Análisis de la elección del 22 de octubre

Por Rosendo Fraga.

La política argentina ha confirmado lo cambiante e imprevisible que es, al finalizar 2023. El 13 de agosto, en las PASO, Javier Milei estaba tercero en todas las encuestas y resultó primero. El 22 de octubre, en cambio, se esperaba un primer lugar del candidato libertario, pero quedó primero por siete puntos Sergio Massa, el ministro-candidato que llegó a la primera vuelta con una inflación del 200% anual, una brecha cambiaria del mismo porcentaje y un nivel de pobreza sin precedentes desde 2002. Al momento de votar, la economía está cayendo entre 5 y 6%. En términos numéricos Milei (La Libertad Avanza) sacó exactamente el mismo porcentaje que en las PASO, Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) cuatro puntos menos y Massa (Unión por la Patria) creció diez. Incluso las únicas tres encuestas que anticiparon el triunfo de Massa lo hicieron por menos de lo que finalmente resultó. El segundo lugar parecía en disputa entre Massa y Bullrich, en la definición de quién llegaría a la segunda vuelta contra Milei. Esto cambió: el que llegó a la segunda vuelta fue Milei contra Massa. La diferencia en puntos fue de siete de Massa sobre Milei y de seis de este último sobre Bullrich. En las PASO, el resultado fue de tres tercios prácticamente iguales. Ahora esto cambió, con el candidato oficialista creciendo por encima de su tercio y la candidata de Juntos por el Cambio cayendo a una cuarta parte de los votos totales. En cuanto a la concurrencia a votar, lo hizo el 77%, siete puntos más que en las PASO. Fue un incremento normal respecto a las elecciones anteriores y se explica porque la elección en sí misma concentra más interés que las primarias. En Juntos por el Cambio estimaban que este incremento iba a favorecerlos, pero finalmente jugó a favor de Massa.

El triunfo del oficialismo nacional -que es la versión actual del peronismo que nació en 1946- se explica por la recuperación de su poder electoral en los sectores más populares. En la decisiva provincia de Buenos Aires, que tiene el 37% del padrón electoral, el peronismo creció ocho puntos, y en la elección nacional lo hizo diez. En los cuarenta municipios del conurbano el peronismo ganó en treinta y cuatro. El oficialismo nacional recuperó así su predominio electoral, en donde casi siempre lo tuvo desde 1946. En el interior del país creció en las provincias del norte y en algunas de la Patagonia. Aun en la Ciudad de Buenos Aires ganó las secciones electorales del sur de la capital, que son las de menor nivel socioeconómico. En el Congreso se mantiene como una primera fuerza clara. En el Senado mantuvo exactamente la misma cantidad de legisladores, dos por debajo del quórum propio. En Diputados perdió diez bancas. De ganar la segunda vuelta, mantendrá una relación de fuerzas próxima a la que ha tenido en 2022 y 2023. Sergio Massa se ha encargado de mostrar que buscará con decisión ser el nuevo líder del peronismo. Frente a él tiene a la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien hoy ejerce un liderazgo menguante. Su hijo Máximo no ocupó ningún lugar relevante en el festejo del triunfo. Massa parece consciente de que para ganar en la segunda vuelta necesita mostrarse como un candidato no K. El peronismo lo apoyará homogéneamente, dado que es la posibilidad de retener el poder. 

Milei llega a la segunda vuelta transformado en la figura más relevante de la oposición y con la necesidad de generar un frente anti-K para unir el voto opositor. Él obtuvo 30%, Bullrich 24% y Schiaretti (que siempre fue anti-K) 7%. Estas tres expresiones opositoras suman en porcentaje 61%, veinticinco puntos más que el peronismo K. Pero articular el frente anti-K resultará difícil. Seguramente Massa dirigirá sus esfuerzos para lograr el apoyo de Schiaretti, aunque resulta complicado porque sus votantes son adversos al kirchnerismo desde que éste surgiera en 2003. También dirigirá sus esfuerzos hacia el radicalismo, donde tratará de lograr la adhesión de algunos dirigentes, como el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Intentará lograr el apoyo de figuras próximas a Horacio Rodríguez Larreta, el candidato del PRO derrotado por Bullrich en la interna. La convocatoria de Massa a un gobierno de unidad nacional va en esta dirección. A favor de Milei juega una realidad: los votantes de Juntos por el Cambio están más cerca de él que de Massa, más allá de lo que decidan los dirigentes. La unidad de Juntos está en riesgo, con un PRO sin un liderazgo definido y un radicalismo dividido. Milei tendrá que moderar su discurso, centrándolo en la libertad política y económica y abandonando el estilo disruptivo que usó en el cierre de campaña. Su discurso de la noche de la elección mostró esa dirección. En el no peronismo se hace evidente que habrá una recomposición política.

Milei retendrá sus votantes y crecerá, y lo mismo sucederá con Massa, pero quienes votaron por Juntos por el Cambio ahora optarán entre ellos dos, lo que podría tensionar e incluso desarticular a este espacio. El tema de la corrupción, con denuncias que afectaron al peronismo bonaerense -centradas en el Jefe de Gabinete e intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y en los gastos ilegales de la Legislatura Bonaerense-, no impidió el incremento del voto del peronismo bonaerense mencionado. No es nuevo en la cultura justicialista el dar baja prioridad a los valores éticos y optar por el pragmatismo. Pero la situación socioeconómica sí influye en el voto peronista. Massa logró paliar esta situación con una política fuertemente distributiva entre las PASO y la primera vuelta. Fue eficaz en otorgar baja de impuestos, bonos especiales y aumento en los ingresos de los sectores medios y bajos. Intentará mantener e incluso incrementar esta política. Pero lo hará en una situación difícil y riesgosa, con 200% de inflación anual, una brecha cambiaria que también está en 200% y el nivel de pobreza más alto de los últimos veinte años, como se mencionó precedentemente. Será un equilibrio difícil de mantener, ya que la alta inflación perjudica los ingresos de los sectores bajos, que sigue siendo el electorado del peronismo, como lo acaba de confirmar la elección. De esta elección, los liderazgos de la vicepresidenta Cristina Kirchner y del ex presidente Mauricio Macri quedan menguantes y en declinación. Pero la primera retendrá influencia en la provincia de Buenos Aires y el segundo en la Ciudad de Buenos Aires. Hay también un factor generacional: Milei tiene 53 años y Massa 51.

En conclusión: el resultado de la elección del 22 de octubre confirmó lo fluctuante e imprevisible que es la política argentina, con un resultado inesperado, como sucediera el 13 de agosto en las PASO; el sorpresivo triunfo del peronismo fortalece la candidatura y liderazgo de Sergio Massa, quien buscará convertirse en el nuevo líder del peronismo, sustituyendo al kirchnerismo; Javier Milei enfrenta el desafío de reunir el voto anti kirchnerista, que sumado fue veinticuatro puntos más que el del oficialismo nacional, tarea que no resultará fácil; por último, la crisis dentro de Juntos por el Cambio ya está planteada, con un PRO sin liderazgo y un radicalismo dividido, situación que Massa aprovechará para dificultar la articulación del frente anti K.

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