Por Rosendo Fraga.
Las relaciones exteriores son el área en el cual Javier Milei ha producido la adecuación al pragmatismo más veloz. Su viaje a los Estados Unidos acompañado por el embajador de Biden en Buenos Aires, Mark Stanley, es una evidencia de ello. El presidente electo se encuentra así con los funcionarios del gobierno actual antes de verse con Donald Trump, quien se manifestó “orgulloso” del triunfo de Milei y anunció que visitará la Argentina para felicitarlo. En una breve estadía Milei se reunirá con funcionarios del Departamento de Estado, del Consejo de Seguridad Nacional y del Tesoro. También lo hará con las autoridades del Fondo Monetario Internacional. Un sólo posible ministro, Luis Caputo, que ocuparía la cartera económica, lo acompaña. Al mismo tiempo, la probable canciller, Diana Mondino -que ha jugado un rol importante en el giro al pragmatismo-, viajó a Brasil y se reunió con el canciller Mauro Vieira, a quien entregó una invitación para que el presidente Lula esté en la ceremonia de asunción el 10 de diciembre. Es una actitud muy distinta a la que manifestó el presidente electo hace sólo tres semanas, cuando caracterizó a Lula de “comunista y corrupto”. A su vez, Mondino se reunió con el embajador chino en Buenos Aires, buscando restañar las heridas que dejaron las declaraciones de Milei respecto al régimen político de la potencia asiática. Pero donde se mantuvo la línea precedente es en la relación del presidente electo con líderes religiosos judíos, lo que incide en su política exterior dadas las circunstancias globales. La parada inicial en su visita a los Estados Unidos la hizo en Nueva York para visitar la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson en Queens. La alianza con Israel es una prioridad que sigue vigente para el nuevo presidente argentino.
En lo interno, Milei ha logrado ampliar su coalición política, lo que también ha generado conflictos y discrepancias entre aliados y seguidores. La definición respecto al Gabinete y las autoridades parlamentarias muestra que la coalición que está gestando está integrada por cuatro elementos. El primero es su propio partido, La Libertad Avanza, cuyos dirigentes originarios se sienten desplazados por las alianzas recientes. Éstos no ocuparán posiciones relevantes a nivel ministerial ni tampoco en el Parlamento, pero están representados en el entorno presidencial por la decisiva hermana de Milei, Karina. El segundo es el PRO, una alianza reciente pero que adquirió significación política y electoral. Liderado por el ex presidente Mauricio Macri, intentó tomar las posiciones más relevantes en el nuevo gobierno, lo que impidió el presidente electo. A su vez, la ex candidata presidencial, Patricia Bullrich, podría ocupar el Ministerio de Seguridad, pero recibió el ofrecimiento sin que Macri intervenga en él. El tercer elemento es el sector del peronismo liderado por Juan Schiaretti, que salió cuarto en la primera vuelta. El presidente electo ha entregado a este sector político cargos claves como el ANSES y Transporte, y podría ocupar la Presidencia de la Cámara de Diputados con Florencio Randazzo, candidato a vicepresidente de Schiaretti. El último elemento está compuesto por los “técnicos”, como sería el probable ministro de Economía y los funcionarios que éste impulsa para el Banco Central y otros organismos. Podría agregarse un quinto, que puede denominarse “profesional”, que son los funcionarios que han sido compañeros de trabajo de Milei en el Grupo Eurnekian: el Jefe de Gabinete (Nicolás Posse), el ministro del Interior (Guillermo Francos) y el de Justicia (Mariano Cúneo Libarona).
