuerzas rusas. Un día antes de la Cumbre con Biden, Putin visitó al Primer Ministro Modi en Nueva Delhi. Se trata de uno de los cuatro países del Grupo QUAD, articulado por Estados Unidos en el Indo-Pacífico para frenar la expansión china.
En conclusión: la Cumbre Biden-Xi realizada en noviembre no resultó eficaz para bajar la tensión entre los dos países, lo que se evidenció en el boicot a los Juegos Olímpicos de Beijing y la convocatoria a la Cumbre democrática; el desacuerdo geopolítico central estuvo relacionado con la situación de Taiwán, cuyo control el gobierno chino considera prioritario, y Washington y sus aliados mantienen el apoyo a la seguridad de la isla; la Cumbre Biden-Putin de diciembre se dio en un contexto de desacuerdos por el conflicto entre Bielorrusia y Polonia, precipitados por los migrantes llevados por Minsk a la frontera para que entren en la UE; por último, la posibilidad de que tropas rusas penetren en territorio de Ucrania, crea fuerte tensión entre Rusia por un lado, y la OTAN por el otro, y ello no se resolvió en la Cumbre entre los dos Presidentes.