Por Rosendo Fraga.
A menos de tres semanas de las elecciones, el oficialismo muestra sus contradicciones y diferencias internas. La convocatoria realizada por la CGT el lunes 19 de octubre, junto con movimientos sociales, mostró al sindicalismo buscando una posición equidistante, tanto del Presidente como de la Vicepresidenta. Respecto al primero, porque perciben su debilidad, y frente a la segunda, por la aspiración del kirchnerismo de tomar el control de las obras sociales sindicales, base del poder económico de los gremios. El tema de la seguridad también mostró diferencias. Mientras el ministro nacional, Aníbal Fernández, adoptó una actitud dialoguista frente a los grupos mapuches radicalizados en apoyo de la posición del Presidente, el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, tras criticar al Presidente por su falta de identificación con el peronismo, calificó a los grupos violentos de la Patagonia como “terroristas”. Las diferencias también se manifiestan en la campaña. Mientras el experto catalán que asesora a la campaña nacional del Frente de Todos insiste en tomar como eje el “Sí”, la primera candidata a diputados del oficialismo en la provincia de Buenos Aires, Victoria Tolosa Paz, inició su debate televisivo frente al candidato de Juntos por el Cambio, Diego Santilli, enumerando media docena de “No”. Los conflictos en los espacios de poder que ocupa La Cámpora por un lado, y el control territorial de gobernadores e intendentes por el otro, es otro conflicto en desarrollo.
Previendo la alternativa de una derrota, el oficialismo ha comenzado a radicalizarse ideológicamente. Si bien no puede descartarse que el Frente de Todos gane la provincia de Buenos Aires por un voto, es claro que ello no significará una victoria. Para la Vicepresidenta, evitar que la mala elección traiga como consecuencia la pérdida de poder, es el objetivo prioritario. En el Senado, donde ella puede perder la mayoría, ya media docena de legisladores parecen anticipar su intención de formar un bloque aparte, sin abandonar por ello el Frente de Todos por ahora. Para evitar este tipo de situaciones en el escenario postelectoral, la Vicepresidenta ha impulsado el giro ideológico del oficialismo. Las manifestaciones y cánticos de La Cámpora contra el acuerdo con el FMI son una prueba de ello, que confirma que dicho acuerdo pasa para 2022. La decisión del ministro Martín Guzmán de ponerle a un salón del Ministerio de Finanzas el nombre de “Abuelas y Madres de Plaza de Mayo”, es una concesión a uno de los sectores del oficialismo más antagónicos con el FMI. El control de precios va en la misma dirección y el Gobierno pretende que intendentes, gobernadores, sindicatos y movimientos sociales participen activamente en él, especialmente en el Gran Buenos Aires. En la política exterior, la negativa a criticar las detenciones a la oposición nicaragüense, se inscriben en la misma línea, al igual que el respaldo del embajador argentino en Chile al pedido de libertad condicional del líder mapuche Jones Huala. Las últimas declaraciones de Martín Guzmán sobre la demora en la negociación con el FMI y la de Máximo Kirchner diciendo que una derrota no cambia nada, y que tras ella se continuará con el programa votado en 2019, confirman este giro.
En la oposición, las divergencias ideológicas se acentúan, al igual que las políticas. El liderazgo de Horacio Rodríguez Larreta y su candidatura presidencial para el 2023 están en duda. El Jefe de Gobierno porteño estructuró su estrategia en tándem con el Presidente Alberto Fernández. El diálogo entre ambos era la clave, pero hoy el Presidente aparece muy debilitado frente a los avances de la Vicepresidenta y la autonomía del Jefe de Gabinete, Juan Manzur. Además, el electorado opositor se ha corrido a la derecha y comienza a haber -como en varios países del mundo occidental y también en algunos de la región- un voto sobre la derecha extrema, independiente del centroderecha. Ya no sólo hay competencia entre Larreta y Macri, sino también la hay entre el ex Presidente y Patricia Bullrich. La propuesta de diálogo y concertación planteada por el Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que tuvo una respuesta positiva por parte del Jefe de Gobierno porteño, fue rechazada de plano por Alfredo Cornejo y Patricia Bullrich, los presidentes de las dos fuerzas principales de Juntos por el Cambio. Ello obligó a Larreta a desdecirse a las pocas horas. Mientras tanto, Javier Milei -que busca ser la expresión local de la ultraderecha occidental- continúa disputándole al peronismo el segundo lugar en la elección legislativa de Ciudad de Buenos Aires, creciendo a costa de la lista encabezada por María Eugenia Vidal. Ricardo López Murphy mantiene un rol activo en la campaña de Juntos por el Cambio, pero parte de sus votantes están girando hacia Milei. Por su parte, el radicalismo busca aumentar su espacio en el campo opositor, relanzando la figura de Facundo Manes.
El resultado electoral es incierto pero no sus efectos políticos, que serán adversos para el oficialismo. El gobierno nacional y el bonaerense están invirtiendo importante cantidad de recursos para lograr que los votantes del peronismo que no concurrieron a votar en las PASO, esta vez lo hagan. Claramente, la campaña muestra lo que ha cambiado la base política de La Cámpora que responde a Cristina. Dos años atrás era la militancia de las universidades públicas; hoy, en cambio, son los “ni-ni” del conurbano (los jóvenes que ni estudian ni trabajan) la nueva base de esta agrupación. Si el oficialismo ganara por un voto la provincia de Buenos Aires, no implicaría ya un triunfo del Gobierno, tan sólo sería evitar una derrota más importante. En cuanto al Senado, la posibilidad de retener la mayoría parece complicada. La provincia de Chubut es la más importante, porque de repetirse el resultado de las PASO, el oficialismo perdería dos bancas en la Cámara Alta. Con la posición del gobierno nacional reacia a enfrentar el conflicto mapuche, la posibilidad de dar vuelta el resultado en esta provincia parece alejarse. Lo que parece irreversible es el resultado en el porcentaje nacional, donde la ventaja opositora será importante, dada la deserción de votantes de clase media urbana en el Frente de Todos.
En conclusión: pese a la proximidad de la elección, el oficialismo sigue mostrando sus diferencias y contradicciones internas, complicando su campaña electoral; el kirchnerismo va imponiendo una radicalización ideológica al oficialismo, que anticipa la respuesta a un resultado electoral que probablemente sea adverso; a su vez, en la oposición, las diferencias ideológicas se acentúan, con la posición dialoguista de Rodríguez Larreta que se debilita y un giro a la derecha de su electorado; por último, aunque el oficialismo lograra ganar por un voto la provincia de Buenos Aires, no sería una victoria frente a la pérdida de la mayoría en el Senado y la ventaja opositora en el promedio nacional.