Trump muestra aliados en América del Sur

Por Rosendo Fraga.

La tensión entre Trump y Lula se mantiene y el presidente estadounidense parece decidido a no aceptar un acercamiento. Hasta ahora sigue exigiendo que Brasil acepte el 50% de incremento de los aranceles para que sus exportaciones entren a los Estados Unidos. Es una cifra más alta que la obtenida por Europa, Japón y Corea del Sur y que la lograda por Vietnam, Indonesia y Filipinas, entre otros. El presidente estadounidense ha dejado a China para el final de las negociaciones. Pero sigue sin moverse en lo que hace a Brasil. Hasta ahora Trump parece no registrar que este país, en términos de indicadores, es la mitad de América del Sur o un tercio de América Latina. Lula ve en el conflicto con Trump una oportunidad para ganar popularidad, revitalizando el tradicional nacionalismo brasileño. Se muestra decidido a presentarse a un cuarto mandato en la elección presidencial del año próximo. Su imagen se encontraba estancada hasta el incidente con Trump y ahora registra cierto crecimiento. Regionalmente, la falta de acuerdo entre Washington y Brasilia se proyecta a la región. Estados Unidos ha iniciado en América del Sur un proceso para acuerdos bilaterales entre países y esto demora a la región. El conflicto es político. Trump sigue exigiendo que mejore el tratamiento al ex presidente Jair Bolsonaro, detenido en un proceso judicial en el que se lo acusa de promover un golpe de estado contra Lula. El ex presidente niega las acusaciones y en esto tiene el apoyo de la Casa Blanca. Aunque se han realizado varios intentos de aproximación entre Trump y el actual presidente brasileño, ninguno ha tenido éxito hasta ahora.

Venezuela realizó el domingo 27 de julio una nueva elección, esta vez municipal. El dictador Nicolás Maduro ha convocado a tres elecciones generales en todo el país en el último año. Primero fue reelecto por tercera vez para un cuarto mandato presidencial. La oposición, liderada por María Corina Machado, fue derrotada mediante métodos fraudulentos, pero la oposición concurrió a votar con la esperanza de superarlos. Después se realizaron en todo el país las elecciones para gobernadores. La mayoría de la oposición no concurrió y se dio un segundo proceso electoral irregular. Ahora ha tenido lugar una tercera elección, esta vez para elegir autoridades municipales. La participación fue menor que en las dos anteriores y la oposición mostró un alto porcentaje de no concurrencia. Manteniendo un férreo control sobre las fuerzas militares y de seguridad, Maduro no parece tener amenazas políticas a la vista, pese al creciente deterioro de la situación económico-social. Pero al mismo tiempo se percibe una actitud de Washington que está beneficiando al régimen. El gobierno estadounidense ha flexibilizado las restricciones que había impuesto a empresas petroleras como Exxon, para operar con Venezuela. Se facilita así la principal fuente de ingreso de dólares que tiene el país. También se ha puesto en evidencia líneas subterráneas de negociación y diálogo para que Venezuela acepte el retorno de migrantes detenidos en territorio estadounidense y para que sean devueltos ciudadanos norteamericanos detenidos en el país desde hace meses e incluso años. El presidente electo, Edmundo González Urrutia, que no es reconocido por Maduro, ha planteado dudas sobre esta doble actitud de Washington.

Al mismo tiempo avanza en Colombia el juicio contra el ex presidente Álvaro Uribe, acusado de sobornar a testigos judiciales. Un par de décadas atrás fue el primer político colombiano en décadas que logró enfrentar con éxito a la insurgencia liderada por las FARC de orientación marxista-castrista. Su rol político como líder opositor se fue reduciendo a lo largo del tiempo, especialmente durante las presidencia de su sucesor, Juan Manuel Santos, quien alcanzó un acuerdo parcial con las guerrillas, que en los hechos se ha puesto en evidencia su fracaso en el actual gobierno de Gustavo Petro, de centroizquierda. En Colombia hay elecciones presidenciales en mayo del año próximo y una condena judicial al ex presidente puede tener efectos electorales. En principio debilitaría las chances de las fuerzas de centroderecha, que si se votara hoy ganarían la elección. Pero este tipo de estrategias -en alguna medida similar a la de Lula con Bolsonaro- son peligrosas porque pueden polarizar la elección entre derecha e izquierda y hacer más difícil la gobernabilidad en el próximo mandato. La política estadounidense en la región prefiere un triunfo de los aliados y seguidores de Uribe, con los cuales podría revitalizar una relación de alianza política como hubo durante sus dos mandatos. Cabe señalar que Colombia es, después de Brasil, el segundo electorado de América del Sur por cantidad de votantes.

Estados Unidos acaba de dar una nueva señal de su alianza política con el presidente argentino Javier Milei. Visitó el país la secretaria del Departamento de Seguridad, Kristi Noem, funcionaria clave en el control y expulsión de los inmigrantes ilegales en los Estados Unidos. Es un gesto político porque Argentina no tiene una relevancia cuantitativa en este tipo de inmigración. La actitud asumida por la funcionaria corroboró la alianza entre Trump y Milei, que en los últimos días también se puso en evidencia en las gestiones de la Casa Blanca ante el Fondo Monetario Internacional para que Argentina logre nueva financiación sin cumplir las metas del último acuerdo. Noem anunció la puesta en marcha del proceso para que los argentinos tengan un permiso de entrada y permanencia en los Estados Unidos simplificado y por tres meses, el que tardará algo más de un año en tramitarse. Pero esta medida, en momentos en que se imponen restricciones a la mayoría de los países de la región, es un gesto político favorable. El gobierno argentino se encuentra al mismo tiempo trabajando en un acuerdo de comercio bilateral con Washington que será el primero de este tipo en América del Sur. También la Casa Rosada está coordinando con la Casa Blanca los movimientos y actitudes en función de la agenda de conflictos militares en el mundo, como los que tienen lugar en este momento en Ucrania y Palestina.

En conclusión: el conflicto surgido entre los presidentes de Estados Unidos y Brasil continúa sin resolverse y con pocas gestiones para hacerlo, viendo Lula en él una oportunidad para crecer electoralmente; en Venezuela Maduro ha realizado la tercera elección en un año, teniendo menor concurrencia en cada una de ellas y utilizando reiteradamente mecanismos irregulares; en Colombia avanza el proceso judicial contra el ex presidente Uribe, que podría favorecer al oficialismo electoralmente en el marco de la estrategia del presidente Gustavo Petro; por último, la visita de la secretaria del Departamento de Seguridad de EEUU -encargada de la política anti inmigratoria- a la Argentina es una manifestación más de la alianza entre Washington y la Casa Rosada.

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