Desafío de Trump a Europa por el futuro de la OTAN

Por Rosendo Fraga.

Al cumplirse el 24 de febrero dos años de la invasión rusa a Ucrania, el ex presidente Trump ha planteado un fuerte cuestionamiento a la OTAN. En un discurso de campaña, sostuvo que si los países que integran esta alianza militar siguen incumpliendo el objetivo de destinar el 2% de su PBI al gasto en defensa, él, en caso de ser reelecto, no se opondría a no cumplir con ellos el compromiso de defensa mutua establecido por la OTAN. Fue firmado hace una década, pero desde entonces y hasta la invasión a Ucrania, lo cumplieron media docena (Estados Unidos, Reino Unido, Grecia, etc.). Alemania, que es la segunda economía que integra esta alianza militar, no lo cumplió hasta iniciarse la invasión rusa. Todavía, a dos años de la misma, son numerosos los países que tampoco lo hacen. Durante su presidencia, el ahora casi candidato republicano intimó reiteradas veces a los países de esta alianza militar a que cumplan el compromiso, sin tener éxito. Incluso decía entonces que la OTAN podría perder su sentido si seguían sin cumplir esta disposición. Durante la guerra entre Rusia y Ucrania la OTAN se fue ampliando, incorporando a Finlandia como miembro pleno e iniciando el proceso de incorporación de Suecia, todavía no aprobado por Hungría (la inclusión de un nuevo miembro requiere la unanimidad de los integrantes de la alianza). El planteo de Trump se enmarca en su campaña electoral, pero ya fue asumida en años pasados. 

El impacto en los miembros de la UE que integran la OTAN -todos menos Washington, Londres, Ottawa y Estambul- ha sido importante y el temor a una eventual presidencia de Trump se ha exacerbado. El debate ya comenzó a plantearse durante la presidencia anterior del probable candidato republicano. El presidente francés, Emmanuel Macron, sostuvo públicamente que la alianza militar estaba afectada de “muerte cerebral” por las dificultades de definir nuevas amenazas y por la divergencia de prioridades entre los miembros no europeos y los que integran la UE. Se retomó una idea planteada décadas atrás: que Europa debe tener su propio sistema de defensa autónomo al de Estados Unidos para responder a las amenazas propias y específicas. Ya se decía entonces que mientras China había pasado a ser la prioridad para Estados Unidos en materia de seguridad, para Europa lo seguía siendo Rusia. Este planteo se vería confirmado si Trump llega nuevamente al poder. Una organización de defensa exclusivamente europea tendría en el corto y mediano plazo una capacidad militar muy limitada. Sólo uno de los países de la UE tiene armas nucleares. Se trata de Francia, que también cuenta con buques con esta capacidad. El supuesto rearme que iba a generar la guerra de Ucrania por parte de Alemania, en los hechos demora en efectivizarse. Cabe señalar que el gasto militar neto de París y Berlín es el mismo, pero las capacidades son muy diferentes. Además, la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha reducido considerablemente su capacidad militar. Aunque la británica era similar a la de Francia -al igual que su PBI-, la capacidad de Londres era mayor en materia de proyección -desplegar tropas fuera de su propio territorio-.

La reacción, tanto de Europa como de la Administración Biden, ha sido fuerte y contundente. La de Estados Unidos la argumentó públicamente el Jefe del Estado Mayor Conjunto, el general de la Fuerza Aérea Charles Brown Jr. (el Secretario de Defensa, el general Lloyd Austin se encuentra nuevamente hospitalizado). Brown sostuvo que si no se cumplía el artículo quinto de la Carta de la OTAN, ésta perdía su sentido. El presidente Biden, así como los Jefes de Gobierno europeos, sostuvieron que las palabras de Trump -que fueron reiteradas en una segunda oportunidad- eran una incitación a Rusia para que atacara los países bálticos, nórdicos y los de Europa Central y Oriental, que geográficamente se encuentran en torno a la potencia euroasiática. La realidad es que Trump condicionó este “dejar hacer” a que los países de la OTAN cumplan el compromiso de destinar el 2% de su PBI a defensa. Pero también el candidato hizo una suerte de intimación, frente a la cual no hubo respuesta concreta. Es decir, no se reconoció el incumplimiento ni se propusieron acciones y compromisos para cumplirla. En los hechos, la actitud de la OTAN es que se mantendrá el compromiso de defensa mutua aunque los miembros de la alianza militar no cumplan el acuerdo sobre el gasto. Ya iniciada la guerra en Ucrania, la necesidad de un sistema de defensa europeo autónomo ya fue planteado meses atrás por la más alta autoridad de la Comisión Europea en materia de seguridad, el español Josep Borrell, aunque sin proponer medidas concretas. La realidad es que Europa no puede prescindir de la defensa que le proporciona Estados Unidos, como se ha puesto en evidencia en la guerra de Ucrania, por lo menos en el corto y mediano plazo.

Trump expuso explícitamente su postura en el marco de su consigna de “America First”. La recurrencia que ha hecho al nacionalismo europeo ha sido una constante desde antes de su triunfo electoral. Pero también su buena relación con Putin ha sido un hecho verificado. La posición encuentra fundamento en la idea estratégica de que China es la amenaza principal en materia de seguridad y a ello debe adecuarse el sistema defensivo estadounidense. La realidad es que Ucrania no podría resistir la retirada del esfuerzo militar estadounidense y Rusia se impondría militarmente, aunque los países de la Unión Europea continúen apoyando a la primera. Cabe señalar que los países europeos de la OTAN no han podido cumplir el compromiso de entregar a Ucrania un millón de proyectiles de artillería para esta fecha. De hecho, no se ha entregado ni la mitad. La industria militar estadounidense también enfrenta dificultades para satisfacer este requerimiento. La afirmación de Trump tiene lugar no sólo en coincidencia con los dos años de la invasión rusa, sino también cuando el gobierno ucraniano enfrenta una crisis político-militar, que ha llevado al relevo del Jefe más importante de sus Fuerzas Armadas -que tenía una alta popularidad- y a una generalizada reestructuración de los mandos. Ya en noviembre, el ahora ex Jefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valeri Zaluzhny, había dicho que la guerra se encontraba en un “punto muerto”. La diferencia es que ahora Rusia comienza a tomar una actitud más ofensiva, aunque lejos de hacerlo en forma generalizada. Los sesenta mil millones de dólares de asistencia militar para Ucrania solicitados por Biden continúan frenados en el Congreso. La Unión Europea, por su parte, ha conseguido los cincuenta mil reclamados por Kiev para financiar el funcionamiento del Estado ucraniano. Quizás para dar una respuesta a las dudas generadas por Trump, países de la UE han planteado que deben comenzar a utilizarse los fondos rusos incautados por los países europeos para financiar el esfuerzo bélico ucraniano.

En conclusión: la afirmación de Trump de suspender la garantía de defensa mutua de la OTAN a quienes incumplan el compromiso de destinar a defensa el 2% del PBI, ha producido una reacción negativa en sus aliados occidentales; han interpretado que los dichos de Trump implican una suerte de autorización a Moscú de que avance sobre los países de la OTAN, aunque incumplan los compromisos de la alianza; esta situación ha reactualizado el debate sobre la necesidad de que Europa tenga un sistema de defensa propio al margen del de Estados Unidos, ya iniciado durante el gobierno de Trump; por último, el candidato republicano también ha demostrado tener un estilo de negociación bajo presión, imponiéndose sobre su interlocutor en una situación extrema, y eso podría estar dándose en este momento.

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