¿Sigue siendo Estados Unidos la única potencia global?

Por Rosendo Fraga.

Recientemente Joe Biden sostuvo: “Gracias a las Fuerzas Armadas estadounidenses, estamos haciendo lo que sólo Estados Unidos puede hacer como nación indispensable, la única superpotencia del mundo”. Lo hizo en un discurso de graduación en una escuela militar. Fue una definición clara y tajante que no deja lugar a dudas. Esta idea se vio reforzada en la conmemoración del 80° aniversario del desembarco en Normandía al decir “me niego a creer que la grandeza de Estados Unidos pertenece al pasado”. Sorprendentemente para un presidente francés, Emmanuel Macron contestó agradeciéndole “que sea el presidente de la primera potencia mundial”. Según el SIPRI -el think-tank con sede en Suecia que estudia el gasto militar-, la OTAN tiene el 55% del gasto global, pero Estados Unidos por sí solo concentra el 68% del mismo. El gasto militar estadounidense es tres veces el de China y nueve veces el de Rusia. Sin duda, Estados Unidos es la primera potencia militar. Es en base a ello que Biden puede sostener que es la “única superpotencia del mundo”. 

Pero esta afirmación no es del todo coincidente con otras provenientes de su propia Administración. “Global Trends” es un documento oficial del gobierno estadounidense elaborado cada cuatro años por el Consejo Nacional de Inteligencia, que tiene a su cargo diseñar la perspectiva global para las dos próximas décadas. El que está vigente en la actualidad fue presentado en marzo de 2021 y corresponde a los escenarios previstos para 2040. Elaborado inicialmente para uso del medio centenar de agencias de inteligencia estadounidenses, su uso se ha ido ampliando a diversas áreas del Estado. Se presenta cada cuatro años al inicio de una nueva Administración. El primero fue presentado en 1997, a comienzos del segundo gobierno de Clinton. A partir de ahí se repitió en los dos períodos de Bush, en los de Obama y en el de Trump. El de Biden es la edición más actual, mientras que el octavo será el que se publique en los primeros meses de 2025, cuando asuma el presidente que será electo el próximo 5 de noviembre. Es decir que este documento es elaborado por una burocracia estable y actualizado por cada nuevo gobierno, agregando los cambios que considera necesarios de acuerdo a su propia visión (cambios que en general no han sido muchos).

El documento mencionado sostiene que hasta 2040 China reclamará un rol de mayor poder, generando una situación de competencia con los Estados Unidos. Pero también dice que otras grandes potencias, incluidas Rusia, la Unión Europea, Japón, el Reino Unido y posiblemente la India, pueden tener mayor nivel de maniobra durante las próximas dos décadas. Si bien este pronóstico fue presentado un año antes de la invasión a Ucrania, sobre Rusia sostiene que mantendrá un poder “disruptivo y remanente”, aunque sus capacidades materiales declinen en términos relativos más que otros de los “grandes jugadores”. Afirma que las ventajas rusas -el tamaño de su capacidad militar convencional, sus armas de destrucción masiva, su disponibilidad de recursos minerales y energéticos, su geografía expansiva y su voluntad de usar fuerza en los mares-, lo mantendrán como un jugador en el espacio postsoviético. Agrega que Moscú seguirá buscando profundizar las divisiones en Occidente y estrechar relaciones en África y Medio Oriente. A ello sumó que probablemente buscará una posición dominante en el Ártico que puede generar una competencia con otros países. Respecto a la Unión Europea, el documento dice que el tamaño de su mercado y su amplio liderazgo internacional harán que retenga una fuerte influencia en las dos décadas siguientes. En cuanto a la fortaleza del poder militar europeo, sostiene que su capacidad puede reducirse. Agrega que es posible que la UE intente formar una fuerza militar europea propia, pero que la amenaza de Rusia la obligará a mantenerse dentro de la OTAN.

En lo que hace al Reino Unido, afirma que seguirá siendo un jugador global por fuerza militar y su sector financiero de fuerte influencia global. Pero también que tendrá que luchar para mantener este poder. Respecto a Japón, dice que el alto nivel educativo de su población, su capacidad tecnológica en innovación económica y su importancia comercial, lo mantendrán como un actor fuerte y poderoso en Asia. Sostiene que su rivalidad con China lo llevará a mantenerse como un estrecho aliado de Estados Unidos, pero relacionándose también con Australia, India, Taiwán y Vietnam, que continuarán percibiendo a Beijing como amenaza. En lo que hace a India, sostiene que en 2027 será la población más grande del mundo -en algunos cálculos ya lo es-, y que su geografía, capacidad militar estratégica, económica y tecnológica, ya lo han constituido en un poder global, aunque debe completar su ciclo de desarrollo económico. Pese a ello, ya proyecta su poder e influencia, comenzando por el sur de Asia. Dice que mientras China y Estados Unidos compitan, India se convertirá en un actor con autonomía estratégica frente al poder de Occidente, y que buscará formar parte de estructuras de seguridad multilaterales para reducir los riesgos de la potencia asiática.

El documento también dice que surgirán “poderes regionales” que tendrán mayor influencia: Australia, Brasil, Indonesia, Irán, Nigeria, Arabia Saudita, Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Afirma que probablemente buscarán sacar ventaja de nuevas oportunidades y asumirán, a partir de ellas, más influencia y capacidad de generar estabilidad. Dice que “las potencias regionales probablemente tratarán de jugar roles más importantes, pero evitando los conflictos entre ellas”. También podrán tener mayor influencia los actores no estatales. Menciona al respecto a ONGs, grupos religiosos y las grandes empresas tecnológicas, que tendrán capacidad de promover redes alternativas que complementen o compitan con los Estados. Menciona que esto ha llevado a China y la Unión Europea a intentar regular estos grupos, que podrán presionar para crear nuevas fronteras, incluidos el ciberespacio y el espacio. Es curiosa la contradicción que surge entre un presidente como Joe Biden, que ratifica el mundo unipolar con Estados Unidos como actor global imprescindible, y los documentos oficiales presentados por su Administración, que mirando al largo plazo sostienen que el mundo se encamina o más bien ya está en un mundo multipolar, en el cual influyen actores diversos, incluidos los no estatales.

En conclusión: el presidente Joe Biden ha calificado a los Estados Unidos como la única potencia imprescindible en el mundo, con lo cual coincidió el presidente francés Emmanuel Macron; esta definición contradice el documento oficial estadounidense “Global Trends 2040”, según el cual el mundo está y evoluciona hacia una situación de multipolaridad; afirma también que existe una situación de “competencia” entre Estados Unidos y China que dominará los próximos años; considera como potencias a la Unión Europea, Japón y la India, las que seguirán siéndolo en los próximos años; por último, agrega una serie de potencias regionales que incrementarán su relevancia: Australia, Brasil, Indonesia, Irán, Nigeria, Arabia Saudita, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

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