Por Rosendo Fraga.
Desde Argentina, Javier Milei afianza su rol como referente de la nueva derecha en la región. Si bien son por lo general países de escasa dimensión tanto poblacional como económica, aproximadamente un décimo de ellos asumen la misma posición que Milei. Trump ha dado señales claras al respecto, como su reunión con el presidente argentino en su residencia de Mar-a-Lago y con la presencia de su nuera en la reunión de la CPAC (Conferencia de Acción Conservadora) en Buenos Aires. Pero Milei busca también un espacio internacional dentro de esta corriente político-ideológica. Esta misma semana viajará a Italia, donde ha estado siete veces desde que asumió. Lo hace para participar en un acto partidario de “Hermanos de Italia”, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni. Se proyecta así como el referente más importante en América Latina de esta corriente, tanto de Trump como de la nueva derecha europea. Su posición económica aperturista parece no coincidir con la del presidente electo de los Estados Unidos, pero la reducción del Estado marca un punto en común entre ambos. Otra diferencia que deberá superar Milei con Donald Trump es el apoyo a Ucrania, que es fuerte y decidido en el caso del primero y tibio en el del segundo, que busca cerrar este conflicto cuanto antes. De todas maneras, las coincidencias parecen superar las diferencias.
Mientras tanto, las dictaduras populistas de la región no parecen estar en riesgo, pese a su aislamiento internacional. Nicolás Maduro enfrenta una creciente ofensiva diplomática tanto de Europa como de los Estados Unidos y sus aliados regionales. El 15 de noviembre la oposición liderada por Corina Machado convocó a una protesta a nivel global, es decir, en todo el mundo. Pero esta tuvo una repercusión menor a las anteriores. Entre las acciones de Maduro para endurecer su posición se cuenta el asedio a la embajada argentina en Caracas. Esta sede diplomática está en manos de Brasil, que ha asumido como representante de los intereses argentinos en Venezuela. En el caso de Nicaragua, el presidente Daniel Ortega continúa endureciendo su posición frente a quienes lo cuestionan. En ellos va dominando la decisión de abandonar el país sobre la de oponerse. Los opositores han perdido voluntad para enfrentarse a una represión dura y sistemática. La paradoja sigue siendo que Washington mantiene vigente el tratado de libre comercio con este país centroamericano, lo que le da margen económico para resistir las propias presiones de Estados Unidos y sus aliados. En el caso de Cuba, que no logra resolver su dura crisis económica y se manifiesta en cortes de electricidad y carencia de productos de primera necesidad, el régimen sigue sin debilitarse en términos políticos y aumenta la represión sobre los opositores en las calles.
En cuanto a los gobiernos “progresistas” liderados por Brasil, no encuentran un espacio claro donde ubicarse. Por un lado, quieren marcar sus diferencias con los países de centroderecha, mostrando una actitud más dialoguista frente a los dictadores populistas. Lo logran exigiendo que Maduro muestre las actas electorales que constaten su victoria, lo que no han logrado todavía. Maduro los acusa de estar jugando para la oposición que lidera Machado. Las diferencias con Lula son crecientes, aunque éstas debilitan la posición de Maduro. Con matices, en esta línea se mueven Brasil, Colombia y Chile, mientras que México mantiene su tradicional línea de neutralidad y distancia de conflictos. Brasil no ha logrado mostrar una posición clara frente al resto del mundo y su negativa a que Venezuela integre los BRICS lo ha subrayado. El apoyo económico de China y el estratégico de Rusia son decisivos para que Maduro se mantenga en el poder. La empresa estadounidense Exxon sigue operando en Venezuela, con un “dejar hacer” de la Administración Biden. Trump ha denunciado este hecho y es posible que el nuevo Secretario de Estado, Marco Rubio, intente modificar esta posición. Colombia no adopta una posición muy diferente. En cuanto a Chile, tiene una posición más distante de Venezuela que los demás países con gobiernos progresistas de la región.
Las expectativas de que la llegada de Trump al poder modifique estos alineamientos son crecientes en la comunidad hispano-estadounidense y el nuevo Secretario de Estado es en quien colocan sus esperanzas. Rubio ha sido un firme opositor de los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero no está claro qué medidas adoptaría para intentar producir cambios. Es que Estados Unidos en este momento tiene otras prioridades en el mundo que pasan por Rusia, Ucrania, Corea del Norte, Israel, Gaza, El Líbano, Irak, Irán, Siria y Yemen. Se trata de una agenda muy conflictiva que plantea riesgos de peligrosa escalada militar a nivel regional. Pero no cabe duda que la nueva línea del Departamento de Estado presionará con más intensidad sobre las dictaduras populistas, especialmente en el terreno económico. La elección presidencial brasileña que tendrá lugar a fines de 2026 será decisiva en cuanto a los alineamientos político-ideológicos en la región. Una de las salas de la Suprema Corte de Justicia brasileña ha prohibido que Bolsonaro vuelva a ser candidato, al estar acusado de haber incitado el intento de golpe que tuvo lugar el 8 de enero de 2022. Pese a ello, el ex presidente mantiene niveles altos de imagen en la opinión pública. Otra sala de la Corte podría modificar la situación y entonces podría presentarse, como pasó con Lula hace cinco años. Pero se trata de un hecho para el cual falta mucho tiempo en términos político-electorales.
En conclusión: Milei crece como referente de Trump en la región y como figura internacional de la nueva derecha en Europa, y ello podrá acentuarse una vez con Trump en el poder; las dictaduras populistas de la región enfrentan dificultades de diverso tipo, pero las presiones económicas que sufren de Estados Unidos y sus aliados no son suficientes para producir cambios de régimen; los gobiernos progresistas de la región hoy no tienen una posición definida respecto a Maduro y eso les quita protagonismo en cualquier intento de solución; por último, la asunción de Trump y su Secretario de Estado, Marco Rubio, anticipan un endurecimiento de Estados Unidos frente a estos gobierno, aunque hasta ahora sólo será económico.