Por Rosendo Fraga.
La declaración de la Vicepresidenta ante el mismo Presidente, reclamándole que “ponga orden”, que “no esté nervioso” y que “no esté enojado”, muestra el estado de tensión en la relación entre ambos. Desde el 9 de junio, cuando el Presidente realizó la desafortunada mención al origen de brasileños y mexicanos, son más de dos meses en los cuales Alberto Fernández se ha deteriorado, con declaraciones confusas y errores públicos. Esta situación se ha visto agravada desde el jueves 12 de agosto por la difusión de la foto del festejo de cumpleaños de Fabiola Yáñez -pareja del Presidente- en la que se violaron las normas impuestas por el DNU en el que Alberto Fernández estableció restricciones por la pandemia. Si bien el hecho tuvo lugar el 14 de julio de 2020, el impacto político ha sido relevante. En el mundo de la información digitalizada es probable que sigan apareciendo imágenes y grabaciones, que más allá de sus consecuencias judiciales, las tendrán en lo político, y especialmente en la campaña electoral. Después de la declaración mencionada, la Vicepresidenta, al día siguiente, sacó al Presidente el micrófono mientras hablaba en un acto público. El deterioro de la relación es evidente. La Vicepresidente podría haber presentado sus reclamos y recriminaciones en forma privada. Si la mala relación lo impedía, pudo haber enviado el mensaje a través de una figura próxima a ambos, como Máximo Kirchner. Pero su decisión de hacerlo público evidencia su determinación de acentuar el deterioro público del Presidente.
Aparece por un lado una intención del oficialismo de cerrar filas detrás del Presidente pese a su deterioro, pero al mismo tiempo una actitud de no evitarle el desgaste. Cristina Kirchner es la líder política más eficaz en este momento. Sabe construir y deconstruir con gestos, imágenes y ausencias. Sabe que lo peor para un Jefe de Estado es humillarlo en público, y esto es lo que ha hecho ella con sus “retos” al Presidente. Esta situación ha llevado a analizar la posibilidad -en modo alguno inexorable- de que el Presidente se aleje del poder si en los próximos meses su deterioro continúa acentuándose. Esto llevaría a que Cristina Kirchner asuma la presidencia para completar el mandato hasta el 10 de diciembre de 2023. La Constitución es clara al respecto y no deja margen de duda: si ella no asume el poder en este escenario, tendría que renunciar y declarándose la acefalía, pasaría a regir la ley que la reglamenta. Pero la personalidad de Cristina no es la de abandonar el poder, aunque ejercerlo implique riesgos importantes. Ahora, la presión del kirchnerismo apunta al entorno del Presidente, exigiendo reemplazos, como el del Secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y el Secretario de Medios, Juan Pablo Biondi. Se trata de dos hombres muy próximos al Presidente, a quienes desde el entorno de la Vicepresidente se los considera responsables del “desorden” imperante en la Presidencia. En este marco se inscriben las declaraciones públicas de Elisa Carrió, contrarias al juicio político surgido de la oposición, al decir que no había que avanzar en ese camino porque, de tener éxito, llevaría a la Presidencia a Cristina, y eso sería peor.
Para la oposición, el deterioro del Presidente, que se traslada inevitablemente al oficialismo en su conjunto, es una oportunidad en la campaña electoral. Los sondeos muestran que más del 90% ha visto la mencionada foto del cumpleaños de Fabiola Yáñez. Uno de cada cuatro de quienes votaron por el Presidente está dispuesto a cambiar su voto por este episodio y la mayoría lo haría por la oposición. A menos de tres semanas de las PASO, los efectos de esta crisis pesarán en la elección. Esto puede llevar incluso a un triunfo opositor en la provincia de Buenos Aires. Pero no está claro si ese efecto se mantendrá en el tiempo hasta la elección legislativa, que será recién el 12 de noviembre. La iniciativa del juicio político, impulsada inicialmente por el dirigente radical Mario Negri y la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, fue perdiendo fuerza. En primer lugar, porque la oposición no tiene las mayorías calificadas necesarias en las dos Cámaras para concretarla. En segundo término, porque el pedido de destitución del Presidente que implica este paso, sería denunciado por el oficialismo como un intento de golpe institucional. En lo inmediato, el PRO ha reconstituido su cohesión con actuaciones coordinadas en la campaña entre Horacio Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. Pero eso no impide que el rol de Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires y de Ricardo López Muprhy y Adolfo Rubinstein en CABA, muestren una oposición interna que antes no existía. Al mismo tiempo, Javier Milei en Ciudad y José Luis Espert en provincia de Buenos Aires han crecido en estos días, por la radicalización del electorado opositor frente a la moderación de los primeros candidatos a diputados en Capital (María Eugenia Vidal) y en provincia (Diego Santilli). En este contexto, la denuncia contra Elisa Carrió por haber festejado su cumpleaños con decenas de personas en diciembre en su chacra de Capilla del Señor, más allá de si fue delito o no, la golpeó, a punto tal que llegó a decir que le daban ganas de irse del país.
Las PASO, en este contexto, no indicarán mucho respecto al resultado electoral de noviembre. Así como en 2019 los 15 puntos de ventaja de la fórmula Fernández-Fernández en las PASO se redujo sólo a 7 en la elección presidencial, y en 2017 Cristina ganó las PASO y luego perdió la legislativa, esa situación puede volver a repetirse en 2021, por imponderables, como los efectos de la foto de Olivos y la variante delta de la pandemia. Al respecto, tanto el gobierno nacional como el porteño promueven la eliminación de restricciones frente al Covid-19, conscientes de que ello puede generar votos en el electorado. Pero como sucede en el resto del mundo, la variante delta multiplica el contagio y eso puede pasar en la región y en la Argentina. En cuanto al Senado, más allá del resultado electoral, se confirma que el oficialismo perderá bancas. Hay estimaciones que lo dan perdiendo 4, con lo cual bajaría a 37 bancas, manteniendo una mayoría muy ajustada. En cuanto a la Cámara de Diputados, sigue siendo previsible el incremento de bancas del oficialismo, más allá del resultado. El Frente de Todos tiene 120 diputados y puede alcanzar los 129, pero para ello debe obtener un triunfo contundente en la provincia de Buenos Aires, donde renueva 17 bancas. La oposición perderá algunas, y tanto las listas de Florencio Randazzo, Milei, Espert, e incluso la izquierda, van a debilitar la polarización.
En conclusión: las declaraciones públicas de Cristina Fernández frente al propio Presidente, intimándolo a que “ponga orden”, inevitablemente deteriorarán más su imagen; esta situación hace que comience a contemplarse la posibilidad de alguna crisis en los próximos meses, que lleve a Cristina Kirchner a la Presidencia, como insinuó Elisa Carrió; la “foto de Olivos” es una oportunidad electoral para la oposición, que probablemente se beneficiará de ella en las PASO, pero es más incierto que así sea en la elección legislativa; por último, en este marco, las PASO no serán una anticipación del resultado de noviembre, en la que disminuirá la bancada oficialista en el Senado, pero sumará diputados, aunque sin llegar a la mayoría.