El impacto regional de Javier Milei

Por Rosendo Fraga.

La primera vuelta de la elección presidencial argentina, que tendrá lugar el 22 de octubre, ha generado interés y preocupación en la región, entendiendo por ella a América Latina. Cabe señalar que las dos presidenciales precedentes marcaron un “turning point” que implicó un cambio de la tendencia ideológica predominante. A fines de 2015, el triunfo en segunda vuelta de Mauricio Macri implicó un punto de inflexión, interrumpiendo el dominio del “progresismo” que se inició con la llegada de Lula al poder por primera vez, en 1° de enero de 2003. Tras la victoria del candidato argentino de centroderecha, se sucedieron triunfos de esta corriente en Brasil con Jair Bolsonaro, en Colombia con Iván Duque, en Chile con Sebastián Piñera y más tarde en Uruguay, con Luis Lacalle Pou. Cuatro años más tarde, se impone la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, fue el “turning point” en la dirección contraria. Inició una serie de triunfos del “progresismo”, entre las cuales el retorno de Lula a la presidencia por tercera vez fue central. Luego siguieron los de Gabriel Boric en Chile y Gustavo Petro en Colombia. Tras sortear una crisis institucional en Bolivia, el partido de Evo Morales retornó al poder. En Perú, Pedro Castillo ganó la elección presidencial ajustadamente en un balotaje. Se concretó así el giro hacia el progresismo que había dominado desde comienzos del siglo, hasta mediados de su segunda década.

Ahora, la elección presidencial argentina probablemente muestre un triunfo de la derecha, moderada si gana Patricia Bullrich o más extrema si lo hace Javier Milei. Así como el comienzo del siglo marcó el inicio de un periodo económico favorable para la región, esta situación ha cambiado. América Latina, como lo reconoce la CEPAL, ha iniciado una nueva “década perdida” desde fines de la segunda. Antes, por lo general los gobiernos duraban dos turnos, y en algunos casos hasta más de tres, como sucedió en Brasil con la sucesión entre Lula y Dilma. La pobreza bajaba y el precio de los commodities que exporta la región aumentaba. Hoy, en cambio, los indicadores sociales se han deteriorado y los económicos pueden ser los más bajos del mundo en términos regionales. El deseo de cambio está planteado. En los años recientes fue canalizado por un retorno del “progresismo”. Cabría ahora la posibilidad de que se diera con el regreso de la derecha. Pero con un matiz: entonces se expresaba a través de una centroderecha, y ahora comienza a hacerlo desde una derecha más extrema. Milei tiene una personalidad que lo asemeja a los líderes políticos disruptivos de lo que puede ser llamada “la derecha antipolítica”, porque se construye en base al rechazo a todo lo políticamente preexistente. Estas expresiones políticas tienen en común una revitalización del nacionalismo, que no parece darse en el caso del candidato libertario en Argentina. Pero su candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, tiene una ideología conservadora con los valores del nacionalismo y el catolicismo, que completan la identificación de Milei con la nueva derecha que crece en Occidente.

Javier Milei representa esta última en Argentina desde fines de 2021, cuando inició su carrera política siendo electo diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, planteó claramente su alineamiento con Trump, Bolsonaro y el partido VOX de España. Ahora, frente a su triunfo en las PASO, los mismos se expresaron en forma celebratoria, felicitando al candidato libertario. A los mencionados se sumaron José Antonio Kast, líder de la derecha extrema chilena, y dirigentes de la coalición de gobierno de Georgia Meloni. El periodista preferido de Trump y de mayor influencia en el conservadurismo estadounidense, Tucker Carlson, llegó a Buenos Aires, entrevistó a Milei y realizó su difusión en las redes sociales del “trumpismo”, en las cuales ha comenzado a denominarse a Milei como el “pequeño Trump”. La repercusión de esta entrevista fue muy grande entre los seguidores y simpatizantes del ex presidente en los Estados Unidos. En un día, esta entrevista llegó a tener un cuarto de millón de vistas. Un intercambio entre Trump y Elon Musk a través de X (ex Twitter) potenció el efecto de Milei en las redes de esta corriente político-ideológica en Occidente. El hombre más rico del mundo, primero borró su comentario favorable a Milei, pero después lo reiteró claramente. Tanto para Trump como para Musk, Milei es considerado una influencia positiva en América Latina.

Si en febrero de 2024 fuera reelecto Nayib Bukele en El Salvador, cuatro meses después de la elección presidencial argentina, se afianzaría la idea de una región corriéndose a la derecha. Se trataría del triunfo de un presidente que es el más popular de América Latina en este momento, identificado con posiciones que sin ser las mismas de Milei exactamente, tienen puntos de contacto. Para el ex presidente estadounidense, que está afianzando su candidatura presidencial para 2024 en un contexto de causas judiciales, aunque Argentina sólo sea un país mediano de una región que no es central, es interesante lo que sucede con el candidato libertario. Es que el electorado hispano es importante para Trump. En cuanto a Milei, está haciendo una riesgosa apuesta estratégica: que Trump gane el año que viene. Pasaría a tener en 2025, 2026 y 2027 un presidente con el que tendría acceso privilegiado en el contexto de América Latina, como en alguna medida lo tuvo Macri, poniéndose de manifiesto en el respaldo de la Casa Blanca para obtener el crédito de 44.000 millones de dólares del Fondo Monetario que le evitó una salida traumática del gobierno. De asumir Trump, lo haría con Lula en el gobierno de Brasil, Boric en el de Chile y Petro en el de Colombia. Milei sería el referente más importante de Washington en América del Sur. Pero es una apuesta riesgosa. Si en noviembre de 2024 fuera reelecto Biden y no Trump, Milei tendría cuatro años de gobierno con una Administración estadounidense adversa, algo que no ayudará a encauzar la crisis económica que sufre el país.

En conclusión: la irrupción de Javier Milei como posible ganador de la elección presidencial argentina genera preocupación en los líderes “progresistas” de la región, como Lula, Petro y Boric;  dos de los tres principales candidatos, Milei y Patricia Bullrich, están identificados con posturas de extrema derecha y centroderecha, y eso da un significado político-ideológico a la elección presidencial argentina; Milei representa en Argentina, desde su elección como diputado nacional en 2021, la “derecha antipolítica” vigente en Occidente, tanto en Estados Unidos como en Europa, y en menor medida en América Latina; por último, un triunfo del candidato libertario en Argentina, seguido de la reelección de Bukele en El Salvador, generaría la percepción de un giro político de la región en la dirección contraria al “progresismo” dominante.

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