La crisis de Brasil

Por Rosendo Fraga.

La crítica situación social ha incentivado la oposición contra el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien intenta contener la situación aumentando la ayuda social. Un juez del Supremo Tribunal Federal (STF) obligó al gobierno brasileño a suministrar información sobre sus políticas contra el hambre. Ello tuvo lugar luego de la publicación por parte del diario Extra de Río de Janeiro, de fotos en las que decenas de personas hacen fila para llevarse huesos y grasa de carne de vaca descartadas por los supermercados. El juez Antonio Dias Toffoli se hizo eco de un pedido de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) para conocer la política del gobierno federal para enfrentar el tema. Dio un plazo de 10 días a la Abogacía del gobierno -equivalente a la Procuración del Tesoro de Argentina- para responder. El hecho tiene lugar en el marco de tensiones entre los tres poderes del Estado que vienen teniendo lugar en los últimos meses. Un caso similar ocurrió en Cuiabá, capital de Mato Grosso y principal estado ganadero del país. Organizaciones no gubernamentales de Río de Janeiro han venido informando que sus comedores no dan a basto. El economista de la Fundación Getulio Vargas, Marcelo Neri, especialista en datos sociales e inseguridad alimentaria, sostiene que la situación se siguió deteriorando pese al pago de ayudas sociales durante los peores seis meses de la pandemia (una suerte de IFE de la Argentina). Sostuvo que el 46% del segmento con menores ingresos admite que le falta dinero para comer, pese a las ayudas sociales del Gobierno. Están bajo la línea de pobreza 27 millones de brasileños y en 2020 sufrían inseguridad alimentaria unos 19,2 millones, que representan el 8,7% de la población del país.

Por su parte, el diario O Globo de Río de Janeiro, informó que más del 5% del país está dentro del Mapa del Hambre de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). La información no es oficial porque en el último gobierno de Dilma Rousseff, Brasil salió de esta estadística. El tema se agrava porque los últimos 12 meses la inflación acumulada llegó al 10% por primera vez desde 2015. El gobierno de Bolsonaro está pagando un subsidio de 200 reales durante 3 meses a más de 60 millones de personas que viven en la informalidad y prepara un plan social para que sea una parte importante de su campaña electoral para su reelección en octubre de 2022, hoy puesta en riesgo por la ventaja que le lleva el ex Presidente del PT, Luis Lula da Silva. El recuerdo de los logros de los dos periodos presidenciales de Lula, en los cuales se redujeron pobreza e indigencia, juega a su favor. En su requerimiento al STF, la OAB indicó que entre 2018 y 2020 el número de personas que sufrió inseguridad alimentaria grave en Brasil, pasó de 10,3 millones a 19,1 millones. El aumento del precio de la garrafa de gas ha jugado un rol en el deterioro de los indicadores sociales, ya que la empresa estatal Petrobras lo fija de acuerdo a precios internacionales. Ante este cuadro, el jueves 30 de septiembre el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) realizó en Brasilia una marcha contra el hambre.

Si bien falta un año para la elección presidencial, las tendencias son muy desfavorables para Bolsonaro. De las encuestas publicadas, la peor para él es la que le otorga 22% de intención de voto contra el 44% de Lula, y la que más lo favorece le adjudica al ex Presidente del PT 40% frente al 30% del actual Presidente. La realizada por Ipespe da cuenta que la opinión desfavorable de la gestión de Bolsonaro está en 61% y la favorable en 22%. En cuanto al Legislativo, el 48% de los brasileños mantiene una opinión desfavorable del Congreso, mientras que sólo el 9% la tiene favorable. Respecto al Supremo Tribunal Federal, la opinión positiva es de 30%, el 28% la tiene regular y el 38% negativa, pero es mejor que la de los otros dos poderes del Estado: el Ejecutivo y el Legislativo. Sobre el juicio político a Jair Bolsonaro, el 51% está a favor y el 45% en contra, en este tema aparece una división entre dos bloques relativamente equiparables. En cuanto a las instituciones, la mejor imagen la tiene las Fuerzas Armadas, con 58% de confianza; sigue la Iglesia Católica con 57%, bancos con 40%, iglesias evangélicas 38%, prensa 38%, empresarios 36%, sindicatos 28% y partidos políticos 9%. En relación a la economía, el 64% cree que va por un camino equivocado y el 27% opina que lo hace por el correcto. Sobre el empleo, 55% cree que tendrá posibilidad de mantenerlo en los próximos 6 meses, mientras que el 37% considera que no podrá conservarlo. En cuanto a la elección presidencial, el 43% estaría votando por Lula y el 28% a favor de Bolsonaro. El tercer candidato es Ciro Gomes con 11% y luego está Joao Doria con 5%.

Pero los mercados y los economistas creen que ha comenzado una recuperación de la economía, tras la declinación del Covid-19, y el Banco Central estima que el PBI crecerá 4,7% este año y 2,1 en 2022. El avance de la campaña de vacunación y la progresiva liberación de restricciones, están generando un efecto favorable para la economía de Brasil. El desempleo cayó de 14,1% a 13,7% en el trimestre móvil junio-julio-mayo, en comparación con los tres meses anteriores, según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística. La población ocupada (89 millones de personas) creció 3,6% (más de 3,1 millones de personas) respecto al trimestre móvil anterior, y un 8,6% respecto al mismo trimestre de 2020. En parte, la suba del empleo se ha dado por el incremento de la informalidad, que alcanza al 40,8% de los trabajadores. Los economistas encuestados por el Banco Central de Brasil estiman que el PBI se expandirá un 5,04% este año y 1,57% el próximo, un escenario poco favorable para las aspiraciones de reelección de Bolsonaro. El crecimiento está impulsado especialmente por el sector de servicios, que crecería 4,7%, pero las estimaciones para la industria cayeron del 6,6% al 4,7%. En el caso de la agricultura, su pronóstico de crecimiento cayó del 2,5% al 2%. Respecto a la inflación para 2021, se espera 8,5%, tres puntos más sobre la meta oficial, y para 2022 bajaría a 3,7%.

En conclusión: la noticia mostrando gente que concurría a recibir carne de descarte de los supermercados, llevó a un integrante del STF a pedir al Ejecutivo información sobre los planes de ayuda alimentaria; por su parte, el diario O Globo dio cuenta de una información extraoficial de Naciones Unidas sobre que el 5% de la población brasileña se encuentra en su “Mapa del Hambre”; las encuestas, en forma coincidente, muestran una imagen desfavorable respecto al Presidente, y la de Ipespe da a Lula el 43% de intención de voto frente al 28% de Bolsonaro; por último, las estadísticas muestran que la economía ha comenzado a recuperarse y la creación de empleo también.

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