Por Rosendo Fraga.
El cierre de listas en Unión por la Patria mostró que la vicepresidenta prioriza el poder ante un eventual gobierno opositor, antes que la participación en la campaña. Ninguno de los dos integrantes de la fórmula presidencial pertenece al kirchnerismo hoy. Pero sí éste es claramente predominante en la provincia de Buenos Aires, donde repite la fórmula Kicillof-Magario para la gobernación, Wado de Pedro será el primer candidato a senador nacional y Máximo Kirchner encabezará la lista de diputados nacionales. La idea de que controlar Buenos Aires será decisiva para recuperar el poder desde esta posición es la clave de la estrategia kirchnerista. En ello es relevante el sistema electoral. En el ámbito nacional se gana en primera vuelta si se obtienen cuarenta puntos y diez o más de ventaja sobre el segundo. En cambio, en la provincia de Buenos Aires se obtiene la gobernación por mayoría simple, es decir, sólo con un voto de diferencia, lo que da relevancia a la división de la oposición. De ahora al 13 de agosto, la estrategia electoral del oficialismo nacional apuntará a ganar la elección por candidato, es decir, que Massa obtenga más votos que Larreta, Bullrich y Milei por separado. Ello no decide nada, pero crea un clima político que el kirchnerismo tratará de usar, en línea con el objetivo planteado por Cristina el 25 de mayo, de llegar a la segunda vuelta. En lo ideológico, la candidatura presidencial de Massa implica un giro de Unión por la Patria hacia la derecha en relación a la que hubiese representado Wado de Pedro. Es un dato que no pasa desapercibido en medios económicos.
En cuanto a Juntos por el Cambio, el cierre de listas mostró a los dos contendientes que se enfrentan por la candidatura presidencial eligiendo candidatos a la vicepresidencia del radicalismo. Pese a su limitación electoral, el radicalismo obtiene más poder en las candidaturas que cuatro años atrás, lo que anticipa también más influencia que entonces en el futuro gobierno. El cierre de listas confirmó el proyecto de Larreta, ubicándose en el centro y anticipando alianzas extra partidarias. Buscó nombres del peronismo, de la ultraderecha liberal, de los evangélicos y otras expresiones. Bullrich, por su lado, acentuó su identificación con la prioridad en materia de seguridad pública, eligiendo a Luis Petri como su candidato a vicepresidente, por su rol en la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, y a su primer candidato a diputado nacional en la provincia a Cristian Ritondo, quien fuera ministro de Seguridad bonaerense durante el gobierno de Macri. Mientras Larreta busca aliarse con el sector más “progresista” de la UCR, Bullrich hizo lo propio con el más conservador. En Juntos sigue predominando la idea de que el triunfo es un hecho, y mientras eso sea así, la lucha interna continuará escalando sin control. Se viven las primarias como si fueran la elección nacional. Los incidentes que tuvieron lugar en Jujuy llevaron a Larreta a confirmar la elección del gobernador Gerardo Morales como su candidato a vice, para buscar una imagen de firmeza para competir contra la dureza de Bullrich. Ambos tienen listas propias en la provincia de Buenos Aires en todos los niveles, y en CABA, si bien los dos apoyan la candidatura de Jorge Macri para Jefe de Gobierno, compiten con listas propias para diputados nacionales.
El triunfo del candidato del gobernador Juan Schiaretti en Córdoba ratifica una vez más la victoria de quienes están en el poder, lo que lleva a plantear dudas sobre el resultado de Milei. De los catorce distritos que ya han realizado elecciones provinciales (sin contar las internas), en doce ganó quien estaba gobernando y en las dos donde esto no se dio (Neuquén y San Luis), la derrota derivó por divisiones en la coalición gobernante. Esto lleva a plantear que los números de intención de voto que muestran los sondeos respecto a Milei pueden verse limitados por su incapacidad para organizar su estructura. Pero también que se puede estar subestimando la influencia electoral del oficialismo al momento de votar. En cuanto a la elección de Córdoba, es la séptima que el peronismo gana en forma consecutiva desde 1999. Pero su impacto no ha sido menor en Juntos por el Cambio. El candidato del gobernador Schiaretti se impuso por sólo tres puntos, teniendo una alianza explícita con Larreta y varios candidatos provenientes del PRO e incluso del radicalismo. Esto utiliza hoy Bullrich para cuestionar el juego de alianzas del Jefe de Gobierno porteño, fuera de la coalición. La elección de Massa para encabezar la fórmula oficialista reduce las posibilidades de Larreta de obtener voto peronista desencantado. Los mismos gobernadores que son reelectos presionaron para sustituir a De Pedro por Massa, argumentando que es más “competitivo” en el ámbito nacional.
La protesta violenta que estalló en Jujuy no genera dudas sobre el proceso electoral, pero sí sobre la gobernabilidad en un eventual gobierno de Juntos por el Cambio. Los sectores que protestaron son una convergencia de fuerzas de izquierda con el Partido Obrero, organizaciones de derechos humanos, grupos indigenistas y gremios combativos. Todos estos sectores, en conjunto, no pasaron del 5% de los votos en la elección de gobernador en Jujuy que tuvo lugar el 7 de mayo, algo similar a lo que muestran los sondeos para la elección presidencial. Pero ese sector minoritario dominando la calle se potencia políticamente. Por un lado se confirma la tesis planteada tres meses atrás por el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que de ganar la actual oposición iba a “correr sangre en las calles” porque aplicaría un ajuste que generaría protestas sociales y represión. Desde el oficialismo nacional se evitó contener las protestas y sólo aisladamente se cuestionó el intento de toma de la legislatura provincial. El kirchnerismo se movió con rapidez, llevando las denuncias contra el gobernador Morales por violaciones a los derechos humanos durante la represión, tanto a los órganos específicos de la OEA como de la ONU. El grupo “Tercer Malón de la Paz”, integrado por comunidades indígenas jujeñas y otros sectores, parece encabezar la protesta que tiene como objetivo la derogación de normas de la nueva constitución provincial que impiden los cortes de ruta. La gendarmería, mediante orden judicial liberó algunos cortes, los que en su mayoría se restablecieron al poco tiempo. La policía provincial patrulla las calles de la capital. No es un tema cerrado y puede escalar en los cuatro meses que restan hasta la elección presidencial.
En conclusión: la fórmula Massa-Rossi implica un giro al centro para Unión por la Patria y la concentración del kirchnerismo en el poder bonaerense, que busca como objetivo inmediato ganar por candidato en las PASO; en Juntos por el Cambio, el cierre de listas mostró a la UCR dividiendo sus apoyos entre Bullrich y Larreta, mientras la pugna entre ellos escala y muestran actitudes divergentes frente a la elección en Córdoba; esta provincia y Formosa confirman el triunfo de los oficialismos locales en doce sobre catorce casos; esto plantea dudas sobre los resultados de Milei y la posibilidad de que el oficialismo nacional quede en tercer lugar; por último, las protestas en Jujuy anticipan una estrategia de confrontación del kirchnerismo en un eventual gobierno de Juntos, pero al mismo tiempo son un imponderable que puede influir en el proceso electoral.