La ofensiva rusa en Ucrania

Por Rosendo Fraga.

El 2 de mayo se conmemoró el 79° aniversario de la caída de Berlín en manos de las fuerzas rusas al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una fecha patriótica, decisiva y trascendente para Moscú. Erróneamente, fuentes ucranianas habían anunciado que Putin buscaba un éxito militar en el terreno para conmemorar esta fecha, pero si fue así no lo logró. El 6 de mayo Putin anunció que ponía en marcha ejercicios militares con “armamento táctico nuclear”, lo que generó lógico impacto en Occidente. Se trata de armas nucleares localizadas con un efecto limitado. Putin vinculó el anuncio con la eventual llegada de armamento de los países de la OTAN para reforzar a las fuerzas ucranianas, que se sienten amenazadas por una nueva ofensiva rusa a lo largo del frente de combate. Pero el líder ruso completó sus anuncios con el reemplazo del ministro de Defensa, Sergei Shoigu, el 13 de mayo. Se trata de la máxima autoridad militar rusa, que ocupa el cargo desde la “Operación Militar Especial” puesta en marcha con la invasión del 24 de febrero de 2022. La novedad es que Putin, que asumió su nuevo mandato hasta 2030 el 7 de mayo, ha optado por un civil para reemplazarlo, el economista Andrei Beloúsov. Varios analistas vincularon la elección con la decisión de movilizar la economía rusa y la base industrial de la defensa para sostener una guerra de larga duración con Ucrania y preparar un enfrentamiento con la OTAN, que sigue teniendo el “paraguas atómico” estadounidense. Pero Putin confirmó al que considera su mejor pensador militar, el general Valery Gerasimov, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas que operan en Ucrania, cargo para el que fue designado en abril de 2023. Es conocido por la doctrina que lleva su nombre, que combina tácticas militares, tecnológicas, de información, diplomáticas, económicas y culturales, con el fin de lograr objetivos estratégicos.

Mientras tanto Rusia continúa su ofensiva terrestre en Ucrania, amenazando a Járkov, la segunda ciudad del país, cerca de la frontera rusa. Las tropas rusas bombardean con misiles, drones y disparos de artillería a lo largo de un frente de seiscientos kilómetros. Los esfuerzos ucranianos comienzan a flaquear. No sólo faltan soldados para enfrentar a los rusos, sino también municiones -sobre todo de artillería- y el resto del material bélico, que es insuficiente. El ejército ruso cruzó la frontera el 10 de este mes, buscando tomar Járkov. Tres días después, el 13, las fuerzas rusas ocuparon decenas de kilómetros cuadrados de territorio ucraniano. La guerra parece estar tomando el rumbo querido por Putin y la primera línea ucraniana se arriesga a un colapso. Los rusos se apoderaron el domingo 12 de cuatro localidades, tras haber anunciado el día antes la caída de cinco pueblos. Ucrania, por su parte, informó de grandes pérdidas del lado ruso, diciendo que mil doscientos soldados de Moscú habían muerto en combate. Pero Putin tiene claramente la ofensiva y el panorama le son favorables. Hay quienes piensan que Putin podría intensificar la guerra, buscando una victoria que parece posible. La otra opción sería abrir inesperadas negociaciones. 

Mientras tanto, los países de la OTAN se preparan para la Cumbre de la organización, que tendrá lugar en Estados Unidos del 9 al 11 de julio. Cabe recordar que el 5 de abril se cumplió el 75° aniversario de la creación de esta organización. El cambio en la visión atlantista ha sido rápido y notable. En la Cumbre de 2023 -como lo había hecho en la de 2022-, la alianza militar occidental consideró a Rusia como principal amenaza y a China como el desafío más importante, graduando con precisión el carácter y magnitud de la amenaza. Esto cambió rápidamente. Desde las primeras semanas de 2024, los voceros de la OTAN comenzaron a anunciar que una derrota militar de Ucrania iba a traer como consecuencia la extensión de la guerra a Europa por parte de Rusia, señalando que la potencia euroasiática avanzaría sobre los países bálticos, nórdicos y del centro de Europa, todos miembros de la OTAN y que por ende, tienen la garantía de seguridad que establece en su artículo 5° (que obliga a todos los países miembros a defender a cualquiera de ellos que sea atacado). Pero la escalada fue un paso más allá el 5 de abril, fecha del 75° aniversario, cuando el Secretario General de la alianza occidental, el noruego Jens Stoltenberg -que el 1° de octubre será reemplazado por un ex primer ministro holandés-, sostuvo que el nuevo enemigo era una convergencia en materia de suministros y tecnología militar, entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte. Concretamente, planteó un escenario posible de guerra global. El tema ahora es si la Cumbre de la OTAN ratificará esta visión o dará un paso atrás respecto a ella.

Por su parte Israel conmemoró el 13 de mayo el “Día de los Caídos”, una fecha históricamente relevante para este país. El Jefe del Shin Bet, el servicio de inteligencia interior israelí, se sumó a las autoridades nacionales, que admitieron fallas en la defensa contra el ataque terrorista de Hamas del último 7 de octubre. Su jefe, Ronen Bar, aceptó que la organización bajo su mando “podría haber prevenido los hechos”. Parte del público abandonó la ceremonia en protesta contra Benjamín Netanyahu, quien sigue negando responsabilidad por los hechos. El primer ministro israelí contestó a las críticas diciendo que “conseguiremos objetivos de guerra, y en el centro de ellos está el retorno de los rehenes. Hemos cobrado y cobraremos un alto precio al enemigo por sus actos criminales”. Mientras el mensaje de Netanyahu puso énfasis en la ofensiva militar, el del presidente Isaac Herzog estuvo dedicado a acompañar a las familias y los secuestrados. El retorno de los rehenes de Hamas, de los cuales ciento noventa y ocho siguen en Gaza -treinta y seis de ellos muertos según estima el gobierno israelí-, se ha convertido en uno de los grandes motivos de protesta contra la gestión de Netanyahu. Mientras el gobierno era criticado, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, Herzi Alevi, aprovechó la fecha para pedir disculpas, manifestando que asumía “la responsabilidad por el fracaso de las fuerzas de defensa de Israel a la hora de proteger a nuestros civiles el 7 de octubre”. Tanto el Shin Bet como el Ejército rechazan el inicio de la investigación que “podría dañar sus capacidades de combate y distraer a los comandantes”. Pero el “Día de los Caídos” sirvió para recordar también los seiscientos veinte soldados muertos desde octubre, y ese es un tema muy vigente.

En conclusión: al conmemorarse un nuevo aniversario de la caída de Berlín, Putin decidió relevar a su ministro de Defensa, pero al mismo tiempo confirmó al comandante de las fuerzas en Ucrania, el general Gerasimov; la designación de un economista como nuevo ministro indica que el jefe del Estado ruso dará prioridad al esfuerzo para movilizar los recursos del país en pos de la guerra; en lo militar, la ofensiva rusa va minando las defensas ucranianas, las que han comenzado a recibir -pero con demora- la asistencia militar estadounidense; por último, Israel conmemoró el “Día de los Caídos”, situación que generó críticas hacia Netanyahu, pero sin que estas se trasladen a la investigación del Ejército y el servicio de inteligencia interior.

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