Entre la marcha por la universidad pública y el avance de la Ley Bases

Por Rosendo Fraga.

La marcha en defensa de la universidad pública que tuvo lugar el martes 23 de abril fue el hecho más relevante realizado por la oposición en lo que va del gobierno de Javier Milei. Si bien -como siempre sucede- hay diferencias en cuanto a la cantidad de gente que participó, es claro que fueron cientos de miles de personas, superando incluso las movilizaciones más grandes que tuvieron lugar durante el kirchnerismo. Es que el tema de la educación pública tiene una historia positiva, sobre todo en los sectores medios de la población. La movilización superó ampliamente como expresión social tanto al paro general del 24 de enero como las constantes protestas y movilizaciones de los movimientos sociales. La oposición encontró el punto de convergencia que no había logrado desde el 10 de diciembre. Es que coincidieron en la protesta la totalidad de las fuerzas políticas opositoras y aun elementos escindidos del propio oficialismo, como Martín Lousteau y Horacio Rodríguez Larreta, las expresiones sindicales en todas sus manifestaciones y lo mismo sucedió con los movimientos sociales. El hecho dio un respiro a la llamada “casta política” que viene siendo asediada por el discurso de Milei desde la campaña electoral. Si se trata de un hecho que ha quebrado la preeminencia de Milei en la política argentina o sólo un traspié que no modifica la situación política de fondo, es un tema que se definirá en el futuro inmediato. La estimación en el oficialismo realizada a través de la combinación de redes sociales e inteligencia artificial estimó en cuarenta mil los asistentes que iban a participar de la marcha. Es lo que esperaba el Gobierno y de ahí su subestimación de la protesta y su negativa inicial a flexibilizar la posición respecto a los fondos de las universidades. Esa misma subestimación llevó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a realizar un despliegue de fuerzas de seguridad que resultó insuficiente para hacer cumplir el protocolo anti piquetes, el que debió ser replegado.

Pero el Gobierno, por lo menos en el corto plazo, se recuperó rápidamente. Cediendo parte sustancial de su reforma, sobre todo en el campo laboral, logró los acuerdos que en principio le permitirán la aprobación de la versión reducida de la “Ley Bases” durante la semana en curso. La respuesta de Milei no se dio en la gente, sino doblegando a la “casta política”. Si bien puede ser un hecho circunstancial, logró alinear frente a su proyecto a su propio partido, el PRO, la mayor parte de los legisladores de la UCR, y a los bloques del peronismo anti K de Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal. Tendría aproximadamente ciento cuarenta votos en Diputados, trece más que los requeridos para el quórum. Esto es resultado también de las negociaciones con los gobernadores. Una amplia mayoría de ellos ejerció influencia sobre sus diputados para que voten las reformas. Esto no quiere decir que el Gobierno haya logrado una coalición permanente, pero sí ha demostrado que puede negociar pese a la intransigencia de su discurso público. Ha logrado sólo la mayoría para la aprobación en general del proyecto y enfrentaría la discusión en particular. Es lo mismo que en febrero lo llevó a retirarlo, algo que no haría esta vez. Respecto a la ley original, más de la mitad de las empresas públicas a privatizar fueron retiradas de la lista original. Algo similar sucedió con los fondos fiduciarios. En el capítulo laboral se excluyeron los cuatro temas que históricamente han constituido la base del poder de los sindicatos: la personería gremial, las obras sociales, los convenios colectivos de trabajo y la cuota sindical. Nuevamente, y pese a los grandes cambios que han tenido lugar en lo político y social, la dirigencia sindical mostró ser el sector con mayor capacidad de negociación para preservar sus intereses.

