Tendencias ideológicas y procesos electorales

Por Rosendo Fraga.

En noviembre ha tenido lugar la Cumbre anual de los Jefes de Gobierno de Estados Unidos, Canadá y México. En la faz económica, están unidos por la integración comercial establecida desde hace décadas. Pero en los últimos años comenzó a tener también un desarrollo político. La Cumbre anual de los tres Jefes de Gobierno es un hito en este sentido. A esta reunión se la denomina “Los Tres Amigos”. En términos geopolíticos se ha ido definiendo a América del Norte como una subregión del continente americano. Ya varios organismos oficiales de los Estados Unidos separan el continente en dos regiones: América del Norte por un lado, y América del Sur, Central y el Caribe por el otro. Esta situación da a México una perspectiva que ha venido cambiando su política exterior. Su creciente importancia para Estados Unidos se vincula con el tema migratorio y demográfico. Dos tercios de los hispanos que viven en Estados Unidos son de origen mexicano -con mayor crecimiento poblacional que la media estadounidense-, es decir 38 millones, el 12% de la población total del país. De estos, hay 11 millones que son ilegales y el reclamo mexicano es su legalización. Pero a esto se agrega el rol de México como puerta de entrada de la migración de América Central y el Caribe a los Estados Unidos, atravesando la frontera de Río Grande. En este encuentro, Andrés López Obrador fue elogioso con Biden, destacando que daba un tratamiento a su país mejor que el recibido en otras épocas. Dos años atrás, en la última reunión presencial de “Los Tres Amigos”, el Presidente mexicano tuvo conceptos similares respecto a Donald Trump.

La elección presidencial de Honduras es asumida como una victoria regional por las dictaduras de la región. Xiomara Castro del Partido Libre, que puede ser definido como de centroizquierda, se impuso por más de 20 puntos y superando el 50%, sobre su rival, Nasry Asfura, candidato del oficialismo de centroderecha. La candidata ganadora es la esposa del ex Presidente Manuel Zelaya, quien fuera destituido hace 12 años, en lo que la izquierda regional considera el primer “golpe blando” en América Latina en el siglo XXI, y al que le sucedieron situaciones semejantes en Paraguay, Brasil y otros países. En aquella oportunidad, el Congreso, la Justicia y las Fuerzas Armadas convergieron para destituir al esposo de la ahora Presidenta, cuando buscaba incorporar Honduras al ALBA (Alianza Bolivariana de las Américas) que lideraba Hugo Chávez. Desde entonces, el país fue gobernado por la centroderecha, con una mala gestión en lo económico, social y en seguridad. El país sufre un alto nivel de delincuencia y narcotráfico. El hermano del actual Presidente, Juan Orlando Hernández, se encuentra detenido en Estados Unidos y acusado por tráfico de drogas, mientras la Justicia de este país considera al mandatario que termina como cómplice de su hermano. Honduras está así gobernado por una fuerza de centroderecha, pero que tiene malas relaciones con Estados Unidos. Cuba, Venezuela y Nicaragua rápidamente asumieron el resultado de la elección hondureña como un éxito propio. Honduras tiene una población de 10 millones de habitantes, pero para Washington es importante porque integra el llamado “Triángulo Norte” de América Central, compuesto también por El Salvador, gobernado hoy por el populista de derecha Nayib Bukele, y Guatemala, cuyo Presidente, Alejandro Giamattei, enfrenta una situación político-institucional con semejanzas a la que está terminando en Honduras. En estos tres países vive una población equivalente al 10% de la estadounidense y genera un flujo migratorio creciente hacia Estados Unidos a través de México.

La izquierda “moderada” en la región no está representada por un gobierno, sino por un ex Presidente y precandidato para 2022: Lula da Silva. Sostiene la tesis de que la izquierda latinoamericana no debe abandonar la vía democrática, buscando diferenciarse de gobiernos como los de Nicaragua, Cuba y Venezuela. Acaba de realizar un viaje por Europa, donde se reunió con el nuevo Jefe del Gobierno alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, y con el Presidente Emmanuel Macron, entre otros, buscando alcanzar una imagen moderada en el mundo occidental desarrollado. En la política interna se han hecho públicas sus conversaciones para integrar la fórmula con una figura moderada de centroderecha, Geraldo Alkmin, el candidato derrotado por Lula en las dos segundas vueltas presidenciales que ganó, y que pertenece al PSDB, el partido del ex Presidente Fernando Henrique Cardoso. En alguna medida, puede sumarse a la línea que representa Lula al actual Presidente de Bolivia, Luis Arce, aunque el líder de su partido, el ex Presidente Evo Morales, mantiene una fuerte solidaridad con Venezuela, Cuba y Nicaragua. El Presidente Pedro Castillo en Perú, que ha cumplido cuatro meses en el poder y vive una situación política muy frágil, podría ubicarse en la línea marcada por Lula, a partir de su ruptura con el líder de su partido, Vladimir Cerrón.

La “nueva derecha occidental” va a la segunda vuelta de la elección presidencial chilena, que tendrá lugar el 19 de diciembre, con la candidatura de José Antonio Kast. Esta línea en realidad irrumpe en la política regional con Jair Bolsonaro, que asume la Presidencia en Brasil el 1° de enero de 2019, y es considerado el líder del país más grande del mundo occidental en esta corriente político-ideológica, representada en Estados Unidos por Trump, en Europa por la llamada “derecha soberanista” en Francia, Italia y España, y en países de Europa Central. Kast tuvo un rápido crecimiento que le permitió ganar la primera vuelta con el 28% de los votos, imponiéndose sobre el candidato de la izquierda, Gabriel Boric, que obtuvo el 26%. Las primeras encuestas que se han conocido dan al último ventaja para la segunda vuelta, pero no parece ser definitiva ni irreversible. El candidato de la “nueva derecha» en Chile no ha ocultado su afinidad con Trump y Bolsonaro. En la elección legislativa de medio mandato en Argentina ganó una fuerza de centroderecha, Juntos por el Cambio, e irrumpió también la “nueva derecha” con el Partido Libertad Avanza de Javier Milei. Los gobiernos de Paraguay, Uruguay y Ecuador pueden ubicarse en una línea de centroderecha. Colombia es el tercer electorado de América Latina y el segundo de América del Sur. Elige Presidente el mayo de 2022 y puede ganar un candidato de centroizquierda, el ex guerrillero Gustavo Petro, quien podría ubicarse cerca de la posición que representa Lula. La fuerza de centroderecha que gobierna aparece dividida hoy entre sectores que adhieren a la “nueva derecha” y a la centroderecha tradicional.

En conclusión: la reunión anual de los Jefes de Gobierno de Estados Unidos, Canadá y México, mostró la creciente integración económica y geopolítica en el marco de Norteamérica como región, situación que favorece a México; el triunfo de Xiomara Castro en Honduras fortalece a la izquierda populista en la región, con Cuba, Nicaragua y Venezuela haciendo propio el éxito electoral; Lula representa la izquierda moderada en América Latina, siendo un precandidato presidencial con posibilidades de volver al poder en el país más grande de la región; por último, la “nueva derecha” que irrumpió en América Latina con el triunfo de Bolsonaro en Brasil, puede expandirse si el candidato de esta corriente ideológica, Kast, ganara la segunda vuelta de la presidencial chilena.

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