Reseña de «José Félix Uriburu I. 1868-1929», de Guillermo Gasió

JOSÉ FÉLIX URIBURU. Tomo I (1868-1929)
Guillermo Gasió
Maizal Ediciones, Buenos Aires, Argentina, 2021

Reseña de Rosendo Fraga

Guillermo Gasió ha escrito los tres tomos de su gran biografía de Hipólito Yrigoyen. En su investigación para ella, ha llegado a conocer como pocos la época, la personalidad y las circunstancias de la vida del caudillo radical. 

Con este antecedente, aborda la biografía del General José Félix Uriburu, quien es considerado por muchos la antítesis de Yrigoyen por su rol en la revolución del 6 de septiembre de 1930.

No había una biografía anterior -entendiendo por tal un estudio completo sobre su vida y trayectoria-, pese a haber sido quien lideró el primer golpe militar exitoso del siglo XX en Argentina, y que rompió 70 años de estabilidad institucional.

Uriburu tiene una trayectoria fundamentalmente -aunque no exclusivamente- militar hasta 1929, año en el que finaliza este primer tomo escrito por Gasió sobre Uriburu, y que precede al segundo, que esperamos con expectativa e interés. Sigue su trayectoria militar, pero también incorpora las incursiones políticas de su biografiado, en una época en que la divisoria entre los roles políticos y militares era más tenue hasta los años 20 del siglo pasado.

Surge así que Uriburu, siendo un joven subteniente, es militante activo en la Revolución del Parque. La logia de oficiales jóvenes que participan en el movimiento se funda en su domicilio, y él es el ayudante del jefe militar del movimiento, el Coronel Campos.

Dos décadas más tarde, es electo diputado nacional, cumpliendo el período correspondiente de cuatro años en el Congreso de la Nación. Era un rol que podían tener los militares en actividad y no fue el único en ejercer esta función, permaneciendo activo en las filas militares. 

Se encuentra entre los firmantes del manifiesto que da origen al Partido Demócrata Progresista que intentó reagrupar a las fuerzas conservadoras ante el desafío que significaba para ellas la primera elección presidencial bajo la Ley Sáenz Peña de voto universal, secreto y obligatorio.

Hasta acá, vista su trayectoria, Uriburu muestra una aparente contradicción: radical en su juventud, conservador en su madurez. 

Pero su vocación y ocupación principal fue la de las armas. Sus viajes a Europa para perfeccionarse en las filas del ejército alemán, marcó su carrera en el Ejército. Estuvo allí en repetidas oportunidades, siendo uno de los militares argentinos que en la primera década del Siglo XX tiene mejor relación con el ejército alemán.

Esta situación va modelando una tercera etapa en su mentalidad política, que evoluciona hacia posiciones más autoritarias, con dudas y cuestionamientos al sistema político liberal que regía en el país. En este sentido, acompañó el giro de otras figuras del período, como por ejemplo Carlos Ibarguren. 

En la Primera Guerra Mundial fue un entusiasta defensor de la opinión pro alemana. La defensa profesional de la actuación de los jefes militares germanos empieza a tener una derivación política. 

Mientras tanto, Uriburu llega al grado de General. Lo acompaña un reconocido prestigio en las élites de nuestro país de la época, que tiene múltiples manifestaciones de adhesión, sobre todo en los diversos ascensos. 

En el primer gobierno de Yrigoyen, Uriburu es designado Comandante de la Primera División, que reunía a las unidades de la Capital, y ello le daba especial significación política. El Presidente radical no olvidaba el rol del General como Subteniente en la Revolución del Parque, treinta años antes. Pero la relación se deteriora tanto en lo político como en lo personal. 

Pero el rol de Uriburu como militar vinculado a las élites provoca su ruptura con Yrigoyen. En 1921 se cumple el centenario del nacimiento de Bartolomé Mitre. Los organizadores de la Comisión de Homenaje eligen a Uriburu para presidirla. En ese carácter, pide ser recibido por el Presidente para coordinar con el Gobierno los actos a organizarse. La demora en ser recibido, pese a la reiteración de su pedido, lleva a Uriburu a solicitar su relevo.

Alvear, al organizar su Gabinete, piensa en él como su Ministro de Guerra. Era una designación lógica: habían sido compañeros de la Revolución del Parque y además tenían conocimiento y afinidad social. Pero al advertir que había sido simpatizante de los alemanes en la Primera Guerra -lo cual no era bien visto por franceses e ingleses-, Alvear opta por el Coronel Agustín P. Justo, manifiesto simpatizante de los Aliados. Éste queda así como ministro, y Uriburu como Inspector del Ejército.

La convivencia entre ambos es correcta y armoniosa, pero el ministro impone límites a las propuestas del Inspector para fortalecer el rol de su cargo frente a las atribuciones ministeriales. La nueva presidencia de Yrigoyen hace que ambos jefes militares queden sin destino en el Ejército. Es el periodo en el que Uriburu ha sentado sus ideas en línea con el nacionalismo de las élites antiliberales y empieza una tarea conspirativa con cierto grado de improvisación. Acá termina el primer tomo de Gasió sobre Uriburu. 

Pero adelanta aspectos de la segunda entrega, al realizar menciones sobre la faz humana de Uriburu. Lo presenta como un militar distante de sus subordinados, pero respetuoso de los mismos. En la faz personal, lo pinta como un abuelo cariñoso, marcado por la bondad hacia sus nietos. En ese sentido, resalta el contraste entre la imagen política y las características humanas en lo familiar. 

Esta biografía viene a llenar un vacío en la historiografía del período. Gasió la ha escrito con su probada aptitud de minucioso investigador, manteniendo cierta distancia para no perder objetividad, como hiciera con su reconocida obra sobre Yrigoyen.

Sólo resta esperar ahora la publicación del segundo tomo, que abordará la faz plenamente política de Uriburu.

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