Por Rosendo Fraga.
En noviembre tendrán lugar cuatro elecciones en América Latina: la legislativa de Argentina, las presidenciales de Nicaragua y Chile, y la regional venezolana. Comenzando por la primera, las legislativas del 14 de noviembre adquieren significación regional porque dos años atrás, la fórmula integrada por Alberto Fernández como Presidente y Cristina Fernández de Kirchner como Vicepresidente, inició un giro hacia la izquierda en la región, después de un lustro durante el cual la región había girado en sentido contrario, tras más de una década de predominio del centroizquierda. En la elección argentina está en juego un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados. El país tiene un sistema electoral muy particular: las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), por el cual dos meses antes de la elección, se vota obligatoriamente en todos los partidos y el mismo día, para elegir los candidatos. En los hechos, muchos partidos presentan una lista única. En realidad no se está eligiendo ninguna banca, pero se trata de primarias que tienen un fuerte impacto político. Así ha sucedido con las PASO realizadas el 12 de septiembre, en las cuales los candidatos del oficialismo tuvieron una dura derrota. Perdieron por 10 puntos en el promedio nacional. En los últimos meses, el triunfo del partido de Evo Morales en las presidenciales bolivianas, la victoria de fuerzas radicalizadas en las elecciones para la Constituyente chilena, y el triunfo de Castillo en Perú, mostraron un giro hacia la izquierda. Por el contrario, la victoria de Guillermo Lasso en Ecuador fue un resultado en la dirección contraria.
La elección presidencial nicaragüense se realiza una semana antes que la argentina, el 7 de noviembre, y el Presidente Daniel Ortega pretende ser reelecto para un quinto mandato presidencial. En los últimos años, este ex líder de la guerrilla que venció a la dictadura de Anastasio Somoza a fines de los años setenta, ha ido derivando de un populismo autoritario a una dictadura que tiene como referencia las de Cuba y Venezuela, con las que se alinea políticamente. En los últimos meses, detuvo a siete candidatos presidenciales opositores, a decenas de aspirantes a otros cargos, y recientemente pidió la captura de un destacado intelectual nicaragüense, Sergio Ramírez. El mundo occidental (Estados Unidos, Europa y los gobiernos de centroderecha de América Latina) han condenado las medidas represivas de Ortega y exigido que las elecciones sean libres. Ello no sucederá. El Presidente de Nicaragua está decidido a consolidar un régimen dictatorial, pese a la fuerte oposición en el mundo occidental. Su esposa, Rosario Murillo, juega un rol muy importante en el poder, siendo la Vicepresidenta. La relación suele ser denominada “el matrimonio presidencial”, situación que tiene otros antecedentes en la región. En los hechos, Nicaragua va camino a una elección de partido único. La reelección de Ortega, si coincidiera dos semanas después con un nuevo triunfo del chavismo en Venezuela, más el control que el régimen cubano ha logrado de la protesta opositora, marcarían la consolidación de un eje de izquierda anti norteamericana en la región.
La elección presidencial chilena se realiza el 21 de noviembre, con una perspectiva incierta en cuanto al posible resultado. El país sufrió fuertes protestas violentas en 2019, que se aplacaron con la irrupción de la pandemia. El gobierno de centroderecha del Presidente Sebastián Piñera, para contenerlas, convocó un referéndum para convocar una Constituyente. Aprobada la iniciativa, la elección de constituyentes mostró un resultado anarquizado, que derivó en la elección de una dirigente de la etnia mapuche como Presidente de la Asamblea, votada por 94 de los 155 constituyentes. Los sondeos para la elección presidencial muestran un alto fraccionamiento. El candidato de la izquierda moderada, Gabriel Boric, aparece primero, pero con sólo el 13% de los votos. El segundo lugar lo tiene un candidato de centroderecha, Sebastián Sichel, con el 11%. El resto se desgrana en porcentajes menores al 10%. En Chile el voto es voluntario, y pese a la crisis política, la concurrencia ha sido baja tanto en la Constituyente, como en las primarias para elegir candidatos. En una presidencial puede votar menos del 50%. Hacia adelante, el Gobierno de Piñera, que aparecía sin posibilidad alguna a raíz de las protestas violentas y la crisis política consecuente, puede beneficiarse de la recuperación económica post-Covid y el alto porcentaje de vacunación frente al mismo. A menos de dos meses de la elección, su resultado es realmente imprevisible. El sistema electoral chileno es de doble vuelta, la que puede poner cierto orden en el marcado fraccionamiento político del país.
El mismo día se realizan elecciones regionales en Venezuela, que pondrán a prueba la hegemonía política del chavismo y si es posible, una elección “competitiva” en el marco de un régimen dictatorial. El país se encuentra agotado económica y sanitariamente, y para la ONU ya llegan a 6 millones los venezolanos que han buscado el exilio. Las sanciones económicas de Estados Unidos -en gran medida apoyadas por Europa- son un problema urgente a resolver por parte del presidente Nicolás Maduro. En este marco, aceptó una nueva gestión del Reino de Noruega para establecer un diálogo con la oposición respecto a las condiciones para una elección transparente. El Presidente mexicano, Andrés López Obrador, logró que su país sea la sede de las negociaciones. La oposición venezolana llevó como país “amigo” al Reino de Holanda, y Venezuela a Rusia. Las negociaciones se realizan en un marco de incertidumbre, tensiones y conflictos. Durante las mismas, Maduro ha amenazado al líder opositor Juan Guaidó con medidas judiciales, que podrían llevarlo a la cárcel, y en un acto simbólico sumó al empresario chavista Alex Saab, extraditado a los Estados Unidos por lavado de dinero, a su delegación negociadora. La elección es de gobernadores, es decir, no entra en juego ni la Presidencia ni el Congreso. Por eso, Maduro podría tomar cierto riesgo.
En conclusión: en noviembre tienen lugar cuatro elecciones en América Latina que influirán en el rumbo político de la región, que marca en lo que va del año tres triunfos electorales de la izquierda y uno de la derecha; tendrán lugar elecciones presidenciales en Chile y Nicaragua, regionales en Venezuela y legislativas en Argentina; Nicaragua y Venezuela determinarán si se consolida un eje de izquierda fuertemente antinorteamericano en la región; por último, la elección chilena es incierta por la combinación de voto voluntario con un alto fraccionamiento político, y en la Argentina la oposición antikirchnerista parece tener ventaja al día de hoy.