Pero ordenar la coalición política no será un problema fácil para el presidente libertario. Ha surgido un conflicto interno en su relación con la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien lo viene secundando desde que fueran electos diputados nacionales en 2021. Diferencias personales llevaron al presidente a incumplir su reiterado anuncio de que ella tendría el control de las áreas de Defensa y Seguridad. Esto hizo que ella respondiera asumiendo un perfil propio en su primer contacto con las fuerzas de seguridad federales. Pero el rol de ella como vicepresidenta le asigna una función principal, que es el manejo del Senado. La elección del presidente provisional de la Cámara, que es el tercero en la sucesión presidencial, ya es un conflicto con la actual vicepresidenta, Cristina Kirchner. Los legisladores de La Libertad Avanza, disconformes con los pocos espacios de poder que se les asignarían en Diputados, cuestionan las candidaturas tanto de Randazzo como la de Cristian Ritondo -impulsada por Macri- para la presidencia de la Cámara Baja. La situación en el PRO está haciendo crisis porque las recientes diferencias entre Macri y Bullrich ya están dificultando las relaciones en el marco de la coalición. En el sector de Schiaretti, dos diputados nacionales se han alejado de su bloque. En el radicalismo se ha precipitado una crisis y en la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri ha armado su equipo para el gobierno porteño sin dirigentes de este partido. Los gobernadores de Juntos por el Cambio intentan ser una referencia de unidad, pero ello no resulta fácil. En el Senado, el bloque que los representa se ha partido en tres. Sólo un dirigente radical, que fue el candidato a vicepresidente de Patricia Bullrich, Luis Petri, podría entrar al Gabinete como ministro de Defensa, pero eso sería por Bullrich, no por ser radical.
Pero las áreas prioritarias son economía y seguridad, dados los problemas planteados en forma inmediata, y todavía en ellas Milei muestra dudas y vacilaciones. Sus ideas económicas centrales, dolarización y disolución del Banco Central, han quedado relegadas. Ello ha llevado a un brusco cambio de equipo económico, siendo sustituidos los economistas que buscaban dolarizar y los liberales ortodoxos. Tal era el caso de Emilio Ocampo y Roque Fernández. Sin estar nombrados, está ocupando el rol de la conducción económica el equipo de Luis Caputo, que fue el de Mauricio Macri, aunque éste no lo esté impulsando hoy. Sin demasiadas precisiones, está claro que tendrá lugar en el corto plazo un “sinceramiento” de los problemas que deja la Administración Fernández-Fernández y que el presidente electo pondría en evidencia en su discurso de asunción del 10 de diciembre. La inflación de noviembre, que se conocerá después de esa fecha, se aproximaría al 14%, y la de diciembre podría superar dicho porcentaje, tanto por razones estacionales como por la libertad de precios que comenzaría a regir. Esto hará que la situación social en el mes de diciembre, en el cual Milei inicia su gobierno, se desarrolle en un momento de tensión y con riesgo de protestas e incidentes. La primera marcha contra su gobierno está convocada para el 19 y 20 de diciembre, al cumplirse veintidós años de la caída del gobierno de Fernando De la Rúa, precipitado por protestas violentas en las cuales tuvieron un rol importante los que entonces se llamaban “piqueteros” y hoy se denominan “movimientos sociales”. Es así como diez días después de asumir, Milei puede enfrentar un desafío que implique la protesta en la calle de la izquierda, las organizaciones de derechos humanos, los movimientos sociales más radicalizados y los sindicatos combativos. Para ello deberá poner orden lo antes posible en el área de Defensa y Seguridad.
En conclusión: la política exterior es el área en la cual Javier Milei está produciendo un rápido giro al pragmatismo que implica un marcado cambio de orientación respecto a la vigente hasta semanas atrás; paralelamente está armando una coalición con su propio partido, apoyos del PRO y del sector peronista que lidera Juan Schiaretti, junto con técnicos y compañeros de su actividad profesional; pero esto no resulta fácil, dadas las divisiones que existen dentro del PRO, la insatisfacción de sus propios militantes, las divisiones en el radicalismo y la lucha por el poder en grupos de presión e interés; por último, economía y Seguridad son las áreas críticas en lo inmediato y los problemas se harán presentes antes de finalizar el año, siendo la inflación un detonante en ambos campos.