Mercosur: tensiones por el TLC entre China y Uruguay

Por Rosendo Fraga.

La decisión de Uruguay de iniciar negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, es un hecho no sólo trascendente para este país, sino también para el Mercosur. En los hechos será un golpe para el grupo regional, que ya venía afectado por un largo periodo de inacción. El gran cambio geoeconómico en las dos primeras décadas del siglo XXI fue la irrupción de China como la relación comercial más importante del Mercosur en su conjunto. Si un país negocia un TLC bilateral al margen del grupo, esto implica que un mercado común con limitaciones se transforma de hecho, en una zona de libre comercio. Pero este hecho tiene lugar tras el proceso de cambio que para las relaciones comerciales del Mercosur ha representado China como exportador, importador e inversor. En el siglo XX, Uruguay era muy dependiente de Brasil y Argentina simultáneamente: la geografía y la dimensión lo determinaban. Pero con la irrupción de China, Uruguay ganó independencia respecto a ellos. La situación internacional que ha generado la guerra de Ucrania da una oportunidad al grupo regional. Ni Brasil ni Argentina por sí solos son el principal exportador de alimentos del mundo. Pero el Mercosur sí lo es. Quizás Uruguay sea el país del grupo que percibe la gran oportunidad que esto significa. Es posible que el Presidente ucraniano, Volodomir Zelensky, se comunique virtualmente con los Jefes de Gobierno del Mercosur, y seguramente planteará la importancia de la región como proveedora de alimentos, en momentos en que el aumento de los precios se proyecta como una amenaza para la estabilidad de países en África, Asia y América Latina. 

Es así como la próxima Cumbre del Mercosur puede dejar un grupo más debilitado por el TLC entre China y Uruguay, pero al mismo tiempo, un Mercosur que vuelve a adquirir protagonismo de conjunto. Se asumiría así como principal proveedor de alimentos del mundo. El Gobierno de Luis Lacalle Pou se ha caracterizado por su alineamiento con Estados Unidos desde el punto de vista político. En temas de la agenda regional, como las dictaduras populistas de Cuba, Venezuela y Nicaragua, la diplomacia uruguaya ha tenido una posición de coincidencia con Washington, tanto en el gobierno de Trump como en el de Biden. Pero simultáneamente, la relación económica con China -la mayor amenaza para la hegemonía de Estados Unidos en la región- se fue desarrollando sistemáticamente. El preacuerdo alcanzado con China puede ser una novedad para la opinión pública, pero no para los expertos y especialistas en relaciones internacionales, que conocían y seguían el tema. Las cancillerías de Argentina y Brasil habían hecho saber su oposición a que Uruguay avanzara en esta dirección, por lo que ello implicaba para el futuro del Mercosur. El anuncio tiene lugar, además, en un momento de particular tensión global entre China y Estados Unidos a raíz de la guerra de Ucrania. Las relaciones entre Washington y Beijing, y la sombra de que con Taiwán pueda desatarse una situación bélica semejante a la de Rusia en Ucrania, se ha ido incrementando en los últimos meses. 

Teóricamente, un par de años atrás un TLC con China hubiera parecido un riesgo demasiado alto para que lo tome un país de la dimensión de Uruguay. Es que tiene que avanzar entre las dos potencias más grandes del mundo, las que tienen intereses en conflicto respecto a la región. Además, da un paso resistido por los dos socios comerciales más importantes que tiene la región y lo hace en un momento en que América del Sur parece girar hacia el centroizquierda, la dirección contraria a la línea político-ideológica del gobierno uruguayo. Quizás aparezca como un paso demasiado audaz para un país que se ha caracterizado por una política exterior moderada, ya sea sobre el centroizquierda o sobre el centroderecha. Pero políticamente, el Gobierno de Lacalle Pou genera una situación política que no puede ser cuestionada ni por el Frente Amplio dentro de Uruguay, ni por la centroizquierda latinoamericana, recientemente revitalizada. China es el primer destino de las exportaciones agropecuarias de Brasil y de Argentina, pero no están en condiciones de dar el paso que acaba de dar Uruguay. Pero es interesante destacar el interés de China, la segunda economía del mundo y un país de 1300 millones de habitantes, con una de las economías más chicas de América Latina, y que tiene una población menor a 4 millones. En definitiva, Uruguay ha dado un paso trascendente en cuanto a su inserción internacional que marcará un antes y un después en su relación con el mundo, pero que también muestra el interés con el cual China mira a América Latina en general y el Mercosur en particular.

En este contexto, la Cumbre de Presidentes del Mercosur que se realiza el 21 de julio en la capital paraguaya, adquiere especial significación. El Presidente Bolsonaro no concurriría, como expresión de su oposición al TLC entre Uruguay y China, que implicaría una crisis del grupo regional por lo menos en su actual funcionamiento. Eso habría llevado a la cancillería china a poner en pausa el proceso de negociación iniciado con Uruguay. Es que Beijing no querría dañar su relación bilateral con Brasil en primer lugar, y con Argentina en segundo término. Bolsonaro se encuentra a tres meses de la elección presidencial, en la cual pretende ser reelecto, para lo cual hoy tiene pocas probabilidades. Acaba de hacer una definición a favor de Rusia en la guerra con Ucrania, anunciando que comprará al gobierno de Putin todo el diesel “que pueda”. Aprovecharía así un precio de preferencia que le ofrece Moscú. Constituye esta decisión un desafío al liderazgo regional de Estados Unidos por parte de la primera potencia latinoamericana, y Beijing no quiere aparecer al mismo tiempo contrariando esta jugada del Presidente brasileño. Argentina tiene una postura similar a la de Brasil en lo que hace al TLC con Uruguay, pero a cinco días de la reunión del Presidente Alberto Fernández con su colega estadounidense, no quiere asumir ninguna posición favorable a Rusia.

En conclusión: el TLC entre Uruguay y China es un hecho trascendente no sólo para el primer país, sino para el Mercosur; el grupo como productor de alimentos en su conjunto es el primer proveedor del mundo, y eso es una oportunidad para revitalizar el Mercosur; pese al alineamiento político de Uruguay con Estados Unidos, la compleja situación internacional ha dado a un país pequeño como Uruguay, el protagonismo que le otorga un TLC con China; por último, el Presidente brasileño no concurriría al Cumbre de Presidentes del Mercosur en rechazo a este TLC y esto llevaría a la diplomacia china a desacelerar las negociaciones con Uruguay.

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