¿Crisis entre Europa y Estados Unidos?

Por Rosendo Fraga.

Europa en modo alguno ha sido un continente pacífico a lo largo de la historia. Hasta 1990 la Guerra Fría lo dominó bajo un antagonismo entre comunismo y capitalismo. Más atrás tuvo lugar la Segunda Guerra Mundial y dos décadas antes la Primera. Sobre el final de las últimas décadas del siglo XIX aconteció la Guerra Franco-Prusiana y más atrás, las Napoleónicas. Así podría seguirse con la Guerra de los Siete, la de los Treinta y la de los Cien Años. A su vez, estos conflictos interactuaban con las guerras contra el Imperio Otomano que llegó en su momento hasta las puertas de Viena. Es decir, plantear el modelo de una Europa pacífica frente al resto de un mundo violento y en guerra, no es históricamente exacto. Lógicamente, Europa no fue la excepción: durante ese extenso periodo, en China, India, Asia Central y África también se desarrollaron guerras autóctonas entre países y regiones. La pugna por el control de los imperios extracontinentales concentró grandes esfuerzos por parte de las potencias europeas. España, Reino Unido, Francia y Holanda lucharon entre ellas para dominarlos. Las guerras religiosas agravaban a su vez esta situación. A partir del siglo XVI, los enfrentamientos entre católicos y protestantes se combinaban con guerras e intereses nacionales de las distintas potencias. Europa no sólo carecía de unidad: se desarrollaba en un conflicto constante. El Papa en algún momento intentó controlar o moderarlo, pero no lo logró.

Entre los siglos XVI y XX, Europa experimentó un periodo de supremacía global a través de la expansión de sus imperios. España y Portugal lideraron la expansión ultramarina en el siglo XVI, estableciendo colonias en América, África y Asia. La llegada de los españoles a América en 1492 y la de los portugueses a la India en 1498 marcan el inicio del proceso de predominio europeo a nivel global que culminará en 1997 con la devolución de Hong Kong a China por parte del Reino Unido y Macao por parte de Portugal. En el siglo XVII, los Países Bajos y Francia se sumaron a la competencia imperial, mientras que Gran Bretaña comenzó su ascenso. Durante el siglo XVIII, el Reino Unido y Francia disputaron territorios en América y la India, reforzando su influencia mundial. En el XIX, el imperialismo alcanzó su apogeo con la colonización de África y Asia, liderada por el Reino Unido y Francia, seguidos por Alemania, Bélgica e Italia. En la primera mitad del siglo XX, los imperios europeos enfrentaron crisis debido a las guerras mundiales y los movimientos independentistas. Aunque la descolonización avanzó tras la Segunda Guerra Mundial, Europa dejó una profunda huella política, económica y cultural en el mundo. Su legado persiste en instituciones, sistemas de gobierno y estructuras económicas que continúan influyendo en los países que alguna vez estuvieron bajo su dominio.

Las diferencias entre Estados Unidos y Europa respecto a la guerra de Ucrania han llevado a la última a establecer un plan de defensa propio. Se ha dicho que el mismo costará ochocientos mil millones de euros. La presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, dijo que “necesitamos un esfuerzo de la defensa europea y lo necesitamos ya mismo”. Sin embargo, se plantean múltiples interrogantes. Todavía falta saber si aún logrando dicho dinero bastaría para disuadir a Moscú de abandonar territorio europeo desde el punto de vista militar. Desde febrero de 2022 -cuando tuvo lugar la invasión rusa a Ucrania-, los países europeos que integran la OTAN se han propuesto aumentar su presupuesto militar bajo presión de Estados Unidos, que ha tenido en ello un objetivo permanente durante la última década. Pero el problema es que si Estados Unidos abandona el escenario europeo, podrían retirar además grandes cantidades de armamento y equipos. El gasto militar sumado de los treinta y un miembros de la OTAN (sin Estados Unidos) es varias veces el de Rusia. Pero su coordinación y efectividad es menor. El plan de defensa europeo permitiría a Europa flexibilizar a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) recursos hacia países más pobres. Durante esta semana se realizará en Bruselas una nueva Cumbre de dirigentes de la Comisión Europea de la UE y los jefes militares de los países miembros.

Mientras tanto la conducción política europea, que de hecho intentan mantener Francia y el Reino Unido, muestra contradicciones no sólo dentro de la UE, sino también con Estados Unidos. Primero, Trump se mostró dispuesto a aceptar la buena voluntad del líder ruso, Vladimir Putin, para negociar la paz, pero después amenazó con sanciones a gran escala contra Rusia. El presidente estadounidense envió el mensaje tanto a Kiev como a Moscú de “sentarse en la mesa de negociaciones ahora, antes de que sea demasiado tarde”. El Reino Unido comenzó apoyando tres semanas atrás un plan para enviar trescientos mil soldados europeos a Ucrania para garantizar su defensa. Después esta fuerza se redujo al 10% (treinta mil), para finalmente dejarla en esa misma cantidad, pero integrada por todos los países de la OTAN menos Estados Unidos, poniendo la condición de que este país apoye el despliegue. Francia es el único país de la OTAN, además de Estados Unidos, que tiene armamento nuclear. Ello se dio después de la salida del Reino Unido de la UE, que redujo la capacidad nuclear del bloque a sólo Francia. El presidente francés ha dicho que estudia extender a sus socios europeos la defensa de su armamento atómico, que es modernizado en forma periódica, independientemente de Estados Unidos. Cabe señalar que en la década del sesenta, hace más de medio siglo, el general Charles De Gaulle abandonó la OTAN para mantener la independencia de Francia, para retornar luego. Macron dijo: “Tenemos el ejército más eficaz de Europa y gracias a las decisiones tomadas por nuestros antecesores tras la Segunda Guerra Mundial, disponemos de capacidad en disuasión nuclear”. Francia cuenta con doscientas noventa y nueve cabezas nucleares que pueden causar daño a Rusia, pero ésta cuenta a su vez con más de cinco mil. Desde esta perspectiva, es claro que una entrada en combate de Europa contra Rusia en este momento favorecería a esta última.

En conclusión: Europa ha sido un continente que ha vivido en guerra constante a lo largo del segundo milenio y los cuarenta y cinco años de Guerra Fría sólo fueron un paréntesis; durante los últimos siglos, a este panorama se sumó la expansión de los imperios europeos por Asia, África y América, que dio un nuevo incentivo a la belicosidad del continente; la OTAN, exceptuando EEUU, ha asumido una actitud tendiente a constituir una defensa europea propia frente a la negativa estadounidense de darle participación en las negociaciones de paz en Ucrania; por último, la constitución de un sistema de defensa europeo propio es un proyecto de largo plazo y muy complejo por la cantidad de países que formarían parte; ello vuelve incierta su concreción.

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