Por Rosendo Fraga.
El 26 de julio, el Washington Post publicó un artículo de Jason Willick titulado “¿Tenía razón el general Mark Milley el año pasado sobre la guerra en Ucrania?”. Se refería a las declaraciones del Jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense efectuadas a comienzos de noviembre de 2022 en el Club Económico de Nueva York. En ese momento las tropas ucranianas concretaban la expulsión de las fuerzas rusas en la ciudad de Jerson, asombrando al mundo al repeler la invasión inicial de Putin y obligando a Rusia a volver aproximadamente a las líneas del frente vigentes hoy y que no han cambiado sustancialmente en los nueve meses transcurridos desde entonces. Realizando un razonamiento al estilo de Henry Kissinger, Milley dijo que en la Primera Guerra Mundial “alrededor de la Navidad de 1914 tienes una guerra que ya no se puede ganar militarmente”, pero agregó que “sin embargo, los líderes europeos decidieron que no tenían más remedio que presionar por la victoria total. Un millón de muertos se convirtieron en veinte millones al final de la guerra”. Dijo también “Las cosas pueden empeorar”, agregando que “cuando haya una oportunidad para negociar y se pueda lograr la paz, aprovéchala. Aprovechar el momento”. La semana siguiente, el militar estadounidense de mayor jerarquía volvió a sugerir que había llegado el momento de las negociaciones. Willick dice al respecto que “la Administración Biden se distanció rápidamente de sus comentarios” y agrega que, en la visión de Milley, “las guerras de desgaste están llegando a un punto muerto, hasta que, de repente, el aumento del número de víctimas lleva al colapso de las líneas defensivas. Y el motín del Grupo Wagner el mes pasado destacó vívidamente la fragilidad de las estructuras de mando de Rusia”. Quizás se desperdició entonces la oportunidad de aprovechar la disidencia que mostraron las fuerzas rusas.
El último día de junio, en una conferencia en el Club Nacional de Prensa de Washington, Milley había planteado sus reparos respecto al resultado de la contraofensiva que acababa de poner en marcha Ucrania. Dijo que ésta “será difícil y muy sangrienta”, reconociendo que “va un poco lento, pero eso es parte de la naturaleza de la guerra”. Mencionó que diariamente se avanzaba entre quinientos y dos mil metros por el obstáculo que significaban los campos minados. Dijo no estar sorprendido de ello, porque “la guerra en papel y la guerra real son diferentes. En la guerra real, muere gente real”. Agregó también que la contraofensiva “va a ser muy difícil, va a ser muy larga y va a ser muy, muy sangrienta”. A un mes y medio del inicio de la contraofensiva y a cuarenta días de estas declaraciones, el escenario que describió Milley parece estar confirmándose. Fue una opinión muy diferente al optimismo que mostraron los líderes políticos en ese momento, argumentando que si se daba a Ucrania las armas suficientes, podría ganar rápidamente la guerra. Cabe señalar que a fines de junio, Volodimir Zelensky había acusado a algunos socios occidentales de retrasar el entrenamiento prometido para los pilotos ucranianos para los aviones estadounidenses F-16. El presidente ucraniano ya había reconocido para entonces que la contraofensiva estaba progresando lentamente.
El 18 de julio tuvo lugar la 14° reunión del Grupo de Contacto de Rammstein, oportunidad en la que el Jefe del Pentágono y el Jefe del Estado Mayor estadounidenses se refirieron a la marcha de la guerra. Este grupo reúne a medio centenar de países, integrados por los miembros de la OTAN y sus aliados. El Jefe del Pentágono, el general Lloyd Austin, dijo que en la reunión, que se realizó en forma virtual, se trató la “necesidad urgente de municiones por parte de Ucrania”, y se discutieron los planes para aumentar la producción tanto a nivel nacional como multinacional. También se refirió a los trabajos de Dinamarca y Holanda para la capacitación de los pilotos ucranianos para la utilización de los aviones F-16, insistentemente requeridos por Ucrania. Por su parte, el general Mark Milley destacó que al cumplirse los quinientos días de guerra, los cincuenta países que integran el Grupo de Rammstein habían mantenido su unidad contra los pronósticos de Putin. Respecto a la contraofensiva en curso, agregó que “como dijimos públicamente hace semanas, esta ofensiva será lenta, será difícil y tendrá un alto costo”. En cuanto a la tarea del Grupo, mencionó que en conjunto ya habían entrenado a sesenta y tres mil soldados ucranianos, de los cuales Estados Unidos lo había hecho con quince mil de ellos. Respecto a la asistencia militar, Milley dijo que su país había destinado cuarenta mil millones de dólares en los diecisiete meses transcurridos desde la invasión rusa. En cuanto a la posibilidad de una negociación, Austin sostuvo que “el núcleo de cualquier acuerdo será su capacidad (de Ucrania) para defenderse y disuadir la agresión, y debe tener capacidad de combate para eso”.
La visión de los militares ucranianos sobre la marcha de la guerra se asemeja a la de los generales estadounidenses. Los primeros reconocen que no se está dando la victoria rápida que esperaban, como sucedió el año pasado en Kharkiv. Esto es así aunque las nuevas brigadas ucranianas, adiestradas y equipadas de acuerdo a los estándares de la OTAN, tienen mayor capacidad que el resto de las fuerzas de Kiev. Muchos de los vehículos blindados provistos por la OTAN son de los usados en Irak y Afganistán. Un jefe de batallón reconoció al New York Times que “mucha gente pensaba que sería muy rápido y que en otoño estaríamos en Crimea”, pero reconoció que “cada metro de la línea de árboles es muy difícil”. Ucrania no da a conocer el número de sus bajas, que se estiman que inicialmente fueron muy altas. Los ucranianos atribuyen a los campos minados, los ataques de artillería y los provenientes de la Fuerza Aérea rusa que se haya frenado la contraofensiva. Respecto a la demora en la entrega de los aviones F-16, el argumento estadounidense es que resulta prioritario dotar a Ucrania de una defensa antiaérea eficaz, antes de entregar aviones que serían vulnerables a las defensas rusas. El jefe de batallón citado también mencionó que gran parte de las tropas que participan de ella han entrado en combate por primera vez. En cuanto a los tanques alemanes Leopard, no resultaron tan decisivos como se esperaba. El pronóstico de Milley no estuvo tan errado.
En conclusión: un artículo de Washington Post plantea que el pronóstico del Jefe de Estado Mayor conjunto de noviembre, respecto a que la guerra de Ucrania iba a ser larga y difícil, resultó correcto; el último día de junio de 2023, Milley expresó públicamente su escepticismo sobre un resultado rápido y efectivo de la contraofensiva ucraniana que estaba en marcha; en oportunidad de la 14° reunión del Grupo de Rammstein, tanto el Jefe del Pentágono como Milley, reconocieron las dificultades de la guerra, pero ratificaron la decisión de apoyar a Ucrania; por último, una visión similar se registra en los militares ucranianos, que reconocen esperaban un triunfo rápido y contundente, al estilo del que tuvieron en Kharkiv el año pasado.