Estados Unidos: del debate a las relaciones internacionales

Por Rosendo Fraga.

El único debate que tuvo lugar para la elección presidencial estadounidense no parece haber cambiado sustancialmente las tendencias electorales. Meses atrás, el atentado contra Donald Trump había marcado una definida tendencia a su favor. Días después, la renuncia de Joe Biden a su reelección y la elección de Kamala Harris como su sucesora cambiaron drásticamente la tendencia a favor de la candidata demócrata, que pasó a aventajar en varios puntos al candidato republicano. Esta situación se mantuvo durante varias semanas, tras las cuales Trump comenzó a recuperar terreno perdido, criticando los programas económicos de centroizquierda de su adversaria. Así, Trump llega en una situación de paridad en cuanto al porcentaje promedio nacional. Pero cabe señalar que los republicanos en lo que va del siglo XXI, ganaron dos veces una elección presidencial obteniendo menos votos que sus adversarios, gracias al sistema de Colegio Electoral. Los siete “swing states” que definen la elección son sólo siete de cincuenta, pero en cambio representan el 10% del Colegio. Ellos son Pennsylvania (el más importante con veinte electores), Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Nevada, Arizona y Georgia. En el primero, la competencia está cabeza a cabeza. Pero más allá del resultado del debate, faltan casi dos meses para la elección que se realiza el 5 de noviembre y muchas cosas pueden cambiar hasta entonces.

La elección norteamericana, en términos políticos e ideológicos, tiene clara influencia en el mundo occidental. El populismo como cultura política irrumpió por primera vez en la historia en el mundo anglosajón en 2016. Ese año ganó el Brexit el referéndum realizado en el Reino Unido para salir de la Unión Europea y Donald Trump obtuvo la presidencia en Estados Unidos. Los anglosajones habían sido durante dos siglos y medio un factor de equilibrio en el plano internacional, ya sea en lo político como en el campo de la seguridad internacional. Ambos hechos se inscribieron en el marco de una creciente polarización ideológica en Occidente entre conservadores y progresistas. Desde entonces, las fuerzas de derecha radical -que tienen a Trump como principal referente- fueron creciendo. En Estados Unidos, tras la derrota electoral de Trump en 2020 y la crisis institucional que tuvo lugar, parecía impensable entonces que el ex presidente volviera a ser un candidato con chances cuatro años después. En Gran Bretaña, el reciente triunfo laborista ha sido por sólo 33%. Han irrumpido electoralmente por primera vez los partidarios del Brexit como fuerza política, obteniendo el 16% y siendo felicitados por Trump. En Francia, Marine Le Pen ha hecho la mejor elección presidencial de su historia y hoy es la clave para formar gobierno para el debilitado presidente Emmanuel Macron. En Alemania, Afirmación por Alemania -al cual votan los neonazis- triunfó en dos estados de la ex Alemania Oriental (Turingia y Sajonia) y podría hacerlo próximamente en Brandeburgo. Italia, a su vez, es gobernada por Georgia Meloni, una dirigente con pasado neofascista pero que hoy representa una derecha nacionalista moderada. En España, el Partido Popular y el Socialista compiten por el primer lugar, pero Vox, expresión de la derecha radical española, ha consolidado su tercer puesto. En América Latina, la irrupción de Jair Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina y Nayib Bukele en El Salvador, muestra también el crecimiento de la derecha radical. Pero un eventual triunfo de Trump en Estados Unidos marcaría una victoria muy relevante para esta corriente político-ideológica en Occidente.

En el plano de la seguridad internacional, las posiciones de Trump y Harris también están diferenciadas. La candidata demócrata, siguiendo la tradición liberal de su partido, apoya una política exterior de valores o idealista, mientras que Trump representa el tradicional realismo de los republicanos. El mundo está incubando un conflicto militar global que puede asemejarse a la Tercera Guerra Mundial. A las guerras de Ucrania y Gaza se suman las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China en el Mar del Sur de este país y en el estrecho de Taiwán. El discurso de la OTAN habla de un nuevo enemigo, constituido por una cuádruple alianza entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte. Si se diera un conflicto entre la OTAN y estos cuatro países, sería la Tercera Guerra Mundial. Con un planteo un tanto cínico, hay quienes piensan que el tiempo juega en contra de Estados Unidos y que, en consecuencia, le conviene una definición militar rápida. Por su parte, Trump parte de la base de que el marco multilateral -la ONU, el Banco Mundial, el FMI, la OCDE, etc.- ha perdido la posibilidad de contener y controlar los conflictos bélicos. En el debate televisivo con Kamala Harris, el ex presidente dijo que, de ganar, finalizaría las guerras aun antes de asumir, tesis que ha reiterado en repetidas oportunidades. Por su parte, la candidata demócrata envió un mensaje a su electorado pro-palestino, tratando al mismo tiempo de no transmitir la idea de que abandonará a Israel. 

La relación de Trump con el sector militar mostró que el ex presidente no tiene un voto unánime a favor en él, como ya sucedió en la elección de cuatro años atrás. El candidato republicano mantiene un fuerte apoyo formal a las Fuerzas Armadas y al incremento del gasto militar. Un pequeño incidente fue utilizado por la campaña de Harris para mostrar la mala relación entre el ex presidente y los militares. Trump se hizo presente en el Cementerio de Arlington para asistir al sepelio de trece militares muertos en un bombardeo de 2021 durante las últimas horas de la retirada estadounidense en Afganistán. Trump siempre ha tenido una actitud muy crítica respecto a la forma desordenada de esta retirada, adjudicándosela a Biden. Un incidente con una empleada que controla el cementerio fue magnificado. Pero mayor dimensión adquiere el documento dado a conocer el martes 10 de septiembre por diez militares retirados que han tenido funciones relevantes en los últimos años. Señalaron que Trump era un “peligro para nuestra seguridad nacional”. En un claro apoyo a Harris, calificaron a su rival de “peligro para la democracia”. La carta fue firmada entre otros por el general Larry Elis y el contraalmirante Michael Smith. Citaron comentarios de Trump menospreciando al personal militar y responsabilizándolo por el “enfoque caótico” de la retirada de Afganistán. También integra este grupo el general Mark Milley, quien fuera Jefe de Estado Mayor Conjunto -máxima autoridad militar- entre 2019 y 2023, es decir, durante el intento de golpe de Trump cuando sus partidarios ocuparon el Capitolio, y las guerras de Ucrania y Gaza. El candidato republicano lo considera un enemigo por no haberlo respaldado en dicha crisis política, haciéndolo responsable además de contactos con los jefes militares chinos durante la misma y por la desordenada retirada de Afganistán.

En conclusión: el debate televisivo entre Harris y Trump -el único hasta la elección de noviembre- no ha volcado las tendencias a favor de uno u otro; el resultado de esta elección tendrá fuerte influencia en la orientación política e ideológica de Occidente: un triunfo de Trump reforzará el crecimiento de la derecha radical en EEUU, Europa y América Latina; en cuanto a la seguridad internacional, un eventual gobierno demócrata continuará el apoyo a Ucrania en la guerra y la percepción de China, Rusia, Irán y Corea del Norte como el nuevo enemigo de la OTAN; por último, pese al apoyo formal que el candidato republicano da a las Fuerzas Armadas, se evidencian tensiones con ella, las que también se manifestaron durante el último gobierno republicano.

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