Por Rosendo Fraga.
En el atardecer del martes 12 de enero de 2021, los ocho jefes militares más relevantes de Estados Unidos firmaron un documento conjunto de respaldo al sistema institucional estadounidense. Lo hicieron el jefe y subjefe del Estado Mayor Conjunto, los jefes de estado Mayor de las cuatro Fuerzas Armadas (Ejército, Marina, Infantería de Marina y Fuerza Aérea), el Comandante de la Fuerza Aeroespacial y el jefe de la Guardia Nacional. El texto comenzaba diciendo que por casi 250 años los estadounidenses habían confiando en ellas para proteger la constitución, obedeciendo y subordinándose al liderazgo civil, en un planteo de tipo institucional. Respecto al ataque al Capitolio, lo consideraron un “asalto directo” al Congreso y al proceso constitucional. Subrayaron que esta “disrupción” en la Constitución no es sólo contra las tradiciones y los valores sino “contra la ley”, y manifestaron que el 20 de enero el presidente electo Joe Biden iba a asumir como el 46° Comandante en Jefe de la nación. Políticamente, se trató de un explícito respaldo al presidente electo. Pero esta inédita definición no fue un hecho aislado, sino consecuencia del proceso de conflicto político que vivió Estados Unidos. En junio de 2020, durante los violentos incidentes raciales, los militares estadounidenses habían desconocido una orden no escrita del presidente Trump para intervenir en la represión de las protestas. Fue una decisión militar homogénea y unánime tras alguna duda del Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, quien finalmente dijo que debían “abrazar” la constitución porque “es nuestra estrella del norte”.
Meses después, el Jefe de Estado Mayor Conjunto, Mark Milley, compareció en una audiencia ante el Congreso. Ante la pregunta de senadores demócratas de si se contemplaba una intervención militar en caso de que Trump se aferrara al cargo y se negara a reconocer un triunfo demócrata bajo el argumento de supuesto fraude, Milley respondió que “el sistema político en su faz jurídica y parlamentaria tiene los mecanismos para resolverlo sin intervención de las Fuerzas Armadas”. El lunes 4 de enero el Washington Post publicó una nota firmada en forma conjunta por 10 ex secretarios de Defensa de presidentes demócratas y republicanos, que incluía a dos de Trump: el general James Mathis y Mark Esper, que había renunciado semanas antes. En ella alertaban sobre el riesgo de las maniobras de Trump para tratar de involucrar a las Fuerzas Armadas en acciones para impedir la formalización de la elección en el Colegio Electoral, la transición y la asunción de Biden. Esta advertencia, sin precedentes hasta que fue planteada, tuvo lugar dos días antes del ataque al Capitolio. Se evidenció así, que la inédita manifestación pública del 12 de enero de las Fuerzas Armadas en su conjunto en apoyo de la constitución y la asunción de Biden, fue consecuencia de un proceso que fue gestándose desde mediados de 2020.
El 28 de septiembre de 2021 declararon ante el Senado estadounidense el Jefe del Estado Mayor Conjunto, general Mark Milley, y el Comandante del Área central -que comprende Afganistán-, general Kenneth Mackenzie. La audiencia fue convocada para analizar la retirada de Afganistán, que terminó dejando sensación de derrota. Ambos dijeron que habían recomendado que aproximadamente 2.500 hombres permanecieran en ese país, pero que el Presidente Biden había mantenido la orden dada en abril, de la retirada completa antes del 11 de septiembre, al cumplirse los 20 años del atentado a las Torres Gemelas y al Pentágono. Es decir, que el Presidente demócrata había confirmado la fecha estipulada en el acuerdo firmado por el Presidente Trump con los representantes de los talibán. Ante la pregunta de si la desordenada evacuación había afectado la imagen de Estados Unidos, el general Milley contestó que aliados y adversarios estaban “revisando intensamente” la credibilidad en Estados Unidos. Agregó que los talibán “eran y siguen siendo una organización terrorista” y que aún no han roto los lazos con Al-Qaeda. “Una red Al-Qaeda o un grupo Estado Islámico reconstituido, con aspiraciones de atacar a Estados Unidos, es una posibilidad muy real”, concluyó. En la misma línea se pronunció el Jefe del Comando Central (CENTCOM), el general Kenneth Mackenzie. En la audiencia también declaró el Secretario de Defensa de los Estados Unidos, el general retirado Lloyd Austin, que ratificó la versión del Presidente. Dijo que “el hecho de que el Ejército afgano, que nosotros y nuestros socios entrenamos, simplemente se haya desvanecido, en muchos casos sin un solo disparo, nos tomó a todos por sorpresa”. Agregó que “pese a haber proporcionado al Ejército afgano equipo y aviones y el entrenamiento para usarlos, al final no pudimos proporcionarles la voluntad de ganar”.
El mismo día, el general Milley fue interrogado por los senadores acerca de las revelaciones hechas en el nuevo libro de los periodistas Bob Woodward y Robert Costa, “Peligro”. En él cuentan que el Jefe del Estado Mayor Conjunto mantuvo dos llamadas con su par chino, Li Zuocheng, en octubre de 2020 y en enero de 2021, cuando estaba en el poder Donald Trump. Milley explicó que había informado personalmente “tanto al secretario de Estado (Mike) Pompeo como al Jefe de Gabinete de la Casa Blanca (Mark) Meadows sobre la llamada, entre otros asuntos. Pronto, después de esto, asistí a una reunión con el secretario en funciones Miller, donde le informé de la llamada”. De acuerdo al libro, Milley organizó además una reunión secreta de los altos mandos después del asalto al Capitolio, para el caso de que Trump intentara lanzar un ataque nuclear sobre Irán y eventualmente China. Pero el general sostuvo que las llamadas del 30 de octubre y el 8 de enero fueron coordinadas antes y después con los entonces Secretarios de Defensa Mark Esper y Cristopher Miller. Cabe recordar que el primero dejó el cargo en noviembre y en enero firmó una declaración junto con ex Jefes del Pentágono republicanos y demócratas, cuestionando la actitud que había asumido Trump después de la derrota. Agregó que “estoy seguro que el Presidente Trump no tenía intención de atacar a los chinos” y afirmó que su objetivo era rebajar la tensión y enviar un mensaje a China de que estuvieran tranquilos porque Estados Unidos no pensaba atacar. Trump exigió que el general Milley fuera juzgado por traición de confirmarse su conversación con el general Li, “a espaldas del Presidente”. Pero Biden apoyó a Milley, destacando que tiene “una gran confianza” en él.
En conclusión: la nota firmada el 12 de enero por los ocho Jefes Militares más importantes de EEUU ratificando su compromiso con la constitución, cuando Trump hablaba de fraude, fue un hecho inédito en cuanto al rol militar; este proceso comenzó en junio de 2020, cuando tras los disturbios raciales en Washington, el Jefe del Estado Mayor Conjunto expresó que la constitución era “el norte” de las Fuerzas Armadas; el 28 de septiembre de 2021, el general Mark Milley, junto con el Comandante Central de Estados Unidos, dieron un enfoque diferente al del Gobierno, respecto de la retirada de Afganistán; por último, ese mismo día Milley, ante afirmaciones que le adjudicaba haber advertido a su par chino que la crisis política no iba a tener consecuencias militares, afirmó que habían sido con conocimiento de los Secretarios de Defensa.