Se debilita la oposición venezolana y Brasil enfrenta su elección de medio mandato

Por Rosendo Fraga.

El 28 de septiembre se cumplieron dos meses de la controvertida elección venezolana que la oposición al presidente Maduro terminó desconociendo. Las esperanzas de que se produjera una caída del régimen o al menos una negociación no se dieron. Como era previsible, si no se producía una definición contraria a Maduro en las calles en los días inmediatamente siguientes a la elección, la prolongación de las protestas en las calles lideradas por María Corina Machado, no iba a poder mantenerse. La combinación de represión y cansancio ante la falta de resultados, fue generando resignación. Machado recurrió para compensar la situación a convocar movilizaciones en el exterior a favor de la causa de la oposición venezolana. Llegaron a tener lugar cerca de cuatrocientas manifestaciones en un mismo día en diversos lugares del mundo, aunque de diferente magnitud y repercusión. Pero este recurso empezó a agotarse a fines de julio, cuando se extendió la percepción de que Maduro podría continuar al frente del gobierno. Como era previsible, el mantenimiento del apoyo de las Fuerzas Armadas y policiales al gobierno fue la clave del éxito del presidente. Ello favoreció la crítica situación del régimen cubano, que enfrenta posiblemente la crisis económica y social más grave de su historia. Ello se evidencia en la combinación de inflación, carestía de la vida y consecuente aumento de la pobreza. Cabe señalar que en los últimos dos años ha dejado el país el 18% de la población, la mayoría hacia Estados Unidos (tema que preocupa a Washington en forma creciente por el problema migratorio). Nicaragua tiene una situación más sólida y una oposición dominada, pero también se ve beneficiada por la permanencia de Maduro en el poder. 

En el plano internacional, la oposición sigue obteniendo éxitos en cuanto a apoyos y reconocimientos, pero que resultan ineficaces para desestabilizar al régimen chavista. El confuso exilio del presidente electo, Edmundo González Urrutia, ha contribuido al desaliento opositor. Aunque él ha denunciado presiones y amenazas para justificar su salida del país, las declaraciones del ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, señalan otra cosa, al igual que algunos funcionarios del actual gobierno español. Pese a ello, la Unión Europea decidió reconocer su elección, aunque ello fue inútil para respaldar hace un lustro al presidente delegado Juan Guaidó. En el plano regional, Maduro no consiguió apoyos relevantes y las dudas iniciales de Brasil y Colombia fueron evolucionando hacia una toma de distancia frente al presidente venezolano. Pero el factor clave es la posición de Estados Unidos. El tema Venezuela no ha llegado a ser relevante en la campaña electoral estadounidense, aunque ambos candidatos cuestionan la permanencia de Maduro en el poder. Trump dijo semanas atrás que si la Administración Biden quería terminar con Maduro, debía dejar de comprarle petróleo a través de la empresa Chevron. Pero el Congreso estadounidense se limita sólo a seguir las actividades de la empresa, sin plantearse impedirlas. Muy lejos está la posibilidad de bloquear los puertos de Venezuela para impedir su comercio petrolero, fundamental para obtener las divisas que permiten sobrevivir al régimen en términos económicos. 

En Brasil, las elecciones municipales del próximo 6 de octubre se perfilan como una prueba clave para medir el peso político de Lula y Bolsonaro. Con 155,9 millones de votantes convocados, los brasileños acudirán a las urnas para elegir a alcaldes y concejales en 5.569 municipios. São Paulo, la mayor ciudad de Brasil y principal centro financiero de América Latina, se ha convertido en el epicentro de la polarización política, como suele suceder. Según Datafolha, el actual alcalde Ricardo Nunes, apoyado por Bolsonaro, tiene el 27% de intención de voto, mientras que Guilherme Boulos, respaldado por Lula, le sigue de cerca con 25 %. Pablo Marçal, un empresario e ‘influencer’ de ultraderecha, está en tercer lugar con 21%. Estas elecciones no solo determinarán el control de los municipios, sino que también son vistas como un termómetro del clima político de cara a las próximas elecciones nacionales que tendrán lugar dentro de dos años. La importancia de São Paulo radica en que representa una parte considerable del electorado, lo que podría influir en el balance de poder en todo el país. Tanto Lula como Bolsonaro han centrado sus esfuerzos en asegurar una victoria en esta ciudad, conscientes de lo que está en juego. Cualquier resultado tendrá repercusiones a nivel nacional, especialmente en el ámbito legislativo.

Sin embargo, a pesar de la clara polarización en São Paulo, en las principales capitales de Brasil son los partidos de centro, conocidos como el “centrão”, los que dominan la contienda. El MDB, el Partido Social Democrático (PSD) y União Brasil son algunas de las formaciones que lideran en 11 de las 15 capitales más pobladas del país. Estos partidos tienden a alinearse con los intereses locales, lo que genera escenarios dispares. Mientras en São Paulo Nunes recibe el apoyo de Bolsonaro, en Maceió (nordeste) el candidato del MDB, Rafael Brito, es respaldado por Lula. En Belo Horizonte y Vitória, la derecha domina con el partido Republicanos, mientras que en Recife, el Partido Socialista Brasileño (PSB) lidera las encuestas. La capacidad del “centrão” para adaptarse a los vientos políticos locales los convierte en jugadores clave, tanto para el gobierno como para la oposición. Este pragmatismo les permite mantenerse en el poder, sin importar qué fuerzas predominen a nivel nacional. Si bien las elecciones municipales no siempre reflejan las inclinaciones políticas de las elecciones presidenciales, el desempeño de estos partidos puede influir en futuras alianzas y negociaciones políticas. Este mosaico de tendencias subraya la complejidad del panorama electoral brasileño, donde el centrismo puede decidir el curso de las políticas públicas. Es probable que un resultado con cierto predominio de las distintas expresiones de la derecha mantenga al bolsonarismo como opción política para las presidenciales de 2026, más allá de que el ex presidente pueda presentarse dadas sus condenas judiciales. Por el contrario, un resultado más favorable a las fuerzas de izquierda alentaría las aspiraciones de Lula para presentarse en pos de su cuarto mandato. El resultado de São Paulo es el que más influye a nivel nacional, Ninguna de las tres opciones más relevantes está en condiciones de ganar en primera vuelta. Pero la mayor parte del electorado de derecha y ultraderecha votará junto en la segunda vuelta y eso favorecería a Bolsonaro.

En conclusión: a dos meses de la elección venezolana, la oposición va perdiendo fuerza y Maduro parece afianzarse, aumentando sus posibilidades de retener el poder: el apoyo militar y policial han sido claves en ello; el apoyo internacional a la oposición se mantiene, pero se va mostrando irrelevante para provocar la renuncia de Maduro, como sucediera cuando Juan Guaidó fue elegido presidente delegado por el parlamento; las municipales en Brasil muestran resultados complejos y muchos partidos, pero el sesgo ideológico de los principales ganadores será lo más relevante políticamente con vista a la presidencial de 2027; por último, los triunfos de la derecha y el centroderecha favorecerían las expectativas del bolsonarismo para las presidenciales, mientras victorias de la izquierda alentarían una nueva reelección de Lula.

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