Tensiones en las dictaduras de la región

Por Rosendo Fraga.

A menos de tres meses de la elección presidencial venezolana, la mayoría de la oposición ha encontrado un candidato de unidad, pero continúan las dudas sobre si Maduro permitirá un eventual triunfo opositor. Un diplomático de carrera que fue embajador en Argentina al comenzar el gobierno de Chávez, Edmundo González Urrutia, ha sido el elegido. Se trata de una figura de segunda línea en el campo opositor, que se ha caracterizado por su moderación. Su candidatura fue sorpresiva tras el fracaso de otras dos. Pero rápidamente logró el apoyo de María Corina Machado, la dirigente más popular de la oposición, quien no ha podido presentarse por decisión de la justicia chavista. Ella ya ha presidido manifestaciones de apoyo a González Urrutia. Al mismo tiempo, el chavismo apoya a varios partidos opositores de menor envergadura, quienes argumentan que Maduro sólo entregará el poder a ellos, es decir, una oposición “amigable”, y que un eventual triunfo de González Urrutia llevará a la no entrega del poder. Esta es la duda que existe hoy en la administración Biden y los gobiernos europeos que apoyaron el acuerdo para levantar sanciones al régimen de Maduro, a cambio de una elección libre. Hoy no parece fácil que el presidente venezolano entregue el poder a la oposición real, tras un cuarto de siglo en el gobierno (periodo que llegaría a tres décadas si Maduro es reelecto). Es que las encuestas que mostraban a Corina Machado como una candidata ganadora, se dan ahora a favor del ex diplomático y candidato opositor.

Mientras tanto, se agudiza la crisis económico-social en Cuba y su régimen intensifica la represión de las protestas opositoras. Pese a la ayuda otorgada por Rusia mediante la entrega de petróleo, la crisis económica no cede. Se manifiesta en un marcado incremento del precio de los artículos de primera necesidad. La oposición va encontrando más espacio para convocar marchas y protestas, como ya sucedió años atrás. Pero la represión se acentúa contra las protestas y estas se ven limitadas y el régimen mantiene el control de la calle. Los opositores detenidos ya se cuentan por miles y los que lo han sido en las recientes protestas por centenares. Pero las Fuerzas Armadas y la policía no dan señales de ceder en su apoyo al régimen, lo que resulta clave para su supervivencia. La eventual llegada de Trump al poder en Estados Unidos hará más difícil la situación del régimen cubano. Además, las guerras de Ucrania y Gaza complican la asistencia que podría recibir de Moscú y Teherán. A ello se agrega que la capacidad de Venezuela de suministrarle petróleo hoy es limitada por el restablecimiento de las sanciones económicas provenientes de Estados Unidos. En cuanto a las buenas relaciones diplomáticas de La Habana con gobiernos como los de Brasilia y Bogotá no se trasladan al plano económico y comercial. El escenario inmediato muestra que probablemente Cuba enfrentará mayores tensiones.

En cuanto a Nicaragua, profundiza su rol en el conflicto palestino y la fortaleza de su vínculo con Irán. El régimen de Ortega ha presentado una denuncia contra Alemania en los tribunales internacionales, acusándola de genocidio por su apoyo al accionar de Israel contra Hamas en la Franja de Gaza. Responde a un pedido de Irán tendiente a golpear en el primer país de la Unión Europea en población y PBI, y buscando asemejar su posición en el conflicto de Gaza con el homicidio contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Nicaragua confirmó una vez más que es el aliado más firme de Teherán en América Latina, incluso más allá que Caracas y La Habana. Todo ello sin que altere la relación económica entre Nicaragua y Estados Unidos, que se da en el marco del tratado comercial de América Central con la primera economía del mundo. El aislamiento internacional de Nicaragua es creciente, así como también la represión de la oposición, que tiene en la Iglesia Católica hoy su principal referencia. El régimen no tiene enemigos a la vista que puedan alterar el status quo, que es una dictadura crecientemente represiva. 

La crisis de Haití parece haber encontrado un cauce, pero en un contexto de incertidumbre y continuidad de la violencia. El ex primer ministro se ha alejado de la política. El gobierno provisional -del cual forman parte algunas de las bandas del crimen organizado- tiene ahora que encaminar la elección que normalizaría la situación político-institucional del país. Las Naciones Unidas han terminado de conformar una fuerza de paz de carácter policial que tiene que contribuir al mantenimiento del orden por lo menos hasta la elección, aunque en los hechos podría mantenerse durante más tiempo. Está encabezada por Kenia, país al cual pertenece su comandante. La integran otros dos países africanos: Liberia y Chad. Un país del Lejano Oriente con experiencia en este tipo de fuerzas, como es Bangladesh, también la integra. De las islas-estado del Caribe se han sumado tres: Barbados, Bahamas y Jamaica. Ninguno de los veinte países iberoamericanos del continente forma parte. Hace casi dos décadas, la fuerza de paz que se desplegó en Haití era exactamente al revés. Estaba integrada por Brasil, Argentina y Chile como los componentes más relevantes y un general brasileño era el comandante. Pareciera que los países iberoamericanos dejan de considerar a Haití como un  integrante de la región, aceptando las diferencias étnicas y culturales, y delegando en los hechos el mando de la intervención en países de África.

En conclusión: El proceso electoral venezolano se va definiendo en términos de candidaturas, al oficializarse uno predominante en la oposición, pero persisten fuertes dudas sobre si el comicio será libre; en el caso cubano, la crisis económico-social se agudiza, sumándose al aumento de precios y el desabastecimiento el problema generado por la falta de dinero en efectivo para que funcione normalmente el comercio; Nicaragua ha confirmado una vez más su fuerte relación con Irán, al presentar una denuncia por genocidio en los tribunales internacionales contra Alemania, por su apoyo a Israel en el conflicto de Gaza; por último, en un marco de persistente violencia, se ha conformado el gobierno provisorio haitiano y al mismo tiempo una fuerza de paz de carácter policial, que será encabezada por Kenia.

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