A cuatro semanas de las PASO

Por Rosendo Fraga.

Faltan menos de dos meses para la primera vuelta de la elección presidencial y el impacto de las PASO no ha permitido a los principales candidatos iniciar sus campañas. Comenzando por Javier Milei, se encamina a reiterar los mismos ejes que para las PASO, consciente de que sus votantes se definen más por lo emotivo o pasional, que por la lógica y la razón. Pero sus acciones no miran tanto a sus votantes, sino a la gobernabilidad en caso de que llegue al poder. Es que la idea de que no podrá gobernar está presente y tanto Sergio Massa como Patricia Bullrich intentan utilizarlo. En el campo sindical se han tenido lugar hechos significativos. Luis Barrionuevo, secretario general del gremio gastronómico, se apresuró a abandonar el apoyo a Massa que realizaba a través de Wado de Pedro, para pasar abiertamente a apoyar al candidato libertario. Treinta y cuatro años atrás, Barrionuevo fue uno de los primeros dirigentes sindicales que se sumó a Carlos Menem. La reunión de Milei con el secretario general del gremio de la construcción, Gerardo Martínez, tuvo un tema concreto: la idea del candidato de Libertad Avanza de sustituir la indemnización por despido y el seguro de desempleo por el régimen que se utiliza para el trabajo en la construcción, que necesariamente es temporario. Con el sector empresario los contactos personales han sido importantes, pero no a nivel de entidades, como la AEA, la UIA y las diversas organizaciones del agro, pese a que el voto del campo se volcó por Milei. Con la Iglesia no tiene buena relación por sus críticas al Papa. Con las Fuerzas Armadas la vinculación es buena, en parte por el rol de su candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, quien tiene una posición afín al sector. Cabe señalar que el voto militar, que normalmente se mide por los resultados en la Antártida, muestra que el 63% de los militares en actividad habrían votado por Milei.

Por su parte, Patricia Bullrich ha definido un eje de campaña: que el economista Carlos Melconian sea su único “vocero” en el área económica para suplir su insuficiencia en la materia. Es una jugada peligrosa. Es que se proyecta una campaña bicéfala, con una cabeza política que es la candidata a presidenta por un lado, y su eventual ministro de Economía por el otro. La idea de que Melconian debata con Milei es ilusoria: el segundo nunca aceptará hacerlo en su condición de candidato a presidente, exigiendo que su contendiente sea Bullrich, consciente de su debilidad en la economía. La decisión a favor de Melconian ha generado resentimiento en las decenas de economistas de los partidos de Juntos por el Cambio (PRO, UCR, Coalición Cívica y Compromiso Federal), que Bullrich había presentado como sus equipos una semana antes. Pero la cuestión es que el discurso económico que va a exponer Juntos por el Cambio apunta a mostrar la incoherencia y la inviabilidad de las propuestas económicas de Milei. El riesgo es que se hable más a los mercados que a la gente. Las fotos difundidas por Bullrich acompañada por centenares de dirigentes nacionales, provinciales y municipales de los partidos de su alianza, dando idea de capacidad de gobernabilidad, son presentadas por Milei como la expresión concreta de “la casta política”. En lo político, la prioridad de Bullrich sigue siendo recuperar el voto de Larreta, sin percibir que debe ser impedir el traslado de los propios hacia Milei.

En cuanto a Sergio Massa, su problema es más económico que político en su condición de ministro-candidato. La tasa de inflación de agosto superará los dos dígitos y la de alimentos será peor. El intento de paliar el efecto de la inflación sobre el costo de vida, a través de congelamiento de precios y de bonos para todos los sectores en materia de ingresos, tiene fuertes dificultades de implementación. En el sector empresario se cuestionan ambas políticas y los bonos fueron rechazados por la mitad de las provincias, que sostienen no poder pagarlo, al igual que lo hacen las pequeñas empresas. Esta situación ha debilitado la imagen política de Massa. En lo puramente electoral, no parece tener problemas en retener los votantes de Juan Grabois. Pero el desafío, como lo planteó Cristina el 25 de mayo en su discurso al cumplirse dos décadas de la llegada de Néstor Kirchner al poder y a medio siglo de la de Cámpora, es quedar en la segunda vuelta. El riesgo planteado entonces sigue estando hoy presente. Hay consciencia en el equipo de Massa de que ganar la elección es muy difícil, pero que superar en votos a Bullrich no es sólo posible sino probable, siempre que el deterioro económico no escale, lo cual podría suceder. Desde esta perspectiva, en Unión por la Patria tiene más prioridad la caída de Bullrich que el incremento de Milei. Mientras tanto, la vicepresidenta continúa en silencio y seguramente seguirá en esta postura mientras su fuerza política esté en riesgo de quedar en tercer lugar. 

En este contexto, se percibe una situación de desgobierno, con un presidente que no intenta ejercer el poder y una vicepresidenta que deliberadamente quiere preservar su figura. En los últimos dos meses y medio, desde que fue ungido candidato, Massa se benefició de esta situación que lo transformó en el hombre fuerte del Gobierno. Pero situaciones como que la mitad de los gobernadores hayan rechazado el bono dispuesto por el ministro de Economía para compensar el deterioro de ingresos, y las resistencias que muestran los intendentes para subordinarse a la estrategia electoral del oficialismo, erosionan la figura del candidato. El Congreso intenta avanzar con iniciativas como la reforma de la ley de alquileres o la designación de jueces, pero no lo logra, dada la crisis en los liderazgos políticos y la proximidad de la elección. El Poder Judicial se ha replegado políticamente, como si quisiera tomar distancia de la intensidad de la puja electoral. Los saqueos son una amenaza latente y pueden reaparecer si la inflación no se contiene. El tema de la inseguridad, que en principio debía favorecer a Juntos por el Cambio, ha reaparecido dramáticamente con el homicidio de un ingeniero -que fue fiscal de Libertad Avanza- en la Ciudad de Buenos Aires, que llevó a Horacio Rodríguez Larreta a remover a su ministro de Seguridad, Eugenio Burzaco. La incorporación de Argentina a los BRICS generó polémica entre el oficialismo y la oposición, pero la política exterior no ocupa un lugar central en la campaña electoral.

En conclusión: Milei mantiene los mismos ejes de campaña que en las PASO, pero busca reducir los eventuales problemas de gobernabilidad en el caso de que gane; Bullrich ha designado al economista Carlos Melconian como su vocero económico, pero corre el riesgo de instalar una campaña bicéfala que en lugar de fortalecerla, la debilite; Massa se ve asediado por la inflación y la falta de respuesta en su propia estructura, como lo muestra el rechazo de la mitad de los gobernadores a pagar el bono y la independencia de los intendentes; por último, la campaña electoral se desarrolla sobre un escenario de dificultades económicas y sociales y un gobierno ausente, que aumenta los riesgos y no los reduce.

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