La región en el conflicto entre Putin y la OTAN

Por Rosendo Fraga.

La actual crisis global entre Rusia y la OTAN vincula a América Latina por la historia. Hace sesenta años, en 1962, tuvo lugar la llamada “Crisis de los Misiles” entre Estados Unidos y la Unión Soviética. John F. Kennedy era el Presidente de Estados Unidos y el de Rusia Nikita Kruschev. Se generó por el despliegue de misiles rusos en Cuba que alcanzaban el territorio estadounidense. El régimen de Fidel Castro ya llevaba 4 años en el poder y había asumido una clara alianza con el comunismo soviético. Kennedy, en un momento de gran tensión, exhortó a su homólogo ruso a que retirara los misiles de Cuba. Tras intensas negociaciones, finalmente Rusia los retiró. La Administración norteamericana mostró entonces un gran éxito de Kennedy y un retroceso de la Unión Soviética. Pero la realidad fue que, al mismo tiempo, Estados Unidos desplegaba misiles en Turquía (país que era miembro de la OTAN), apuntando al territorio soviético. El hecho concreto fue que Rusia retiró sus misiles desplegados en Cuba que amenazaban a Estados Unidos, a cambio de que éste adoptara una actitud análoga con los que tenía en Turquía. Historiadores contemporáneos consideran que esta fue la mayor tensión entre Washington y Moscú durante los 45 años que duró la Guerra Fría. Es que los misiles de ambas partes portaban cargas nucleares. Ahora, la crisis entre Rusia y la OTAN se genera por el rechazo de Moscú a que se desplieguen misiles estadounidenses en ex Repúblicas Soviéticas como Ucrania, que alcancen desde allí a cualquier punto del territorio ruso. Hasta el momento, las conversaciones están en suspenso. Pero el transcurso del tiempo agrava la tensión, antes que diluirla.

Con este antecedente, el gobierno ruso recibió la requisitoria periodística sobre si su respuesta podía incluir un despliegue militar en Latinoamérica. Concretamente, se preguntó si Rusia no analizaba despliegues militares en Venezuela y Cuba -dos firmes aliados en la región- que amenacen a Estados Unidos desde su propio entorno geográfico, para en alguna medida reeditar la Crisis de los Misiles de 1962. El vicecanciller ruso no dio una respuesta afirmativa, pero tampoco lo negó, dejando así abierta la posibilidad. Pero el 16 de enero el vocero de dicho ministerio fue más claro y enfático: dijo que los dos países latinoamericanos mencionados eran estados soberanos y que, en consecuencia, podía tomar esa decisión si así lo decidían. Además, Rusia tiene una estación de observación satelital en Nicaragua. En los últimos 60 años muchas cosas han cambiado, pero la geopolítica sigue mostrando constantes. Las políticas estadounidenses que buscan producir cambios de regímenes en los países mencionados, hasta el momento han fracasado y no está a la vista su crisis o colapso. Los procesos políticos recientes a nivel global muestran que cuando las dictaduras se mantienen firmes, controlan las protestas y las insurgencias. En los últimos meses han sido los casos de Bielorrusia y Kazajistán entre las seis ex Repúblicas de la URSS. Occidente no ha tenido éxito con las políticas de asfixia económica para producir cambios de régimen. El caso de Rusia cuando ocupó Crimea y el de Irán por su desarrollo nuclear, son elocuentes al respecto. En la dialéctica de poder en el conflicto OTAN-Rusia, ésta no va a desdeñar y mantener abierta esta posibilidad si el conflicto se agrava.

Una diferencia respecto a la “Crisis de los Misiles” de 1962 es que Rusia era la potencia militar global que enfrentaba a Estados Unidos, con China como un aliado de menor magnitud. Ahora es a la inversa. China es el antagonista global de Estados Unidos y Rusia es un aliado de menor magnitud, salvo en el área militar, donde sigue siendo la segunda potencia militar por su cantidad de armas nucleares -entre Washington y Moscú tienen el 90% de las 14.000 armas nucleares que hay en el mundo-, y es el país con mayor capacidad de proyección militar fuera de su propio territorio, exceptuando a Estados Unidos. En Cuba, Venezuela y Nicaragua están desarrollando una estrategia coincidente, combinando la capacidad económica de China con el uso de la faz militar por parte de Rusia. El proyecto geopolítico chino de la “Nueva Ruta de la Seda” es un gran plan de infraestructura y comunicaciones que une los dos extremos de Eurasia y del Mediterráneo, y tiene un capítulo que se extiende al África Subsahariana y a América Latina. China lo maneja con su pragmatismo habitual y no diferencia regímenes políticos en los países. En Europa han adherido al proyecto 13 de los 27 países de la Unión Europea, incluida Italia, que integra el G7 (constituido por las siete economías más grandes del mundo democrático). En América Latina, se han incorporado al proyecto 9 países. Además de Cuba y Venezuela, lo han hecho Bolivia, Ecuador, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá y Uruguay, mientras que Argentina lo hará en la primera semana de febrero.

La visita del Presidente argentino Alberto Fernández a Moscú y Beijing en la primera semana de febrero, es una manifestación de involucramiento regional en la crisis estratégica global. Fernández acaba de ser elegido en los primeros días de enero Presidente de la Celac (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe), integrado por todos los países del Hemisferio, con la sola excepción de Estados Unidos y Canadá. Se trata de una estructura que se creó en 2010 al impulso de los gobiernos “progresistas” que entonces predominaban en la región. Bajo la influencia de los gobiernos de centroderecha que primaron en la segunda mitad de la década, la Celac se desactivo y Brasil, el país más importante de América Latina, suspendió su participación. Ahora se reactiva en un contexto de triunfos electorales de la izquierda, que retornan en la región. La Celac tiene un foro con China que se reúne bianualmente, y que probablemente ahora se potencie. En este marco, en la primera semana de febrero, la reunión que mantendrá Alberto Fernández con Putin, en un momento álgido del conflicto entre Rusia y la OTAN, adquirirá significado político y estratégico. Algo similar sucederá con la reunión que mantendrá con el Presidente Xi el 5 de febrero, ya que los gobiernos que asisten a la inauguración de los Juegos Olímpicos que se realizan en Beijing dan un respaldo político a China frente a la actitud estadounidense, convocando a que estos gobiernos no asistan a este acto.

En conclusión: la referencia histórica a la “Crisis de los Misiles” entre Estados Unidos y la Unión Soviética por Cuba, crea cierta semejanza regional con la que enfrenta a Moscú con la OTAN; el gobierno de Putin no ha descartado instalar “infraestructura militar” en Cuba y Venezuela si es consecuencia de sus decisiones soberanas; mientras Rusia hace pesar su capacidad militar en la región, China lo hace con su capacidad económica, habiéndose incorporado 9 países latinoamericanos al proyecto “La Nueva Ruta de la Seda”; por último, el Presidente argentino, que acaba de asumir como titular de la Celac, en la primera semana de febrero se reunirá con Putin y Xi, y será el décimo país de la región que se incorpora a dicho proyecto.

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