Por Rosendo Fraga.
El triunfo de Javier Milei en las PASO es un hecho inédito en la política argentina, ya que nunca se registró un hecho tan disruptivo desde 1916, cuando comenzó el voto universal, secreto y obligatorio. Quizás lo más semejante históricamente sea la sorpresiva victoria del peronismo en febrero de 1946, cuando Juan Domingo Perón, con una fuerza política nueva, ganó una elección contra los medios de comunicación, el empresariado y todas las fuerzas políticas tradicionales reunidas en la Unión Democrática. Si bien se trata sólo de primarias, el impacto político es indiscutible. Obtiene el primer lugar con el 30,06% de los votos y gana en dieciséis de los veinticuatro distritos electorales, incluido el segundo y el tercero por cantidad de votantes, Córdoba y Santa Fe. Tiene un apoyo social multiclasista, pese a tener un discurso económico ultraliberal, que un medio europeo caracterizó como “anarco-capitalista”. Es una alternativa temida por los mercados, que lo consideran un personaje “incontrolable”. Su discurso en la noche de la elección se concentró en un tema: un ataque central contra la llamada “casta política”, con la cual identifica a la totalidad de las fuerzas políticas tradicionales: el peronismo, que en esta elección se llamó Unión por la Patria, y la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio. En el plano internacional, está identificado con la ultraderecha, que es la fuerza ascendente en la política occidental. Celebraron el triunfo de Milei los dirigentes del partido VOX de España, José Antonio Kast en Chile y los hijos de Jair Bolsonaro en Brasil, quienes el viernes 11 de agosto le desearon éxito al líder libertario argentino. La proyección al Congreso del resultado obtenido en las PASO le otorga a Milei ocho senadores sobre setenta y dos y cuarenta diputados sobre doscientos cuarenta y siete. De ganar, no será un escenario fácil para la gobernabilidad.
Para Juntos por el Cambio fue una fuerte derrota porque se esperaba que ocupara un nítido primer lugar, como venían mostrando los sondeos de opinión durante el último año y medio. En la competencia interna se impuso Patricia Bullrich, identificada con posiciones de derecha conservadora, con el 16,97%, sobre Horacio Rodríguez Larreta, un candidato de centro con algunas simpatías socialdemócratas, que obtuvo el 11,29%. El total de votos de esta fuerza fue del 28,26%, a menos de dos puntos de Milei. Territorialmente, Juntos ganó sólo en tres distritos: Corrientes, Entre Ríos y Ciudad de Buenos Aires (cuarto distrito electoral del país pero de fuerte impacto político al ser la capital). El partido más importante de Juntos por el Cambio, el PRO, ha gobernado este distrito los últimos dieciséis años y es su base política. En la primaria dentro de esta fuerza para Jefe de Gobierno, se impuso Jorge Macri -primo del ex presidente Mauricio Macri-, quien aparece como probable ganador para la elección. El partido radical, socio del PRO en la política tradicional, ha quedado relegado, perdiendo la primaria en la Ciudad de Buenos Aires, ganando en un solo distrito de los veinticuatro, y siendo derrotado en dos de las tres provincias que gobernaba. Ideológicamente, la suma del voto de Milei con Bullrich muestra un giro a la derecha importante en el electorado argentino. Suman el 47% de los votos. Desde el centro a la derecha votó el 58%. En perspectiva histórica, es el resultado más a la derecha en términos ideológicos desde 1916.
Unión por la Patria, denominación actual del peronismo, quedó relegado al tercer lugar con el 27,26%. Es el peor resultado que ha obtenido esta fuerza desde que rigen las primarias obligatorias para elegir los candidatos. Pero históricamente es el peor resultado en una elección presidencial desde 1946, cuando surgió el peronismo. No cabe duda que la economía ha jugado un rol en esta derrota. Para un gobierno ir a elecciones con 120% de inflación anual, más de 40% de pobreza, una economía frenada e incertidumbre cambiaria, constituye un escenario electoral muy adverso. En realidad, las diferencias entre primero, segundo y tercero son muy estrechas y puede hablarse así de un escenario de tres tercios que competirán para llegar a la segunda vuelta el 22 de octubre. La vicepresidenta Cristina Kirchner, que se mantuvo alejada de la campaña, el 25 de mayo sostuvo que el objetivo era llegar a la segunda vuelta. Este no fue cumplido en las primarias. Sergio Massa, el ministro de Economía y candidato presidencial, quedó segundo como candidato más votado individualmente después de Milei y por encima de Bullrich, pero con sólo el 21,39%. Se impuso sobre el candidato del ala izquierda de esta fuerza política, Juan Grabois, quien obtuvo el 5,86%, más de lo esperado. Tras el impacto, el peronismo intentará reagruparse, reunir fuerzas para llegar a la segunda vuelta y mostrarse como moderado y garantía de gobernabilidad.
Pero faltan setenta días hasta la elección de primera vuelta, que tendrá lugar el 22 de octubre. Es un plazo largo en términos electorales, sobre todo en un momento de alta incertidumbre política y económica, como enfrenta hoy la Argentina. Milei ya plantea que su objetivo es alcanzar el 45% de los votos para ganar en primera vuelta e incrementar su cantidad de legisladores. No es fácil que lo logre, pero claramente no es imposible. Pero aun con este resultado, quedará en minoría en ambas Cámaras del Congreso y ese es el interrogante más importante que queda para la gobernabilidad. Bullrich competirá con el candidato libertario por el voto de centroderecha. Milei suele decir que él está “contra la casta”, ya sea la de buenos modales (Juntos) o la de malos modales (kirchnerismo). La competencia electoral entre ambos será dura. En el peronismo se intentará tener el segundo lugar para alcanzar la segunda vuelta y competir el 19 de noviembre, cuando ésta tenga lugar, contra Milei. Buscará plantearse como una expresión de garantía respecto a la gobernabilidad, la que no será fácil de imponer dada la actual situación económica, que puede empeorar en las próximas semanas. De quedar tercero el peronismo, se iría a una segunda vuelta entre Milei y Bullrich, una opción claramente de derecha. La campaña partirá con la ex ministra de Seguridad y Massa compitiendo por el segundo lugar. Pero dadas las estrechas diferencias, buscando cada uno quedar primero y apostando a que Milei cometa errores. Pero el electorado del candidato libertario es similar al de Trump, que no cambia por los supuestos errores de su candidato. Se trata de un voto más pasional que racional. Cabe señalar que las últimas veinte encuestas difundidas antes de la elección le otorgaban una intención de voto promedio de 33,1% a Juntos por el Cambio, 29% a Unión por la Patria y 19,2% a Milei. Éste sacó 10,8% más de lo previsto, mientras que Juntos por el Cambio y Unión por la Patria obtuvieron 4,83% y 2,16% menos, respectivamente.
En conclusión: el triunfo de Javier Milei en las primarias obligatorias es un hecho inédito, asumido como propio por la ultraderecha occidental; Patricia Bullrich ha ganado la primaria de su espacio, que quedó segundo, a muy pocos puntos del candidato libertario; el peronismo ha tenido una derrota histórica que lo ha dejado en tercer lugar, pero también a pocos puntos por debajo de los otros dos candidatos; por último, queda un escenario político inédito y muy abierto, donde en principio Milei podría competir en segunda vuelta tanto con Bullrich como con Massa, ante lo cual no puede descartarse ninguna posibilidad.