Por Rosendo Fraga.
La precandidatura presidencial de Lula lo ha convertido nuevamente en el líder del “progresismo” latinoamericano. Su gira europea, a 11 meses de la próxima elección presidencial en Brasil, lo muestra buscando una imagen de moderación y nivel de estadista. Fue recibido por el nuevo Jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz, y el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, entre otros. Pero no evitó encontrarse con sectores de izquierda, como el partido Podemos de España. Muestra así una capacidad de diálogo en el ámbito internacional, de la cual carece su competidor electoral, el actual Presidente Jair Bolsonaro. Esta actitud coincide con las señales que está dando en política interna. Mantiene abierto el diálogo con figuras del centro político, como el ex Presidente Fernando Henrique Cardoso, y no descarta llevar como candidato a la Vicepresidencia a una figura de centroderecha como Geraldo Alkmin, a quien derrotó dos veces en las elecciones presidenciales que ganó. Las encuestas siguen dando una ventaja importante para Lula de entre 10 y 20 puntos sobre Bolsonaro, quien mantiene firme el apoyo de un tercio del electorado, que parece haberse consolidado tras las posturas de la “nueva derecha”. Lula mantiene su premisa de que la izquierda latinoamericana no tiene que abandonar la vía democrática. Es una forma concreta de diferenciarse de las dictaduras que se han consolidado en la región: Cuba, Venezuela y Nicaragua.
La presencia de Lula en Argentina para participar como orador en un acto convocado por el gobierno para conmemorar los 38 años de democracia, confirma el rol regional adquirido por el ex Presidente. El 10 de diciembre se cumplen además los dos años de gestión de la fórmula Fernández-Fernández y se conmemora el día de los Derechos Humanos. Lula, al igual que la ex Presidente brasileña Dilma Rousseff, forma parte del llamado “Grupo de Puebla”, constituido a principios de 2019, que reunió a figuras del “progresismo latinoamericano”, en ese momento integrado por líderes en la oposición y ex Presidentes. El actual Presidente argentino, Alberto Fernández, formó parte de este Grupo desde sus inicios. A los pocos días de ser designado candidato a Presidente por la actual Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, viajó a Brasil, visitando a Lula, entonces detenido por una condena por corrupción que después fue anulada. Este gesto consolidó la relación entre ambos. La Vicepresidenta argentina también mantuvo una sólida relación con Lula, considerándolo víctima como ella del “lawfare” (la tesis de que las causas de corrupción son manipuladas con fines políticos). La participación del ex presidente brasileño en la movilización-festival (un recital de cantantes populares acompañará la movilización política) sella una alianza política entre Lula y el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes aprovecharán la oportunidad para mostrar su unidad tras duros enfrentamientos. En la segunda semana de diciembre, Alberto Fernández participará en Brasilia de la Cumbre de Presidentes del MERCOSUR, en un contexto en el que no será fácil su relación con Jair Bolsonaro.
Mientras tanto, la polarización ideológica que se evidencia en el mundo occidental desarrollado, está llegando a la región. Lo hace claramente con la segunda vuelta de la elección presidencial chilena, que se realiza el 19 de diciembre. Compiten un candidato de la “nueva derecha”, José Antonio Kast, y un candidato de la izquierda con apoyo del partido comunista, Gabriel Boric. Según las encuestas, el último tiene entre 5 y 6 puntos de ventaja, pero la polarización es fuerte, habiendo quedado superadas y desarticuladas las fuerzas tradicionales (la Concertación de centroizquierda y la centroderecha liderada por el actual Presidente Sebastián Piñera). En Perú, el Presidente Pedro Castillo cumple cuatro meses en el gobierno y ya se ha puesto en marcha su destitución en el Congreso. El Parlamento unicameral tiene 130 legisladores. La oposición de la “nueva derecha”, cuyo núcleo central es Keiko Fujimori, ha logrado los 26 votos para habilitar el proceso de destitución por “inhabilidad moral” que permite la constitución peruana. Con 52 votos -que la oposición de derecha tendría- se habilita el debate y se somete a votación la destitución. Para hacerla efectiva se requieren 87 votos que hoy la coalición opositora no tiene, pero que en el futuro podría obtener. La elección presidencial en Colombia, que se realiza en mayo del año que viene, plantea la gestación de una polarización entre la coalición de centroderecha que gobierna, y la oposición, que lleva como candidato a Gustavo Petro, un ex guerrillero. En la elección presidencial de Brasil que se realizará a fines del año que viene, Jair Bolsonaro, de la “nueva derecha”, enfrenta una elección muy polarizada con el ex Presidente Lula.
Simultáneamente, se mantienen y consolidan las dictaduras de izquierda en la región. El régimen cubano ha dominado con éxito la protesta de la oposición del 15 de noviembre. Nicolás Maduro, a su vez, ha logrado mantener el control territorial en las elecciones regionales. Los observadores internacionales han denunciado irregularidades y en el estado de Barinas, que en las últimas décadas estuvo gobernado por la familia de Hugo Chávez, perdió la elección a manos de la oposición. Maduro ha desconocido el resultado. La oposición se ha dividido y perdido capacidad de acción en el ámbito nacional. En Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega se ha consolidado tras su reelección. La reciente elección presidencial de Honduras, que dio por ganadora a Xiomara Castro, plantea la llegada al poder de una fuerza política que fue afín al chavismo. Doce años atrás fue destituido el ex Presidente Manuel Zelaya, esposo de la ganadora de la elección presidencial. Para enfrentar las presiones de Estados Unidos, estos gobiernos buscan apoyarse en países como China, Rusia e Irán.
En conclusión: la gira de Lula por Europa Occidental buscó reconocimiento internacional para su candidatura, gestos de moderación ideológica y proyección como líder del “progresismo” en la región; su visita a la Argentina para participar de un acto con el Presidente y la Vicepresidenta, buscó articular un eje de centroizquierda en la región; la polarización político-ideológica se acentúa en los procesos electorales, como en el caso de Chile, y también en las pujas político-institucionales, como sucede en Perú; por último, las dictaduras de izquierda han resistido con éxito las presiones de Estados Unidos y Europa para su democratización, y buscan apoyos extrarregionales en China, Rusia e Irán.