Por Rosendo Fraga.
La lucha interna dentro de Juntos por el Cambio que protagonizan Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich escala, a poco más de un mes de las PASO. La causa es clara: ambos creen que quien gane las PASO el 13 de agosto, será el próximo presidente de la nación. Por esta razón actúan como dos fuerzas diferentes en pugna. Ejemplo de ello es el cuestionamiento de la ex ministra de Seguridad al Jefe de Gobierno porteño por su pasividad frente a los cortes de calles, y en particular de la 9 de Julio. Ella dijo: “El centro de Buenos Aires hoy está muerto, es una zona muy importante. Es una zona que siempre tuvo mucha vida, hay que animarse a hacer las cosas”. Hizo estas declaraciones al día siguiente de que los piqueteros opositores, liderados por el Partido Obrero de orientación trotskista, cortaran dicha avenida. Desde el círculo de Larreta se contestó que ella había estado a cargo de la seguridad como ministra durante el gobierno de Macri. Ella argumentó: “A mí nunca me tocó la Ciudad, lamentablemente. Pedí que me den la responsabilidad, pero nunca la tuve. Pasamos la policía a la Ciudad el 6 de enero de 2016”. Las PASO de la provincia de Santa Fe que tienen lugar el 16 de julio son el próximo capítulo de esta pugna. Se enfrentan Maximiliano Pullaro -un radical que fue ministro de Seguridad provincial durante el gobierno del socialista Miguel Lifschitz- y la senadora Carolina Losada -una periodista que incursionó por primera vez en la política en las filas del radicalismo-. El primero tiene el apoyo de Larreta y la segunda, de Bullrich y Macri. Los candidatos han entrecruzado acusaciones de vinculación con las drogas y la corrupción. Por su parte, el ex presidente mantiene una actitud confusa: dice que mediará después de las PASO, pero toma partido frente a las candidaturas.
En Unión por la Patria, a dos semanas del cierre de listas, crece la expectativa de que realizará una elección mejor que la esperada hace tres semanas. El oficialismo nacional muestra tres sondeos en los cuales aparece con la misma intención de voto que la suma de los dos candidatos de Juntos por el Cambio. Más allá de la acción psicológica, el peronismo K se siente competitivo y cree que ha alejado el riesgo de un tercer lugar, alcanzando ya el objetivo planteado por la vicepresidenta el 25 de mayo: entrar en la segunda vuelta. Es discutible el grado de armonía que tiene la fórmula Massa-Rossi, que representa la unidad del ministro de Economía con el presidente. El sello de Cristina lo puso la incorporación de Wado De Pedro como jefe de campaña. La foto de Massa, Alberto y Cristina en la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner fue una muestra formal de unidad forzada por la necesidad electoral. También se difundieron fotos de la fórmula con los gobernadores. En cuanto a la candidatura del líder piquetero Juan Grabois, está resultando eficaz para retener el voto del ala izquierda del kirchnerismo, que en la campaña hasta ahora elude una crítica frontal al ministro de Economía. Su estrategia es clara: una derrota por diez puntos en la segunda vuelta frente al candidato de Juntos será presentada por él como una victoria. Es que obtener un hipotético 45% con más de 140% de inflación, un nivel de pobreza que para el último trimestre será del 45%, y una caída del PBI próximo al 3%, con el ministro de Economía siendo el candidato presidencial, en realidad es sorprendente.
La crisis de Javier Milei como tercer espacio competitivo produce diversas consecuencias políticas. Hasta hace tres semanas aparecía con un caudal de votos suficiente para aspirar a participar en la segunda vuelta. Eso hoy parece difícil. Las tres encuestas difundidas esta semana le adjudican entre el 15 y 20%, por debajo de las mediciones precedentes, que lo ubicaban por arriba de dicho porcentaje. Las denuncias sobre venta de candidaturas -más allá de que hayan sido magnificadas-, han tenido un impacto importante. Pero la mayoría de sus simpatizantes mantienen la adhesión. Milei se ha definido como una versión argentina de lo que representan Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y el partido VOX en España. Pero no ha logrado una estructura que le sirva de sustento y de herramienta política. Esto se puso en evidencia en las elecciones provinciales, donde obtuvo malos resultados respecto a las encuestas en todos los distritos. Milei no pierde votos por su discurso de ultraderecha liberal, sino por su incapacidad organizativa. Esta situación ha influido en consolidar a Unión por la Patria como una segunda fuerza competitiva. El oficialismo nacional necesita que no siga cayendo, porque eso puede engrosar los votos de Juntos por el Cambio, sobre todo si gana las PASO Patricia Bullrich. Pero también es posible que votantes que abandonan a Milei engrosen la no concurrencia y el voto en blanco. Ambos han crecido respecto a los resultados de 2019.
Unión por la Patria ha dado una nueva muestra de tener un discurso radicalizado frente a la oposición que anticipa una situación muy difícil para la gobernabilidad. Gildo Insfrán, que ejerce la gobernación de Formosa en forma continua desde 1995 y fue recientemente reelecto, dijo respecto a la ideología de la oposición: “Viene con mayor crueldad, porque todo lo que ellos dicen que quieren aplicar en el pueblo argentino, va a ser con derramamiento de sangre, porque es insostenible”. Pero Axel Kicillof, que buscará ser reelecto en la decisiva provincia de Buenos Aires, fue más allá, al sostener que “la derecha está dispuesta a asesinar gente”. Afirmó que “cuando vemos cómo discuten entre ellos, vemos que la derecha tiene muchos candidatos, pero sólo un proyecto, el proyecto del ajuste. Y si para llevar adelante el ajuste tienen que ir a reprimir, o como decía Carrió, a asesinar, dijo asesinar, a violar los derechos humanos, están dispuestos a hacerlo”. Dijo también “ahora la derecha no viene con globitos de colores. Esta elección es parteaguas”. Afirmó esto en el lanzamiento de la campaña de Julio Alak para la intendencia de La Plata, que actualmente está en manos de Juntos por el Cambio. Cabe recordar que tres meses atrás, esta fue una tesis planteada por el ministro de Seguridad Aníbal Fernández. Mientras tanto, el conflicto de Jujuy muestra que el oficialismo nacional se encuentra unido en la denuncia y en la crítica al accionar del gobernador Gerardo Morales, candidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta, que enfrenta un conflicto que va a cumplir un mes, y en el cual siguen cortadas total o parcialmente once rutas nacionales y provinciales. Se anticipa tanto en el discurso como en los hechos, que en caso de ganar Juntos por el Cambio, enfrentará una oposición dura y sistemática desde la calle.
En conclusión: el conflicto entre Larreta y Bullrich escala inevitablemente por la percepción de ambos de que quien gane las PASO será el próximo presidente, siento las de Santa Fe el próximo capítulo de esta pugna; Unión por la Patria cree haber alejado el riesgo de quedar tercero y poder llegar a una segunda vuelta, en la cual supere el 40% de los votos, mientras que intenta mantener una unidad que en realidad es sólo formal; la caída de Javier Milei en las encuestas -que puede no ser definitiva- no es motivada por sus declaraciones, sino por su incapacidad organizativa; por último, las declaraciones de Kicillof e Insfrán diciendo que el ajuste de un gobierno opositor llevará a asesinato y sangre en las calles, anticipan el tipo de oposición que el kirchnerismo está impulsando.