Cuatro líneas ideológicas en la región

Por Rosendo Fraga.

En América Latina, el eje de izquierda autoritario representado por Cuba, Venezuela y Nicaragua, se fortalecerá en las próximas semanas. El régimen cubano enfrentará el 15 de noviembre una nueva protesta opositora. Probablemente será reprimida con éxito, demostrando la inviabilidad de producir un cambio de régimen a través de este tipo de manifestaciones. En el caso de Nicaragua, hoy no está en duda que el Presidente Daniel Ortega obtendrá su quinto mandato en la elección que tendrá lugar el primer domingo de noviembre. Veintiséis países de la Organización de Estados Americanos (OEA), han condenado la detención de candidatos opositores, a los que se han sumado los dirigentes de la principal central empresaria. Pero la condena no tuvo el voto de México, Argentina y Bolivia. En cuanto a Venezuela, el régimen de Maduro mantiene en suspenso las negociaciones con la oposición que se realizan en México para asegurar la transparencia de la elección regional del 21 de noviembre. Las tensiones con Estados Unidos escalan por las acciones judiciales de este país -pedidos de extradición- que se han producido en las últimas semanas, de personajes del régimen chavista. Pero esta situación también revela que el problema para Estados Unidos de estos tres gobiernos como amenaza regional ha bajado. Hoy la prioridad de Washington en América Latina está centrada en el tema migratorio en México, Centroamérica y el Caribe, y la presencia china en América del Sur.

Paradójicamente, cuando el giro a la izquierda parecía una tendencia casi inexorable en la región, ha irrumpido la posibilidad de articular una corriente de derecha extrema. El Partido Vox de España ha lanzado el proyecto de crear una Liga Iberoamericana de esta ideología política. Se pretende reunir a Bolsonaro -su hijo Eduardo es el que maneja sus relaciones internacionales-, que pese a estar perdiendo en las encuestas, tiene una presencia importante en Brasil. Kast, el candidato de extrema derecha en Chile para las elecciones presidenciales del 21 de noviembre, y Keiko Fujimori, derrotada por menos de un punto en la última elección presidencial peruana, son otras figuras que forman parte de las conversaciones. En Colombia, el ex Presidente Álvaro Uribe está participando de la iniciativa, así como el ex Presidente conservador, Andrés Pastrana. La oposición boliviana se está respaldando en esta línea ideológica occidental, que en la elección legislativa argentina está representada por Javier Milei. En México, están en contacto un grupo de legisladores del PAN y el PRI, que carecen de un liderazgo significativo. En la política estadounidense, todos estos sectores se referencian con el Partido Republicano y el liderazgo de Donald Trump, siendo el senador Ted Cruz quien participa personalmente de esta iniciativa. Vox, en esta iniciativa, cuenta con el respaldo de la ultraderecha europea.

En cuanto a la línea de centroderecha que ha sido relevante en las últimas décadas, pierde espacio al igual que sucede en Estados Unidos y Europa. Esta línea, que en los años noventa era representada por Cardoso en Brasil, Menem en Argentina y Alwyn y Frei en Chile, se ha desarticulado. Sólo se alinean en esta posición en América del Sur, Ecuador, Uruguay y Paraguay. En Colombia, el oficialismo hoy aparece dividido entre centroderecha y derecha extrema. En Argentina, la principal fuerza de oposición, Juntos por el Cambio, está en esta línea, al igual que parte de la oposición peruana. Esta línea ha perdido desde 2019 los gobiernos de Argentina y Perú, y corre riesgo de hacerlo en las próximas presidenciales de Chile y Colombia. Gobiernos de Centroamérica como el de El Salvador han pasado de la centroderecha a una ultraderecha populista. Esta tendencia coincide con la derrota de la democracia cristiana en Alemania y la pérdida del Partido Popular continental del control del Parlamento Europeo. Frente a ello han crecido las fuerzas de derecha extrema, y la próxima elección presidencial francesa muestra esa tendencia. En Estados Unidos, el centroderecha moderado y el progresismo dividen y debilitan el partido demócrata, mientras que Trump se mantiene como el líder dominante del partido republicano, que ha girado a la ultraderecha. 

La socialdemocracia o centroizquierda moderada ha perdido posiciones en la región, pero aspira a recuperarlas con un triunfo de Lula en Brasil. Este, en su pre-campaña electoral para la presidencial que tendrá lugar en octubre de 2022, plantea que la izquierda latinoamericana no debe abandonar la vía democrática. Pero hoy, en Sudamérica, los presidentes de Argentina y Bolivia gobiernan con coaliciones en las cuales conviven sectores socialdemócratas y populistas de izquierda. El gobierno de López Obrador en México puede adscribir a ella, pero su influencia regional es baja. El Grupo de Puebla (nucleamiento integrado por ex presidentes latinoamericanos y los presidentes de Argentina y Bolivia), en líneas generales podría ubicarse en esta tendencia. El candidato que está primero en las encuestas en Chile (Gabriel Boric) parece representar una coalición que lo ubica entre la izquierda y la socialdemocracia. Al comenzar el proceso de democratización en la región tras los gobiernos militares, en la región predominaba esta línea con los gobiernos de Alfonsín en Argentina, Sarney en Brasil y Alan García en Perú, coincidiendo con lo que sucedía en Europa con España, Francia, Italia y Alemania. 

En conclusión: la línea de dictadura autoritaria que alinea a Nicaragua, Venezuela y Cuba, se fortalecerá en el corto plazo, con victorias electorales en los dos primeros y la represión de la oposición en la última; en 2021 ha surgido una línea de derecha extrema, constituida por Bolsonaro en Brasil y figuras como Keiko Fujimori en Perú y Kast en Chile, lo ha hecho impulsada desde Europa y Estados Unidos; el centroderecha moderado está perdiendo influencia, como sucede en las democracias del mundo desarrollado, pero México podría adscribirse a esta línea, aunque con características populistas; por último, algo parecido sucede con la socialdemocracia, que ha retrocedido -como también en el mundo desarrollado- en el ámbito regional.

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