Consecuencias en los conflictos geopolíticos de un retorno de Trump

Por Rosendo Fraga.

La posibilidad de que Donald Trump gane la elección presidencial estadounidense que tendrá lugar en noviembre de 2024, es vista con interés en distintos ámbitos internacionales. Para la OTAN es una situación riesgosa. Durante sus cuatro años de gobierno, el actual precandidato republicano tuvo una posición adversa a la alianza atlántica. Buscó quitarle significación y alcance. Reclamó constantemente que los socios europeos cumplieran el compromiso de destinar al gasto militar el 2% de su PBI. Esta pretensión en general no fue satisfecha. En dicho contexto, el presidente francés Emmanuel Macron, en una de las últimas cumbres de Jefes de Estado de esta alianza militar previa a la invasión rusa a Ucrania, sostuvo que ésta estaba afectada de “muerte cerebral”, en cuanto a que había perdido la capacidad de enfrentar nuevas amenazas y redefinirse en función de ellas. Ahora, el Jefe de Gobierno alemán, Olaf Scholtz, ha dicho que Europa tiene que volver a desarrollar un sistema de defensa europeo que le dé autonomía respecto a Estados Unidos. Esta idea, que fue impulsada por Francia hasta la guerra de Ucrania, es la que hoy predomina en los dos principales países de la Unión Europea. Ucrania ha demostrado que es extremadamente dependiente de los Estados Unidos a los efectos de su defensa. En particular, esto es relevante respecto a la amenaza rusa. Es que la mayor parte del apoyo militar al gobierno de Zelensky es proporcionada por Washington. Kiev no hubiera podido sostener casi dos años de guerra si hubiese contado solamente con el apoyo militar de la Unión Europea y Gran Bretaña.

Para Ucrania, un triunfo de Trump sería muy negativo, como ya lo anticipan la actitud de sus legisladores al demorar la aprobación para la asistencia militar de sesenta y un mil millones de dólares. Con Trump en el poder, Ucrania tiene que asumir que el apoyo y el financiamiento militar de Washington cesará. Pero la situación es crítica ya hoy. La demora de la ayuda militar estadounidense se da en el mismo momento en que las fuerzas militares ucranianas comienzan a replegarse frente a una ofensiva rusa que es lenta pero constante. A ello se suma que los cincuenta mil millones de dólares que iba a aportar la Unión Europea para financiar al estado ucraniano, ha visto postergada su aprobación. La presidente ejecutiva de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen, ha dicho que se buscará de una u otra forma alternativas para financiar al estado ucraniano. Pero hasta el momento sólo obtuvo para este fin mil quinientos millones de dólares. La oposición de Hungría es clave. El presidente Viktor Orban reclama los cuarenta mil millones de dólares que la Unión Europea debía proporcionarle y que han sido retenidos por las críticas al supuesto autoritarismo del presidente húngaro. Además, reclama por el tratamiento de la minoría de origen húngaro que habita en territorio ucraniano. A ello agrega su afirmación de que Ucrania es el país más corrupto de Europa, lo que es así en el ranking de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional. Que simultáneamente Estados Unidos demore la entrega de sesenta y un mil millones de dólares para asistencia militar, y que la Unión Europea lo haga con cincuenta mil millones para financiar al estado ucraniano, pone a este país frente a un escenario de posible derrota aun antes de que Trump vuelva al poder.

Para Israel, la posibilidad de que el líder republicano gane la elección es vista por su gobierno como favorable. Biden mantiene la histórica alianza entre Washington y Tel-Aviv, y lo está haciendo pese a que implica un riesgo para la estrategia del presidente demócrata en pos de su reelección. En dos meses la posición fue cambiando, de un apoyo irrestricto a las presiones para el cese de hostilidades, o por lo menos la moderación de las mismas. Las últimas dos votaciones en Naciones Unidas, tanto en el Consejo de Seguridad el 8 de diciembre, como en la Asamblea el 12, pusieron en evidencia el aislamiento en el cual se encuentra la Administración Biden en cuanto al mantenimiento de su alianza militar con Israel. Sobre quince miembros del Consejo, sólo uno (Estados Unidos) rechazó la propuesta del cese de hostilidades inmediato. Trece países, que incluyeron a tres de los cinco miembros permanentes con derecho a veto (Rusia, Francia y China), votaron a favor de la propuesta, mientras que el restante miembro con derecho a veto (Reino Unido) se abstuvo. En la votación que tuvo lugar en la Asamblea votaron a favor de la propuesta de cese de hostilidades ciento cincuenta y tres países. Sólo diez, encabezados por Estados Unidos e Israel, votaron por el rechazo, ratificando Washington que pese a todo, mantiene el alineamiento con Tel-Aviv. Se abstuvieron veintitrés países, entre ellos el Reino Unido. En ambas votaciones, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad votaron de la misma manera. 

Para China, el retorno de Trump al poder implicaría una política más agresiva en lo económico y tecnológico, pero menos en lo militar. Así como para Putin Trump implica una mejor relación bilateral entre Washington y Moscú, para Xi no es lo mismo. Para el líder republicano, la potencia asiática no es un simple competidor, sino un desafío que puede convertirse en amenaza. En esto las diferencias entre Trump y Biden son menos relevantes. La competencia por el liderazgo global se disputa en los ámbitos comercial, tecnológico, militar y en la carrera espacial. Temas como la disputa sobre los semiconductores -que en parte explican el conflicto por Taiwán-, continuarán e incluso pueden intensificarse. La alianza que en materia de inteligencia tienen los cinco países anglosajones (Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda), constituye una asociación firme frente a China. Algo similar está sucediendo con Japón y Corea del Sur, que estrechan su relación militar con Estados Unidos y no sólo por China, sino también por el riesgo que implica Corea del Norte. Países que están en conflicto con Beijing por la disputa de soberanía en el Mar del Sur de China, como Vietnam y Filipinas, no llegan a tener el mismo nivel de alianza militar que con los siete mencionados precedentemente. Pero Trump puede dar sorpresas, como las dio en su mandato anterior, cuando comenzó un diálogo con el dictador norcoreano Kim Jong-Un.

En conclusión: la eventual llegada de Trump al poder lleva a los dos países más importantes de la UE, como Francia y Alemania, a plantear la necesidad de contar con un sistema de defensa propio; el conflicto de Ucrania, que ya está mostrando un curso desfavorable para este país, lo será aún más en caso de ganar Trump, cuyos legisladores demoran la ayuda militar solicitada por Biden; para Israel, Trump está mostrando un mayor compromiso que Biden en el respaldo de su causa, sin sumarse a los reclamos del cese de hostilidades ni de cambio de la coalición interna que lidera Netanyahu; por último, en cuanto a China, sabe que Trump mantendrá la hostilidad de Biden y que incluso puede aumentarla, pero el líder republicano también es capaz de gestos sorpresivos en materia de diálogo.

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