Por Rosendo Fraga.
La IX Cumbre de las Américas que reúne a todos los Presidentes del continente, tendrá lugar del 6 al 10 de junio en Los Ángeles. Se trata de una iniciativa política gestada durante el gobierno de Clinton para acompañar el proceso de integración económica, que su predecesor, Bush padre, había planteado como “una zona de libre comercio de Alaska a Tierra del Fuego”. La primera de estas reuniones tuvo lugar en Miami en 1994; la siguiente fue en Santiago de Chile (1998), la tercera en Quebec, Canadá (2001), la cuarta en Mar del Plata, Argentina (2005) -en la cual Néstor Kirchner criticó frontalmente a Bush hijo y el proyecto de libre comercio continental de Estados Unidos-; siguió la reunión de Puerto España en Trinidad y Tobago (2009); la de Cartagena de Indias en Colombia (2012), que presidió Obama, al igual que la anterior; la sexta fue en Panamá (2015) y la última en Lima (2018). La pandemia discontinuó las reuniones, que normalmente se realizaban cada 3 años. Ahora, la realización de la IX Cumbre -la segunda que se realiza en Estados Unidos- es vista por la Secretaría de Estado como un instrumento para relanzar la relación con América Latina, que perdió prioridad durante el primer año y medio de gestión de Biden, lo que se acentuó en los últimos meses por la guerra en Ucrania. El lema con el cual ha sido convocada la reunión es “Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo”. Pero la prioridad real de Washington es alcanzar un “pacto migratorio”. Completan el temario la crisis climática, la transición hacia energías limpias, el crecimiento económico equitativo, el papel de la sociedad civil y los medios independientes.
El 2 de mayo, el Subsecretario del Departamento de Estado para América Latina y el Caribe, Brian Nicholls, anunció que Cuba, Nicaragua y Venezuela no serán invitados porque “no respetan la carta democrática”. Se trata de un instrumento firmado por los gobiernos del continente hace más de tres décadas y que es un punto de referencia para las crisis institucionales que se han producido en la región desde entonces. Los tres países, frente a la crisis de Ucrania, han adoptado posturas favorables a Moscú. Han sido también los tres países de la región que han manifestado estar dispuestos a aceptar una presencia militar rusa permanente en sus respectivos territorios. Los tres mantienen características autoritarias en sus regímenes políticos. Cuba lo ratificó el 1° de mayo con las medidas represivas adoptadas frente a las expresiones opositoras. Los intentos de promover políticas de democratización gradual, impulsadas por Estados Unidos y la UE, no han tenido éxito. El Presidente Miguel Díaz Canel exigió que su país participe del encuentro y denunció a Estados Unidos por pretender una Cumbre de “estados selectivos”. En el caso de Nicaragua, el Presidente Ortega expulsó del país a la delegación de la OEA, lo que implicó de hecho el abandono de la organización. En Venezuela, la decisión del Presidente Maduro de remover la Suprema Corte para acentuar su control por parte del régimen, dio por tierra con las esperanzas de que pudiera acompañar la apertura económica que ha iniciado con una democratización gradual. Por su parte, el Presidente mexicano, Manuel López Obrador, reclamó a Biden que invite a “todos los pueblos de América”.
A su vez, Biden nombró a sus dos asesores especiales para la Cumbre: el ex senador estadounidense Christopher Dodd y la ex congresista de origen ecuatoriano Debbie Mucarsel-Powell. En cuanto al primero, trabajó en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado durante 28 años con el Presidente, mientras que la segunda es reconocida por apoyar a los refugiados venezolanos que abandonan su país, pidiendo para ellos un estatus de seguridad temporal, amparo migratorio y permiso de trabajo. Cabe señalar que el Departamento de Estado todavía no ha resuelto qué hacer con Juan Guaidó, el “Presidente encargado” de Venezuela. Al anunciar este país que no concurrirá, parece modificar la posición que hasta ahora tenía Washington de reconocerlo como la representación oficial del país. Esta reunión tiene lugar cuando el tema migratorio se complica para la Administración Biden, que está funcionando con la mayoría de las decisiones adoptadas por Trump para implementar una política drástica contra la inmigración ilegal. Las propuestas para flexibilizar o eliminar estas políticas, que fueron eje de la campaña por parte del ala izquierda de los demócratas, no se han concretado. La situación de América Central complica este problema. El tránsito hacia la frontera sur de Estados Unidos atravesando América Central, sigue siendo la principal vía de acceso de la inmigración ilegal. Los nuevos gobiernos de Honduras y Costa Rica muestran vínculos con el régimen venezolano que sus predecesores no tenían. El gobierno de El Salvador, por su parte, ha girado hacia China frente a las críticas de Washington respecto a su autoritarismo. El Departamento de Estado, al mismo tiempo, ha abierto un canal oficial para recibir denuncias de corrupción respecto a los seis países de América Central, lo que ha deteriorado su relaciones con Washington.
Pero la guerra en Ucrania es la prioridad de Estados Unidos y su política exterior, y el tema estará presente en esta Cumbre. La exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, como se mencionó, se relaciona con las posturas favorables a Moscú manifestadas por estos países. Al cumplirse un mes de la invasión el 24 de marzo, la votación en Naciones Unidas exigiendo a Rusia el cese de hostilidades fue apoyada por todos los países de la región, salvo los tres mencionados, Bolivia y El Salvador. Es decir, 29 de los 34 países de América Latina y el Caribe coincidieron con la postura de Washington y la UE. Pero al votarse el 4 de abril la exclusión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Brasil y México -al igual que otras potencias regionales como Egipto, Nigeria, Arabia Saudita e Indonesia- pasaron a abstenerse, sin acompañar el voto estadounidense. En la reunión de Ministros de Economía del G20 el 20 de abril, Argentina, México y Brasil acompañaron la posición mayoritaria en el grupo de no excluir a Rusia ni boicotear el discurso de su ministro. En la votación en la OEA el 21 de abril para suspender a Moscú como observador de la organización, que se impuso por 23 votos, México, Brasil y Argentina se abstuvieron. En la Cumbre de la OTAN y sus aliados realizada en Ramstein, Alemania, el 26 de abril, participaron 13 países extra OTAN: de África estuvieron cuatro, de Asia dos y de América Latina y el Caribe ninguno. Los tres países más relevantes de la región han mostrado actitudes diplomáticas independientes de Washington a partir del 24 de marzo en este conflicto.
En conclusión: la IX Cumbre de las Américas que se realiza en junio es una oportunidad de revalorizar la relación de Washington con la región, la que estuvo relegada durante los primeros 16 meses de la Administración Biden; la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela por incumplir la carta democrática, también se vincula con la posición de estos países favorable a Moscú en la guerra de Ucrania; Biden nombró sus asesores para la Cumbre, en la que el tema migratorio será prioridad para Washington; por último, en el inicio de la guerra en Ucrania, América Latina en su casi totalidad se alineó con EEUU y la UE, pero Brasil, México y Argentina fueron mostrando una posición más independiente en el segundo mes de guerra.