El proyecto pasará al Senado, mientras Milei mantiene su firmeza en lo discursivo. La frialdad entre el presidente y la vicepresidente no cede. En principio, en la Cámara Alta, el oficialismo enfrenta más dificultades que en Diputados para la sanción de la nueva versión de la Ley Bases. Es que en esta Cámara el PJ-K tiene treinta y tres legisladores, casi la mitad del total. Además no hay que descartar que se introduzca alguna modificación en el proyecto de la Casa Rosada. Tras la eventual aprobación en el Senado de la nueva Ley Bases, Milei pasará a buscar el acuerdo de la Cámara Alta para la designación de los dos miembros de la Suprema Corte que ha propuesto. Cabe señalar que para ello necesita una mayoría calificada de dos tercios de los senadores presentes, la que en principio sólo puede obtener con una negociación con el kirchnerismo. La figura del juez Ariel Lijo, uno de los propuestos, genera apoyos en la “casta política” y resistencias no menores dentro del oficialismo. En cuanto al Pacto de Mayo, puede no haber tiempo para llegar con el proyecto aprobado antes del 25 de mayo, cuando está prevista su firma. El mismo carece de contenido operativo, pero está planteado como un símbolo respecto a la capacidad del Gobierno de avanzar en su proyecto reformista. En la noche del lunes 22 de abril, el presidente hizo un nuevo uso de la cadena nacional en el horario de mayor audiencia, para presentar el déficit cero, el día previo a la marcha por la educación. Repitió un discurso enfático y triunfalista, al que no le faltó la referencia a Moisés, la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto, y la marcha hacia la Tierra Prometida. Dos días después, en la cena anual de la Fundación Libertad, habló nuevamente durante casi una hora, mostrando que el éxito de la marcha por la universidad pública no había mellado ni su voluntad ni su entusiasmo. Incluso puso especial énfasis en su sátira contra los economistas liberales que lo critican. En el terreno de la política, el éxito de la marcha le ha permitido a Cristina Kirchner recuperar protagonismo y reaparecer con un discurso crítico a Milei, buscando ser la primera figura de la oposición y atenuar las divisiones existentes dentro del peronismo.

La política exterior sigue ocupando un lugar central para la Casa Rosada, más allá de su desplazamiento en los medios durante los últimos días. En los hechos, el presidente sigue ratificando tanto su alianza con Estados Unidos e Israel, como su alineamiento con la “nueva derecha” occidental: Trump, Bolsonaro, Meloni, etc. En esta línea se encuentra el empresario sudafricano-estadounidense Elon Musk, que se ha convertido en una relación cada vez más relevante para el presidente argentino. Dentro de un par de meses Musk visitará la Argentina, manifestando su aval político hacia Milei y anunciará inversiones en satélites y autos eléctricos. Pero estas definiciones han ido acompañadas de constantes señales de alejamiento respecto a China. La misma semana que la canciller Diana Mondino ultimaba las gestiones para su viaje a este país, legisladores oficialistas recibían a la representante comercial de Taiwán y dos diputados nacionales de La Libertad Avanza viajaban a la isla. Para Argentina hay un punto crítico en la relación con China: la renovación del “swap”, que integra las reservas del Banco Central y que vence en las próximas semanas. Beijing ha amenazado con no renovarlo en el marco de las hostilidades que percibe por parte del gobierno argentino. En este campo también la administración Milei se ha flexibilizado algo. Imprime los billetes de diez mil pesos en China -que ganó la licitación internacional para ello-, pese a que había manifestado que no iba a haber relación económica con este país de Estado a Estado. 

En conclusión: el pasado 10 de diciembre, la marcha en defensa de la educación pública ha sido la protesta contra la administración Milei más importante desde que asumió, que permitió un punto de convergencia para la oposición; por su parte, el Gobierno logró unificar a los sectores políticos anti K para alcanzar el quórum necesario para aprobar en Diputados la nueva Ley Bases, teniendo un éxito sobre la llamada “casta política”; la aprobación en el Senado enfrenta más dificultades, pero el paro general convocado para el 9 de mayo hoy está en duda por el éxito alcanzado por el sindicalismo en su negociación con el Gobierno; por último, Milei sigue ratificando su alianza con Israel y Estados Unidos y su alineamiento con la nueva derecha occidental,  pero enfrenta un desafío con China por la renovación del “swap”.

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